AGRICULTURA REGENERATIVA: UNA RESPUESTA A LA SEQUÍA

“Con este modelo cada agricultor ahorra más de mil 300 dólares por hectárea”.

Agricultura regenerativa
Bienestar
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El trigo, alimento milenario, enfrenta amenazas por estrés hídrico y degradación del suelo en el norte de México.

El Valle del Yaqui, corazón agrícola del noroeste mexicano, es uno de los principales productores de trigo en el país. Esta región, irrigada por el Río Yaqui, sostiene a miles de familias y es vital para la seguridad alimentaria nacional. No obstante, la severa sequía que afecta a la zona desde hace años pone en riesgo la producción y obliga a replantear las prácticas agrícolas.

Ya el ciclo agrícola 2023-2024 mostró una fuerte reducción general en la superficie sembrada debido a la escasez de agua: la siembra en el Valle del Yaqui alcanzó apenas 2% de lo programado inicialmente, lo que refleja la afectación en gran parte de la región.

Sin embargo, en algunas comunidades yaquis donde se aplicaron mejores prácticas de manejo hídrico y técnicas regenerativas la siembra llegó a 80% de lo planificado. Esta diferencia evidencia que pese a la crisis, ciertas zonas lograron adaptarse mejor gracias a innovaciones y esfuerzos locales.

En conjunto la región sembró solo 19% respecto del ciclo anterior, lo que representa un déficit significativo para Sonora, principal productor nacional de trigo con cerca de 1.77 millones de toneladas y un rendimiento promedio de 6.26 toneladas por hectárea (SIAP, 2024).

Prudencio Molina Velázquez, agricultor de la comunidad yaqui de Huirivis, comenta: “Desde 2023 la sequía ha sido intensa. No hay zacate y el agua es insuficiente para sembrar toda la tierra. Solo recibimos agua de la presa Oviáchic y hacemos cuatro riegos por ciclo. Antes sembrábamos 26 mil hectáreas; ahora solo unas doce mil”.

Actualmente el productor cultiva cinco hectáreas con técnicas regenerativas que le han permitido ahorrar hasta 30% de agua, produciendo de seis a seis y media toneladas por hectárea.

Por su lado, David Cano Machuca, director general de Grupo Munsa, confirma que la crisis hídrica incrementa la importación de trigo para cubrir la demanda nacional. “Este año decidimos pagar hasta cinco mil 200 pesos por tonelada a nuestros productores, cuando el precio promedio del mercado se ubicó en alrededor de cuatro mil 460 pesos, para ayudar a asegurar su rentabilidad y mantener la producción nacional”, dice a Vértigo en el marco del foro regional Agricultura Regenerativa.

“Desde hace años se hicieron clubes de productores agrícolas, se hizo un modelo de trabajo conjunto entre empresa y agricultores, que redunda en el contrato de compra de cosechas y en darle seguridad a la gente”, indica.

Aun con esta estrategia, Grupo Munsa tuvo que importar cerca de 150 mil toneladas de trigo, principalmente desde Estados Unidos y Canadá, para cubrir la demanda interna afectada por la sequía.

No obstante, recientes lluvias elevaron los niveles de las presas a cifras no vistas en dos décadas, lo que podría favorecer el próximo ciclo agrícola.

Del agotamiento a la regeneración

Ante este escenario la agricultura regenerativa surge como una alternativa para restaurar ecosistemas y mejorar la productividad.

Juan Rodríguez Tafoya, jefe de Inocuidad y Sostenibilidad Agrícola de Grupo Herdez, señala la diferencia clave entre agricultura sustentable y regenerativa: “La sustentabilidad mantiene el equilibrio, la regenerativa restaura suelos y ecosistemas”. Por ello, se promueven sistemas de riego eficientes y capacitación en manejo regenerativo.

Nehemías Buitimea, investigador del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), destaca en tanto tres prácticas clave: conservar al menos 30% de residuos vegetales sobre el suelo para reducir evaporación y erosión; aplicar mínima labranza para proteger la estructura y nutrientes; y rotar cultivos como trigo-cártamo o trigo-maíz para mejorar rendimientos y controlar malezas.

Estas técnicas permiten reducir el consumo de agua hasta en 30% y mantener o aumentar la productividad, con base en más de 15 años de ensayos en Ciudad Obregón.

Munsa, por ejemplo, impulsa prácticas regenerativas en doce mil hectáreas, incluyendo fertilización 4R (momento, método, dosis y fuente optimizados), agricultura digital y control biológico de plagas. “Nuestro compromiso es reducir fertilizantes, proteger el agua y aumentar la resiliencia de los cultivos ante el cambio climático”, afirma Mónica Domínguez, gerente de Sustentabilidad de Grupo Munsa.

Con este modelo cada agricultor presenta ahorros de más mil 300 dólares por hectárea en proyectos de fertilización, mejoradores orgánicos y riego por goteo.

Prudencio Molina corrobora estos beneficios en la práctica: “Con cuatro años de técnicas regenerativas el suelo se mantiene vivo y fértil, lo que nos permite ahorrar agua y continuar produciendo pese a las condiciones adversas”.

Cambio climático

La crisis hídrica en Sonora refleja un problema global. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la agricultura convencional consume cerca de 70% del agua disponible a nivel mundial y es responsable de entre 21 y 37% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Cultivos como trigo, arroz y maíz demandan grandes cantidades de agua, un desafío que se agrava con el calentamiento global.

En México el trigo es un alimento básico, cultivado principalmente en el norte, con profundas raíces culturales en el Valle del Yaqui. Sin embargo, el estrés hídrico y la degradación del suelo amenazan esta tradición.

En este contexto no solo los especialistas, sino toda la cadena productiva de la industria del trigo, coinciden en que la agricultura regenerativa representa una respuesta prometedora, capaz de restaurar suelos, optimizar el uso del agua y diversificar cultivos para garantizar tanto la productividad como la sostenibilidad ambiental.

Cano Machuca advierte: “Sin cambios profundos, será muy difícil mantener la producción local y satisfacer la demanda futura. Por ello, el trabajo conjunto entre productores, investigadores y empresas es esencial para construir un sistema agrícola resiliente”.

Productores como Molina, apoyados por proyectos regenerativos, demuestran que con voluntad y tecnología es posible no solo enfrentar la sequía, sino incluso regenerar la tierra para las futuras generaciones.

El futuro del trigo en Sonora depende de ese equilibrio entre tradición, innovación y respeto por la naturaleza.

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