En el mundo no hay una sola forma de ser, y eso aplica también a cómo funciona nuestro cerebro. Algunas personas aprenden más rápido leyendo, otras necesitan escuchar; hay quienes se concentran con facilidad y otras que parecen tener mil pensamientos a la vez. Esa variedad tiene un nombre, neurodiversidad.
La neurodiversidad es un concepto que reconoce que todos los cerebros son distintos y que esas diferencias (como el TDAH, el autismo, la dislexia o el trastorno del lenguaje) no son errores, sino formas naturales de pensar, sentir y ver el mundo. Este enfoque promueve la inclusión, la empatía y la adaptación de espacios donde todas las mentes puedan desarrollarse.
“La neurodiversidad no se trata de encajar a todos en un molde clínico, sino de adaptar entornos para que todos puedan florecer según sus propias capacidades”, destaca Claudia Medeiros, directora de Autism Center Mexico City (ACMC).
Romper con los estigmas implica repensar cómo hablamos, diagnosticamos y acompañamos la neurodivergencia. Desde el lenguaje (evitando términos como “trastorno” de forma indiscriminada), hasta las políticas educativas y laborales que deben volverse más flexibles e inclusivas.
El sistema educativo, por ejemplo, suele premiar a los estudiantes que se ajustan a un único modelo de aprendizaje, dejando de lado a quienes necesitan estímulos diferentes o tiempos distintos. Esto genera frustración, rezago y exclusión. Lo mismo ocurre en ambientes laborales que valoran sólo ciertos tipos de inteligencia o habilidades sociales.
Para avanzar hacia una verdadera inclusión, es necesario entender más sobre cada una de las condiciones dentro del espectro neurodivergente:
- Autismo y Asperger: Pueden implicar desafíos en la comunicación social y comportamientos repetitivos, pero también un alto enfoque y capacidades analíticas.
- TDAH: Afecta la regulación de la atención y el control de impulsos, pero puede ir acompañado de gran iniciativa, creatividad y pensamiento no lineal.
- Dislexia: Dificulta la lectura y escritura, pero promueve el pensamiento tridimensional y la resolución de problemas.
- Trastornos del lenguaje: Afectan la comprensión y expresión verbal, sin que ello implique un menor nivel intelectual.
- Trastorno esquizoafectivo y esquizoide: Aunque más severos y menos visibles, también forman parte de esta conversación, y su manejo empático es esencial.
- Trastorno obsesivo compulsivo y ansiedad: Condiciones con un alto componente emocional que requieren tanto tratamiento como acompañamiento libre de juicio.
De acuerdo con el proyecto español Xtraordinary People, se estima que el 20% de la población mundial es neurodivergente. En México, esa cifra ronda el 15%, aunque probablemente sea mayor debido al subdiagnóstico, especialmente en comunidades rurales o con poco acceso a servicios de salud mental.
Por eso, es crucial visibilizar estas realidades no desde la lástima o la medicalización, sino desde el respeto. Esto implica incluir a personas neurodivergentes en la toma de decisiones, en el diseño de espacios, en la cultura y el diálogo público.
Si tú o alguien cercano vive con alguna condición neurodivergente y buscan orientación, diagnóstico o acompañamiento profesional, puedes acercarte a Autism Center Mexico City (ACMC) Info@autismcenter.com.mx