Con la creciente necesidad, la inocuidad alimentaria no solo se debe asegurar en el plato, sino también en el campo, en las plantas procesadoras y en las manos que preparan los alimentos. Con la también creciente necesidad de los consumidores por productos más sanos, libres de contaminantes y mínimamente procesados, la industria alimentaria enfrenta un desafío importante: garantizar la inocuidad sin comprometer la calidad organoléptica y nutricional de los alimentos.
¿Qué es la inocuidad alimentaria?
Se define como la ausencia (o presencia en niveles seguros y aceptables) de peligros en los alimentos que puedan perjudicar la salud de los consumidores, de acuerdo con las autoridades regulatorias correspondientes.
En el marco del Día Mundial de la Inocuidad de los Alimentos, que se conmemora cada 7 de junio, este reto cobra aún más relevancia. La efeméride busca generar conciencia sobre la importancia de prevenir, detectar y gestionar los riesgos transmitidos por los alimentos.
El tema de este año es “Inocuidad de los alimentos: la ciencia en acción”, enfatizando que sin la ciencia no sería posible mantener la inocuidad de los alimentos a lo largo de las cadenas de suministro. Propone la aplicación de la mejor evidencia disponible sobre cómo y por qué los alimentos se pueden contaminar y causar enfermedades.
Los científicos evalúan y analizan los riesgos para la salud humana planteados por los peligros conocidos, establecidos, nuevos y previsibles para la inocuidad de los alimentos.
En este contexto, la implementación de tecnologías efectivas y con respaldo científico, como las soluciones electrolizadas de superoxidación con pH neutro, conocidas como SES, se vuelve clave para evitar la contaminación cruzada, asegurando una producción más limpia, segura y sostenible.
Estas soluciones poseen actividad antimicrobiana lo que ayuda a fortalecer la inocuidad en todos los eslabones de la cadena alimentaria: producción, procesamiento, almacenamiento, distribución, preparación y consumo.
Los desinfectantes de alto nivel a base de SES con pH neutro son capaces de inactivar microrganismos patógenos gracias a su amplio espectro, sin generar residuos tóxicos y sin afectar al medio ambiente. Esto es vital en un contexto donde el control microbiológico debe ser riguroso pero respetuoso con la calidad del producto final, así como con los materiales y con el personal que los manipula.
Otro efecto destacable de las SES es que pueden ayudar a la preservación de los alimentos sin afectar su sabor, color, aroma o textura, ya que retardan el crecimiento de microrganismos responsables del deterioro” explica el químico en alimentos Andrés Rivera García de Esteripharma.
Se calcula que las enfermedades de transmisión alimentaria provocan alrededor de 420,000 muertes evitables cada año. Además, se ha registrado que la carga económica de las enfermedades transmitidas por los alimentos supera los 110,000 millones de USD anuales en los países de ingresos bajos y medios, debido a la pérdida de productividad y a los gastos sanitarios.
Ante este panorama, “en la industria alimentaria, hablar de inocuidad ya no es opcional, es una necesidad. Con la amplia evidencia científica sobre la efectividad de las SES para sanitizar superficies, herramientas y áreas de contacto con alimentos, es posible cumplir con los estándares internacionales sin comprometer la salud de los consumidores”, concluye Rivera García, recordando que todos los días todos desempeñamos un papel sobre lo que ingerimos y cómo manipulamos los alimentos, por lo que, mientras más sepamos sobre los peligros que puedan afectar su inocuidad, podremos tomar mejores decisiones, informadas y seguras.