Producción de energía nuclear: ¿por qué sí y por qué no?

Plantas nucleares
Foto: redjar/Creative Commons
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Ante el apagón de la planta de energía nuclear Vandellos II, en España, el debate en torno a la energía nuclear se hace más que pertinente.

Pese a que los directivos de la planta notificaron que el incidente no representaba ningún peligro para los trabajadores ni para la población o el medio ambiente, el hecho fue motivo suficiente para revivir este viejo debate.

Ha habido en España una historia de accidentes con graves consecuencias, como el ocurrido en 1990 en la central nuclear de Zaragoza. En él, 27 personas recibieron un nivel letal de radiación, de las cuales 11 no lograron sobrevivir. No obstante, en ese país 20% de la energía producida es nuclear.

Con el crecimiento acelerado de la población mundial, ha incrementado la demanda de energía. El calentamiento global y el agotamiento de los recursos urgen a la comunidad internacional a buscar formas alternativas de energía, pues los combustibles fósiles están por agotarse y, al igual que el carbón, tienen un importante impacto negativo en el medio ambiente.

El anterior es uno de los principales argumentos a favor de la energía nuclear. Supuestamente su uso generalizado disminuiría considerablemente las emisiones de gases a la atmósfera. Otra ventaja que se le atribuye es que, en comparación con otros tipos más ecológicamente amigables, como la energía solar, es menos costosa.

La energía hidroeléctrica, por ejemplo, no sólo es costosa, sino que además daña severamente los ecosistemas en los que se produce. Por lo tanto, la mayor virtud de las plantas nucleares es el hecho de que, con pequeñas cantidades de combustible, puede producirse energía en volúmenes estratosféricos y, por ello, representa un gran ahorro de inversión en energía.

Entre los argumentos en contra, el principal, es el riesgo que acarrea. El desastre nuclear en Chernobil en 1986, cuya planta se dedicaba a la producción pacífica de energía nuclear es el ejemplo más conocido.

Mientras el gobierno ruso ha tratado de minimizar los costos que tuvo el desastre, la Organización Mundial de la Salud, en 2005, calculaba que hasta 4,000 personas podían morir a causa de la radiación a la que fueron expuestos tras el accidente ocurrido 20 años atrás, sin embargo, no llegaban a cincuenta las defunciones que las autoridades gubernamentales le atribuían al hecho.

Otra experiencia importante para el mundo es el accidente ocurrido en 1979 en la central nuclear Three Mile, en Estados Unidos. Pese a que está ubicada en una isla, hubieron consecuencias serias y el impacto real fue mucho mayor al reconocido oficialmente. Según un estudio científico citado por Green Peace, en las zonas cercanas ubicadas viento a favor, los índices de cáncer pulmonar son cerca de 6 veces más elevados que en otros sitios cercanos a la planta TMI y los índices de leucemia también incrementaron considerablemente. Dicho estudio también revela daño cromosómico en las plantas y animales de la zona.

La experiencia histórica demuestra que, por mínimo que sea, el riesgo existe. Cualquier error humano, “por improbable que sea”, puede ocasionar enormes. Ante cualquier debate científico o económico, el debate ético es el que puede derribar los argumentos que defienden a la energía nuclear.

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