TERROR POR LA PERSECUCIÓN DE INDOCUMENTADOS

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Columnas
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Educar para adquirir conciencia de la justicia. Educar para que no se pierda un solo talento por falta de oportunidades.

Josefina Aldecoa (1926-2011)

Todo depende del lado del cristal con que se mire. Para los grupos ultraconservadores de la población estadunidense, por ejemplo, es bueno que se frene la migración ilegal a Estados Unidos. Ellos creen que así eliminan la “importación” de delincuentes desde naciones donde no hay orden y respeto a las leyes y, por ende, a las autoridades.

Acusan principalmente a México de exportar criminales que asolan cinturones de pobreza en las comunidades de la Unión Americana.

Traumatizados por lo que hizo Fidel Castro cuando abrió en 1980 las fronteras y salieron del puerto de Mariel más de diez mil inconformes con el gobierno cubano. Fidel, en venganza contra EU, sacó a delincuentes de las cárceles y los envió en barcos a Florida. Así se fundaron varios grupos criminales que fueron actores de la violencia en Miami, sobre todo.

Sin embargo, en cuanto a México es un gran mito. La gran mayoría de mexicanos que cruzan la frontera con el vecino del norte buscan mejorar sus vidas y encontrar oportunidades que no tienen en su patria. Son gente buena y de trabajo.

Ahora bien, cuando el gobierno de Estados Unidos de verdad quiera frenar esa migración indocumentada lo hará con la mano en la cintura: en la Casa Blanca saben que necesitan de esa mano de obra que presta la gran mayoría de trabajadores del campo, donde se rompen las espaldas los paisanos y que es barata. Como diría Vicente Fox, los indocumentados hacen los trabajos que son extenuantes y que no quieren realizar los nativos de aquel país.

Con fines electoreros y politiqueros, no dejan de golpear a nuestros paisanos con impuestos a las remesas; persecuciones con violencia en sus centros de trabajo; en iglesias; en centros comerciales y en todos lados.

Los policías, que generalmente son iletrados y racistas, violan sistemáticamente las leyes y los derechos humanos. Los dramas de miles de seres humanos están a la vista de todos.

Por ello, el gobierno de Donald Trump debe enfocarse en poner orden, dentro del margen que le otorga su Constitución, que pese a cumplir más de 200 años es de las más avanzadas del planeta.

La violencia no es el camino para frenar a la delincuencia. Se necesitan sistemas de inteligencia policiaca. Neuronas, pues, y no garrotes.

Poder

Definitivamente no son patrimonio ni de México ni mucho menos de la humanidad las estatuas del dictador Fidel Castro y del asesino argentino de la revolución cubana, Ernesto Che Guevara. A esos personajes los deben juzgar los cubanos. Acabó el romanticismo revolucionario de las juventudes de los sesenta y setenta. No podemos esperar a que la historia enjuicie a los dictadores. Eso no es justicia. En Cuba y en el mundo están documentados los crímenes de los hermanos Castro, quienes por mantener el autoritarismo llegaron al extremo de aniquilar a los que piensan diferente al socialismo isleño. Mientras, la alta burocracia cubana vive en la opulencia. Y me consta. Ya hablaremos de ello después. Por lo pronto que subasten las estatuas nos tiene sin cuidado. Así, quien las compre las podrá contemplar día y noche en la comodidad de su casa.

Dinero Empresarios de México, EU y Canadá ven incertidumbre en las reglas comerciales que se podrían modificar en el TMEC. La revisión se convertirá en renegociación, lo que podría romper varios acuerdos entre las tres naciones. Por ello, la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz, que lidera Odracir Barquera, pidió al titular de Economía, Marcelo Ebrard, que se revise primero el marco laboral del acuerdo comercial trinacional y no aprobar ahora la jornada de 40 horas. Suena lógico.

Responsabilidad y Gobernanza La Universidad Anáhuac México, bajo la rectoría de Cipriano Sánchez, organizó una jornada de salud en colaboración con la Arquidiócesis de Tlalnepantla, que dirige el obispo Antonio Fernández Hurtado, para llevar atención médica integral a la comunidad de Magdalena Chichicaspa, en Huixquilucan.

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