Abierta la pasarela en Estados Unidos para el desfile de trapitos al sol del país, Petróleos Mexicanos acaba de llevar a Nueva York una demanda contra la empresa alemana Siemens, a la que acusa de haber sobornado a sus funcionarios a cambio de un contrato… cuyo costo se estiró como chicle.
La manzana de la discordia son las obras de reconfiguración y modernización de la refinería de Cadereyta, Nuevo León, que en el papel se terminó en la recta final del sexenio zedillista, inauguración al calce a vuelo de fanfarrias.
Ubicada la oferta del consorcio Comproca, al que concurrían, además de Siemens, la empresa coreana Sunkyong Engineering y la mexicana Tribasa con carácter minoritario, como una ganga imposible de igualar por cualquier firma constructora mexicana, estamos hablando de mil 700 millones de dólares, lo que parecía panacea resultó pesadilla.
Hete aquí que para equilibrar sus costos el consorcio utilizó materiales usados que en México le llamaríamos de “doble cachete”, además de mano de obra improvisada, reclutando a 400 jóvenes para hacerla de soldadores, canjeando con ello la exigencia de dos años de acuartelamiento en el servicio militar.
Las plantas se entregan inconclusas, al punto de tener que llevar petróleo del puerto de Dos Bocas, Tabasco, para hacer las pruebas.
Aún así, resultó que Comproca le demandó a Pemex el pago adicional de 850 millones de dólares por supuestos vicios ocultos en el contrato, en cuyo marco se llevó el litigio a la Corte Internacional de Comercio de París, cuyo panel de solución de controversias le dio la razón a los extranjeros.
Sin embargo, el pago a que se obligaba la empresa pública se redujo a 282 millones de dólares.
Pemex, a su vez, había planteado una demanda en paralelo ante el propio organismo por mil 100 millones de dólares por daños y perjuicios… que no prosperó.
Emitido el laudo favorable a Comproca en abril del año pasado, la paraestatal lo impugnó ante los tribunales mexicanos, sin que hasta el momento haya llegado una resolución.
Apenas
En su contraataque, en paralelo, decíamos, Pemex está planteando demandar por supuestos cohechos primero para la obtención del contrato; luego, para evitar reclamos de la empresa ante el uso de materiales de segunda; y finalmente, para aceptar el finiquito de las obras cuando la capacidad instalada no llegaba a 43 por ciento.
Colocada la demanda en la Corte para el Distrito Sur de Nueva York por el abogado estadunidense Thomas Goldstein, este habla de siete pagos indebidos de alemanes y coreanos, por más que no menciona los receptores desde la mesa de la paraestatal.
La moda de desnudar en Estados Unidos la corrupción en el país se inició cuando una firma local aceptó haber sobornado a un funcionario de la Comisión Federal de Electricidad con un yate, un Ferrari y cuentas en dólares, a cambio de un contrato; desde otro ángulo, otra firma aceptó haber dado cohechos al gobierno para mantenimiento de aviones, colocándose en la extensa fila las “mordidas” que habría dado la cadena Wal Mart para garantizar su expansión acelerada.
El escándalo apenas empieza.