Antes de negar con la cabeza, asegúrate de que la tienes.
Truman Capote
Habemos muchas personas a las cuales nos cuesta decir que no. Decir que no a un plan al cual no queremos ir, declinar trabajo adicional (aunque en verdad no es algo que nos correspondería), ir a una comida familiar cuando tal vez ese fin de semana ya teníamos otros planes, o un sinnúmero de cosas que preferiríamos evitar y por alguna razón u otra nos cuesta declinar.
Y en realidad también existe el otro lado de la moneda: cuando invitamos a alguien a algo, o le pedimos alguna cosa, esperamos no solo que nos diga que sí, sino también que ese sí sea auténtico.
Con este otro lado de la moneda Rachel Schlund, investigadora en la Universidad de Chicago, y sus colegas publicaron un nuevo estudio en Scientific Reports donde sugieren que una posible ruta hacia obtener un sí genuino es hacer una negación más sencilla. Es decir, los resultados indican que ofrecer a la gente un guion claro y socialmente aceptable para negarse puede ayudar a contrarrestar las normas que, por cortesía, a menudo conducen a un cumplimiento a regañadientes.
Para llegar a esto los expertos realizaron dos estudios. Los participantes en el primero fueron 174 estudiantes universitarios a quienes se pidió acceder a una petición deliberadamente incómoda: desbloquear sus teléfonos y entregárselos a un investigador para que se los llevara del cuarto.
En estudios anteriores en los que se utilizó este método se observó que los participantes no se sentían más libres para decir que no, aunque se les dijo que tenían derecho a negarse. Así que, en esta ocasión, a la mitad de los participantes se les dio una frase específica que podían utilizar para negarse: “Prefiero no hacerlo”. Luego de escuchar la petición, entregaron sus teléfonos o se negaron; e indicaron qué tan libres, cómodos y capaces se sentían de decir que no.
Los resultados mostraron que los que recibieron un guion para rechazar la petición se sintieron significativamente más libres para decir que no, que aquellos a quienes simplemente se les dijo que tenían derecho a negarse. Según los investigadores, esto sugiere que proporcionar un lenguaje concreto y explícito puede ayudar a las personas a sentirse más capaces de decir que no.
Decidir
Sin embargo, sentirse más libre para negarse no se tradujo necesariamente en un cambio de comportamiento: siete de cada diez de los participantes del grupo del guion siguieron entregando sus teléfonos. Aunque se sintieron más capacitados, su comportamiento no cambió de forma significativa.
Para averiguar si se podía animar a los participantes a rechazar la petición, el equipo realizó un segundo estudio que reproducía en gran medida el primero, pero con diferencias más marcadas en el lenguaje. Como antes, se pidió a los 323 participantes que entregaran sus teléfonos desbloqueados, aunque esta vez el guion incluía lenguaje de rechazo tanto al principio como al final de la petición, con frases como “prefiero no hacerlo” y “no, gracias”. En cambio, en la condición de control se volvió a hacer hincapié en el derecho a negarse sin sugerir una redacción específica.
Los participantes a los que se les ofreció un lenguaje específico para negarse se sintieron más libres para decir que no, que aquellos a los que solo se les recordó que podían negarse, aunque esta mayor sensación de libertad volvió a no producir ningún cambio real en el comportamiento: la mayoría de los participantes siguieron entregando el teléfono.
Con esto, el equipo sugiere que al ofrecer un guion para decir que no se podría conseguir que la gente se sienta realmente más libre para decidir si hace algo o no, lo que produce una respuesta más genuina.
Este sutil cambio en la manera de formular las peticiones parece anular las normas sociales que fomentan el acuerdo automático, haciendo que la experiencia de decir no resulte más aceptable.
¿Y a ti te cuesta trabajo decir que no?