¡Encontrar el hilo negro! Es algo que comúnmente hacen nuestros congresistas mexicanos a nivel federal y local. Basta una idea con potencial electoral, porque obviamente este tipo de medidas llegan casualmente en temporada de campañas, para que se desate el ingenio parlamentario.
La nueva reforma de moda en este momento es la prohibición de alimentos y bebidas con alto contenido calórico para su venta a menores. Primero fue Oaxaca, después Yucatán y ahora como efecto dominó diversos Congresos estatales ya están formados para subirse a “la máquina locomotora del reformismo”.
Imprescindible, sin embargo, es analizar el origen de la idea antes de modificar Constituciones estatales y federales sobre las rodillas.
La premisa legislativa es muy simple: prohibir a niños y adolescentes la compra de postres y bebidas azucaradas, como por arte de magia, les hará perder peso.
Veamos qué sucedió en Estados Unidos cuando se implementaron medidas prohibicionistas en este sentido. Recordemos que nuestro país vecino encabeza la lista de naciones con mayor índice de obesidad, según datos de la OCDE. En EU 38.2% de la población adulta padece obesidad, así como 19% de niños y jóvenes.
Por lo anterior Michelle Obama emprendió una cruzada en febrero de 2010, un año después de convertirse en primera dama, para combatir la obesidad infantil. ¡A moverse! —Let’s move!— fue un programa que impulsó la actividad física en las escuelas y restringió el acceso de alimentos y bebidas con alto contenido calórico a casi 30 millones de estudiantes en 99 mil colegios del país. El presidente Barack Obama incluso firmó un memorando presidencial para apoyar esta medida.
¿Cuál fue el resultado de esta iniciativa prohibicionista? Definitivamente un acto que limitó la libertad y empoderó las políticas restrictivas: jamás disminuyó la obesidad infantil en EU. Aún más preocupante es pensar que la obesidad aumentó y sigue aumentando. Un reciente estudio publicado en 2019 en The New England Journal of Medicine, una de las revistas médicas más prestigiosas a escala mundial y publicada ininterrumpidamente durante los últimos 200 años, documenta que de continuar el incremento en las cifras al ritmo actual la mitad de los estadunidenses serán obesos dentro de diez años.
Las iniciativas prohibicionistas no disminuyeron los índices de obesidad en EU, pero lo que sí lograron fue frenar la economía de libre mercado. Por ello en 2020, es decir, a diez años de distancia de las iniciativas prohibicionistas, EU por medio de su secretario de Agricultura, Sony Perdue, dio marcha atrás a las limitaciones anteriormente impuestas y anunció mayor flexibilidad en los menús escolares.
Preguntas
Regresemos a México. En un entorno de precariedad laboral en tiempos de pandemia ¿en verdad queremos que nuestros legisladores restrinjan el libre mercado y contengan la ya de por sí lenta reactivación económica?
Más de un millón 59 mil establecimientos en nuestro país venden alimentos y bebidas con alto contenido calórico, establecimientos que dan trabajo a por lo menos 2.7 millones de mexicanos.
De replicarse la legislación aprobada en Oaxaca y Yucatán el sector más afectado sería el pequeño comercio, que representa 94% de los establecimientos que venden estos productos. Las tienditas de la esquina, fondas, loncherías y pequeños negocios en conjunto generan un millón 900 mil empleos.
El sector empresarial calcula que podrían verse afectadas hasta 66% de las ventas de estos establecimientos. Además esta prohibición es violatoria del marco jurídico nacional al ser contraria a la Ley Federal de Salud y a la Ley Federal de Competencia Económica. Restringe también los derechos del consumidor limitando su acceso a una amplia oferta de productos.
La pregunta es: ¿la solución contra la obesidad infantil en México será prohibir o educar a las nuevas generaciones con hábitos saludables?