El martes 13 se llevó a cabo el debate entre los aspirantes a la candidatura a la Presidencia de Estados Unidos por el Partido Demócrata, donde hasta ahora la contienda ha sido bastante aburrida y hubo mucha expectativa para que esa primera contienda moviera el escenario.
Hillary Clinton tuvo un buen desempeño durante el debate. Su campaña había estado plagada de dificultades, en especial por el escándalo sobre el servidor privado que utilizó para mandar mensajes oficiales como secretaria de Estado. Además se le había señalado por cambiar de opinión acerca del acuerdo transpacífico y de ser demasiado indulgente con Wall Street y los banqueros.
El debate, transmitido por la cadena televisiva CNN, fue su primera oportunidad para defenderse… y lo hizo muy bien: algunas respuestas sonaron muy ensayadas, pero en general Clinton demostró su experiencia tanto en hacer campaña como en hacer política.
Su contrincante más fuerte, Bernie Sanders, también tuvo un buen desempeño, pero aún está por verse si su estilo antisistema puede ser atractivo para un segmento más amplio de la población.
Hubo un momento en el que Hillary declaró que no está en desacuerdo con el senador de Vermont en lo que debe cambiar, pero sí en el cómo: mientras que Sanders hizo un llamado a la revolución, Clinton respaldó las acciones del gobierno de Barack Obama como un buen comienzo.
Esta chispa revolucionaria ha ayudado a Bernie Sanders a convertirse en el candidato outsider en la contienda del Partido Demócrata y a llenar sus mítines con gente joven e idealista. Las encuestas dirán si otros sectores de la población, después de verlo en el debate, también se sienten atraídos por la actitud revolucionaria del senador.
Otra mirada
Martin O’Malley, ex gobernador del estado de Maryland, aprovechó la oportunidad para darse a conocer a escala nacional, aunque fue opacado por Clinton y Sanders.
Quienes no tuvieron una buena noche fueron Lincoln Chaffee y Jim Webb: el primero lucía nervioso y el segundo batalló para expresar sus ideas en el tiempo que se le asignaba. No sorprendería si alguno, o ambos, se retiran de la contienda antes del próximo debate.
Lo que quedó claro el martes fue el mensaje del Partido Demócrata: no somos como la competencia.
El momento más recordado de la noche fue cuando Bernie Sanders se rehusó a atacar a Clinton. Dijo que la gente estaba harta de escuchar sobre el escándalo de su servidor de correos y prefirió hablar sobre propuestas. El público demostró estar de acuerdo con un fuerte aplauso.
Fue un gran contraste con las acusaciones y ataques personales que vimos en los dos debates entre los aspirantes republicanos.
Martin O’Malley resumió el tono del debate con su mensaje de cierre: “En este escenario no escuchaste a nadie denigrar a las mujeres o hacer comentarios racistas acerca de inmigrantes, no escuchaste a nadie hablar mal de otro estadunidense por sus creencias religiosas… Necesitamos apelar al bien dentro de nuestro país”.