A RITMO DE SAMBA

Guillermo Deloya
Columnas
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Si bien las grandes oportunidades para el desarrollo y la inversión han marcado ruta para nuestro país hacia la cofradía con las naciones del norte, la multiplicidad de relaciones internacionales también es un factor de equilibrio para que México explore mayores horizontes.

Un poderoso cemento que amalgama empatía es la fraternidad latinoamericana que, más allá del discurso, bien puede marcar positivamente un reinicio de etapas donde nuestro país no se ausente.

Es en estos casos donde llama la atención la dinámica que adopta la Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe (Celac) en su más reciente edición. En esta ocasión en que Argentina es anfitriona la gran noticia es la reaparición del presidente Lula da Silva, cuya participación deja un llamado para México a efecto de no mirar con exclusividad a Estados Unidos y Canadá como sus potenciales y únicos aliados para el desarrollo futuro.

De hecho, el presidente de Brasil justificó en el pasado su capacidad para la promoción de una América más integrada hacia el sur; dicha vocación se reflejó en las numerosas veces en las que se realizaron foros latinoamericanos dirigidos por el brasileño, además de convertirse en un constructor natural de relaciones de los países emergentes afiliados a organismos como Unasur y la propia Celac, con naciones altamente industrializadas. Ahí la creación del denominado grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) generó un polo de atracción que ahora, en este renovado nuevo mandato brasileño, se lustra con ese protagonismo que interrumpió por algunos años.

La presencia de Lula en la cumbre de la Celac estuvo precedida de una visita oficial a Argentina, donde el anunciado plan de integración entre ambos países se antoja como el más ambicioso históricamente. Incluso se anunció la posibilidad de la creación de una moneda común con alcances regionales, sin que se pierda en su totalidad el uso del real ni del peso. Este plan de hondo calado relanza la relación entre países para promover el comercio bilateral y generar un puente común hacia toda América, donde ambas naciones sudamericanas se fortalezcan y se beneficien.

Agenda

Y aquí no es extraño que Argentina reciba con agrado este impulso ante la parálisis que enfrenta en un escenario de hiperinflación que ya llega a topes de 95%. El presidente Alberto Fernández está inmerso en un callejón donde no hay posibilidad de encontrar financiamiento internacional que promueva la creación de infraestructura productiva.

Así, el anuncio conjunto con su par brasileño, donde se prevé la construcción de un gran gaseoducto, es oxígeno puro para Argentina, que hoy busca bocanadas de aire para su subsistencia.

Con ello el afianzamiento que logra Brasil como protagonista americano quita a México de un primer peldaño y lo obliga a tomar una postura de mayor solidaridad y apertura hacia los rumbos y políticas provenientes del sur.

México tendrá que lanzar propuestas de posible y efectiva realización que se concreten en un futuro en ser anfitrión de países. No basta con menciones en calidad de aspiración, de creación de fondos, rectoría de organismos o llamados al apoyo si estos no son reales vías de creación de desarrollo donde los mexicanos seamos rectores del proceso. Seguir en este camino relaja un proclamado liderazgo que ahora, con justificación y bríos, sin duda está del lado de Brasil con su presidente al frente. Por otra parte, Argentina aprovecha el reflector que le dio la rectoría del organismo regional para posicionar una agenda política y económica de salvamento y conveniencia que, a su vez, pone a Brasil en un primer plano.

México está en una posibilidad enorme para aprovechar las condiciones que arroja la guerra comercial que EU inició con sus pares chinos, además de aprovechar por igual la cerrazón que la guerra Rusia-Ucrania le propicia a Europa. Sin embargo, perder vínculos y liderazgo ante sus pares latinoamericanos debilita su postura en un plano internacional y de negociaciones que puedan equilibrar la visión mexicana de una América integrada.

¿Cómo y con qué elementos vamos a sostener ese discurso de un amplio liderazgo y rectoría de relaciones de la América solidaria sin tener credenciales y propuestas para el desarrollo conjunto? Gran pregunta.