EL ETERNAMENTE PRESENTE TEMA MIGRATORIO

“La reversión de la política migratoria de Donald Trump tendrá que pasar por duras aduanas”.

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Columnas
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No es casualidad que hace pocos días en su primer discurso pronunciado ante ambas cámaras del Congreso el presidente norteamericano Joe Biden haya puesto especial énfasis en el tema migratorio, incluso para identificarlo como producto de una “larga guerra partidista” en dicho país.

Ese llamado al consenso es una bandera blanca después de casi tres décadas de discursos que se han declamado solo con retórica y recriminación. Un tema para el que ya no es posible, por la dinámica que la movilidad de personas adopta, postergar su solución, que de no darse en un momento único bien podría concebirse como un proceso pausado que encontraría conclusiones hacia los próximos ocho años.

Parece excesivo hablar de casi una década hacia el futuro, pero estamos ante la necesidad de conceder calidad migratoria a poco más de once millones de indocumentados, quienes potencialmente podrían alcanzar la ciudadanía norteamericana.

Menudo problema que además presiona hacia el sur del río Bravo, ya que poca o nula mejora se ha visto en lo que al trato a nuestros connacionales respecta. Las deportaciones vía rápida dejan a cientos a merced del crimen de este lado de la frontera; la capacidad punitiva estadunidense pende sobre México de forma permanente y no permite relajación alguna en la necesidad de contención de las olas migratorias centroamericanas.

Sin embargo, si en algo podríamos decir que se avanzó para generar real diferencia con la dura política de su antecesor, es en la manera en la que Biden dignificó la estancia irregular en territorio estadunidense de miles de niños migrantes, quienes ahora cuentan con la seguridad de al menos encontrar un alojo en condiciones humanas en los albergues abiertos recientemente en el sur de California. Un esquema que a pesar de la dura circunstancia no criminaliza a quienes de forma obligada tienen que vivir el calvario que significa dejar la tierra y buscar fortuna allende de la frontera.

Realidad

La reversión de la política migratoria de Donald Trump tendrá que pasar por duras aduanas que tienden a ralentizar la implementación de una reforma integral. Sin embargo, paso a paso se puede ganar terreno con un presidente Biden que se muestra dispuesto a negociar, en un primer momento con aquellos republicanos moderados con quienes podría gradualmente conseguir la restauración de la protección temporal de los dreamers y la regularización por el trabajo de miles de trabajadores agrícolas considerados eventuales, a quienes difícilmente se volteó a ver en pasados años.

Pero vale la pena subrayar que el camino no será fácil, sobre todo cuando es un tema que se impregna inevitablemente del aroma de la política partidista donde hoy subsisten profundas heridas derivadas de la pasada elección. No será tarea sencilla contar con los votos necesarios para dar esos dos pasos en la aprobación paulatina de temas, como tampoco será fácil el apoyo permanente de un segmento demócrata más radicalizado que propugna por una reforma integral y de dimensiones mucho más amplias que la que se ha puesto sobre la mesa.

Y la necia realidad se encarga de poner a la vista la relevancia del fenómeno migratorio en tiempos de astringencia económica. Un récord sostenido en el envío de remesas hacia nuestro país, combinado con una muy modesta recuperación que signifique empleos suficientes en México y una frontera prácticamente cerrada para los paisanos, constituyen un escenario de complicado análisis.

Lo cierto es que en marzo de este año se alcanzó una nueva cifra consistente en cuatro mil 152 millones de dólares por envíos de dinero desde el país vecino del norte. Ingresos económicos que rebasan la totalidad de los obtenidos por la actividad turística y que llegan a significar 3.8% del PIB.

A la par, desde que Biden asumió el mandato, se detuvo en el mismo mes de marzo una agigantada cantidad de cerca de 173 mil indocumentados en la zona fronteriza con México.

Grave es que nuestro país no se armonice con una agenda migratoria que requerirá esfuerzos coordinados precisos. La propuesta de interacción para generar una correlación peculiar entre lo medio ambiental y lo migratorio no fue bien recibida por nuestros vecinos. La ventana es breve y los tiempos apremian. ¿Es ahora o nunca?

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