REGRESAR PARA APRENDER

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Columnas
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Poco más de ocho meses han bastado para visualizar la enorme importancia que tiene la actividad educativa, no solo en el campo de la formación sino transversalmente como equilibradora de la actividad social, económica y familiar. En este trayecto de encierro involuntario, al igual, se ha podido constatar la enorme brecha que aún prevalece en el ámbito.

La carencia que se experimenta al ejercer la noble labor de educar, así como las dificultades a las que se enfrentan alumnos en su aspiración de adquirir conocimiento, se han puesto en la charola de impostergables para su atención definitiva.

Hay un antes y un después en varios rubros que el Covid ha modificado pero debemos tener claro que uno de los más sensibles por su importancia colectiva es sin duda el educativo. No puede ser distinto en un escenario inédito; se tiene que redefinir el sistema desde sus bases para procurar una finalidad acorde a lo que esta experiencia arroja. Desde la responsabilidad compartida por padres de familia, estudiantes y educadores, misma que hace sistema en tiempos difíciles, hasta una nueva visión de Estado traducida a adecuaciones legislativas y de políticas públicas para alinearnos a la nueva realidad.

El anuncio de la Secretaría de Educación Pública sobre el regreso a clases es esperanzador pero solo visualiza una cara de la totalidad de condiciones que harán que exista un retorno con bases de provecho. En primer término aún pende la posibilidad del comportamiento y evolución de la enfermedad misma. No es permisible en un esquema de crecimiento de contagios que se vuelva al aula, así como tampoco es deseable que no existan las condiciones suficientes para la previsión sanitaria y de infraestructura para los alumnos que con gran ánimo regresan a sus escuelas. En conjunto el sistema educativo mexicano se enfrenta a su mayor disyuntiva en la historia. A casi un siglo de la creación de la Secretaría de Educación estamos en el punto de inflexión en el cual se tendrá que decidir cómo vamos a transitar entre lo que obligadamente nos llevó a cambiar de raíz.

Evaluación

Parecería que estamos en el trayecto hacia una nueva modalidad educativa donde, como seguramente ocurrirá en el mundo, la predilección será el formato híbrido. Una mezcla equilibrada de acuerdo a la circunstancia de educación presencial y educación a distancia. Sin embargo como primer paso tendremos que contar con mayor certeza sobre los resultados arrojados en esta que puede considerarse una etapa experimental. El esfuerzo acelerado que implicó llevar por la vía de la tecnología los contenidos educativos debe valorarse y cuantificarse para estimar dónde se debe recalibrar con acciones concretas. Es así que la suplencia del uso de internet y plataformas educativas a distancia, mediante el sistema televisivo Aprende en casa, pudo subsanar en parte la brecha tecnológica que el país experimenta. Pero no es útil si no se mide cuantitativa y cualitativamente para conocer el aprovechamiento en atención, adquisición de habilidades, fijación y permanencia del conocimiento adquirido, así como el grado de interactividad procurado entre educandos y educadores. Lo que no se cuantifica ni mide difícilmente puede encauzarse positivamente; y con seguridad el aprendizaje que arrojaría la experiencia evaluada sería sumamente provechosa para la totalidad de involucrados en este renovado sistema de conocimiento.

Hay una coincidencia en opiniones en el sentido de la apertura educativa: con las necesarias seguridades es el camino correcto. La propia ONU por medio de UNICEF es tajante en ese sentido: los gobiernos deben tomar las medidas necesarias para mantener abierto el sistema escolar y evitar así el creciente daño al aprendizaje y al bienestar de los estudiantes. Tan solo con la nueva ola de contagios 320 millones de alumnos continúan sin acudir a la escuela y se sigue optando por medidas restrictivas a la presencia de los mismos, en vez de afianzar las normas que permitan la vuelta a clases. Por ello es plausible el esfuerzo de la SEP pero también es un momento que puede arrojar mucho provecho para la experiencia futura; ese horizonte donde todos queremos a nuestros estudiantes sanos pero igualmente plenos en su desarrollo y vinculación social. Solo así tendremos mejores mañanas para todos.

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