Raymond Aron, filósofo y politólogo francés, concebía a la historia como un ciclo en movimiento cuyos conceptos y argumentos están continuamente en el apego del entendimiento social. Nunca un componente de la historia de un pueblo evoluciona y se modifica sin que este sea un proceso de definición colectiva acorde al momento y a la narrativa que se vive en el contexto.
De esta forma, desde la idealización poliédrica atestada de claroscuros que nos presentó como un mapa el poeta López Velarde el concepto de patria ha sido un lienzo con brochazos coloridos que los mexicanos trazamos conforme a un entender que, en tiempo actual, tiende a desdibujar esa identidad adquirida en los libros de texto y en el oficialismo recalcitrante con el que se colmó en muchos el conocimiento.
Pero el descoloramiento no implica en forma alguna desviación negativa ni desarraigo. Es quizá más bien la nueva preparación de la obra montada en caballete, donde cada uno de nosotros habremos de aportar.
Así, la pregunta podría permanecer irresuelta si inquirimos de cada mexicano: ¿qué es la patria? Un concepto cuya evolución parte desde puntos inciertos. Somos un país que se ha transformado sustancialmente no solo desde aquella concepción poética de 1921, sino en algo tan próximo con un par de décadas. Hemos transmutado el bono demográfico que campeaba a principios de los noventa hacia una población mayormente concentrada en la madurez adquirida a los 30 años. Hoy la economía por igual mueve fortunas e infortunios para contar con cerca de 1% de mexicanos que se podrían considerar sumamente solventes. Aquellos que viven con holgura de una fortuna considerable representan quizás un millón 200 mil patriotas. En otro tramo inferior inmediato, seis millones de nacionales se consideran en categoría de una clase alta-baja. Familias ricas de pocas generaciones con estabilidad suficiente de ingresos que son aproximadamente 5% poblacional.
Pero el real soporte de un México complejo se recarga en aquellos en los tramos de categorías como media-alta y media-baja. Profesionistas y empresarios motores de la economía y la captación tributaria del Estado que aglutinan un cúmulo de 42.8 millones de personas.
Tarea común
En la base de la gran pirámide ubicamos a quienes siguen siendo a quienes la justicia social históricamente les adeuda una patria más generosa: 75.6 millones de mexicanos hoy pertenecen a ese estrato clasificatorio donde muchos se mantienen en estado de subsistencia. La base de población baja-alta y baja son un problema sin resolver que se sigue alimentando de desesperanza.
Resulta sorprendente en estas condiciones que un país con flagelos tan dolorosos como la pobreza, la inseguridad y la polarización aún se pueda regocijar en ánimo festivo para ondear una bandera y gritar el “Viva México” en tonos de reivindicación.
Somos una nación a que si bien la cruenta realidad resta esperanza, los símbolos, la historia y el cambiante concepto de patria le devuelve la fe perdida. No renunciamos al reclamo de un futuro promisorio que, puesto a veces como una zanahoria colgante ante nuestra vista, sigue adornando las líneas de los discursos patrioteros que relucen en estas fechas.
Pero México debe poco a poco buscar las vías para la generación de un nuevo consenso social que a su vez fortalezca la concepción más generosa de una patria colaborativa y solidaria. Si la opción es dividirnos, el destino será ahondar las brechas de productividad y disparidad económica que hoy tenemos a la vista y que irremediablemente siguen creciendo a buenos ritmos con los años. Así como en otras épocas la exaltación de los héroes y el patriotismo se tomaba tan en serio en las aulas escolares, hoy resulta necesario el fortalecimiento de una identidad mucho más consciente de lo impostergable que resultan para su resolución los problemas que nos aquejan.
La obligación de reconfigurar positivamente el lienzo de nación sobre el cual pintó López Velarde con el colorido de 151 versos y 33 estrofas es un engranaje en movimiento: es tarea común. No es ahora con el reproche velado con el que el poeta cubrió las afrentas de la historia como conseguiremos un mejor destino. Es con trabajo comprometido que genere prosperidad incluyente como habremos edificado una patria renovada.