Este sistema monetario vigente se basa en dos pilares alucinantes. El primero es la deuda perpetuamente creciente (el “dinero” que dizque tenemos no es tal, sino meramente deuda sacada de la nada). El segundo pilar es el ritmo al que crece esta deuda: su tasa de crecimiento. Esto es, el aterrador concepto del interés y el todavía más terrorífico del interés compuesto.
Este segundo pilar es ese concepto exponencial (piramidado) que en algún momento mereció el nombre de anatocismo.
Este término yo lo integré hace años en el neologismo “tanatosismos”, título de una columna que publiqué durante algún tiempo, y que está compuesto por tres calamidades apretadas: tánatos (para los griegos, la personificación de la muerte callada, no violenta), sismo (terremoto) y anatocismo (la acción de cobrar intereses moratorios sobre los intereses devengados y no pagados; práctica mortal por necesidad, también llamada “capitalización de intereses”).
Para ilustrar este fenómeno se acostumbra el siguiente experimento mental diseñado en Alemania y llamado El penique (céntimo) de José. Consiste en calcular cuál sería el valor de un penique que José le hubiera depositado a su hijo Jesús (niño) en una cuenta de ahorros a 5% anual. ¿Cuánto crees que tendría hoy esa alcancía? Un tres seguido por 42 ceros. Eso, en peniques. Para convertir a marcos, quítale dos ceros; quedan “nada más” 40 ceros (una hipermegaburrada de dinero, más marcos que el total de estrellas en la Vía Láctea). El cálculo original fue hasta 1990. Las cifras para hoy, 23 años después, sería sensiblemente mayor.
Si se hubiese convertido ese penique en oro, al valor que tenía en ese momento, hoy (al precio actual) ese oro conformaría una esfera… ¿de qué tamaño crees? ¿Cómo una pelota de futbol o como un globo? Bueno, un poquito más grande. Concretamente, una pelota equivalente a 134 mil millones de globos terráqueos; esto es, 134 mil millones de mundos como el nuestro (al día de hoy, esa pelotototota sería sensiblemente mayor).
Un tipo de cáncer
Si los números anteriores no te tumbaron de la silla es que no leíste bien (poco probable) o (más probable) no me creíste, porque es evidente que yo soy un loco furioso y no supe explicar la alucinante dimensión del fenómeno.
Por algo dicen que Einstein calificó al interés compuesto como “la fuerza más poderosa de la galaxia”.
Y por eso mismo otros, menos asépticos que Einstein, han descrito a nuestro sistema monetario, desde sus orígenes hasta nuestros días, como “una máquina invisible que lo arruina todo”.
En fin, con estos pequeños números (aunque de manera muuuy escueta), queda claro por qué el sistema monetario que nos rige es absolutamente, totalmente, irremediablemente (y quién sabe cuántos “mentes” más) insostenible. El sistema de interés trae implícita una garantía de destrucción. La deuda mundial acumulada es impagable. ¿Cómo se “arreglará” esta situación imposible? Se intenta, lo ha hecho siempre la humanidad: armar una megaguerra que lo tape todo. ¿Lo lograrán?