AZOTEAS VERDES CONTRA EL IMPACTO AMBIENTAL DE LAS CONSTRUCCIONES

“Favorecen el retorno del agua al ciclo hidrológico”.

J. Alberto Castro
Columnas
AZOTEAS VERDES MÉXICO

Desde la década de 1960 Alemania es un líder global en el desarrollo de azoteas verdes y muchas de sus ciudades ofrecen incentivos para su puesta en marcha. Hace apenas dos años construyó el edificio verde más grande de Europa: Kö-Bogen II, situado en el centro de la ciudad de Düsseldorf, pretende ser una respuesta urbana al cambio climático.

Antes, en Darmstadt, el edificio de apartamentos de Waldspirale añadió plantas a su azotea curvada e inclinada demostrando que una azotea no tiene por qué ser plana para ser verde.

En Bonn, la azotea verde del Bundeskunsthalle tiene senderos por los que se puede caminar y claraboyas cónicas.

Y el centro comercial MAG de Geislingen ofrece en la azotea verde una zona de recreo.

Sin duda el modelo germano de las azoteas verdes ya es una tendencia que se adopta de forma sorprendente en muchas ciudades y en diferentes edificios, especialmente públicos. La razón es que aportan muchos beneficios medioambientales, notorios en la calidad de vida de las urbes e incluso a niveles económicos.

En la Ciudad de México tenemos una hermosa azotea verde en el techo del edificio central del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit). Con una extensión de dos mil 279 metros cuadrados, cuenta con más de 125 especies de plantas.

Un dato curioso es que en esta solana se concentran tres de los ecosistemas presentes en nuestro país: bosques altos, zona desértica y trópico.

Desde hace dos años ostentamos la azotea verde más grande de Latinoamérica, la cual cuenta con un área de 40 mil metros cuadrados. Ubicada en la muy conocida Plaza Satélite, en el Estado de México, la construcción y diseño de este enorme oasis citadino lo concretó el despacho de arquitectos Sordo Madaleno.

Sobre la importancia de las azoteas verdes en la lucha contra el cambio climático y en el mejoramiento de la calidad de vida en las grandes ciudades, las investigadoras Margarita Collazo Ortega, del Departamento de Biología Comparada de la Facultad de Ciencias, y Eréndira Arellano Leyva, del Posgrado en Ciencias de la Tierra del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, destacan que estos innovadores espacios de flora capturan partículas suspendidas, como hidrocarburos aromáticos policíclicos y de algunos metales pesados.

Además, aminoran las islas de calor urbano, retienen agua de lluvia y mitigan el escurrimiento, lo que disminuye la carga en el drenaje e inundaciones.

Para las universitarias, entre los servicios ecosistémicos que brindan las azoteas verdes para mejorar la calidad del aire y el agua se encuentra su contribución al combate de la contaminación atmosférica en la Ciudad de México y zona conurbana debido a la captura de dióxido de carbono (CO2) y a la producción de oxígeno.

Las científicas efectuaron distintos estudios especializados, que comparten en publicaciones y conferencias, sobre el deterioro de la calidad del aire en las grandes ciudades del país, particularmente en la Ciudad de México. Este conocimiento clave les permite confirmar que las azoteas verdes tienen la capacidad de captación de metales pesados como cadmio, cobalto, cromo, manganeso, níquel, así como de plomo, bario, titanio y zinc, que proceden de la actividad industrial y de los vehículos automotores.

Esto se realiza, dice Collazo, cuando las plantas en dichos sistemas abren sus estomas (células oclusivas) a lo largo de la noche y así efectúan la captura de CO2 y de las mencionadas sustancias.

Doctora en Ciencias Biológicas, distingue a las crasuláceas como las óptimas para este trabajo, particularmente de la denominada Sedum Dendroideum, conocida popularmente en algunos sitios como Lágrima de María.

Por su lado, Arellano Leyva menciona que hay especies que acumulan los metales pesados en sus diversos órganos. “Algunas toleran las concentraciones de estos y restringen su absorción”.

Situada a dos mil metros sobre el nivel del mar, en un valle rodeado de montañas y volcanes, la Ciudad de México presenta de manera constante una espesa capa de esmog producida por autos, fábricas e incendios forestales. El cambio climático acelera las condiciones para hacer del Valle de México el caldo de cultivo perfecto para la generación de emisiones con graves consecuencias para la salud.

Collazo recuerda que la emisión anual de CO2 es de 357 millones de toneladas en nuestro país y en la Ciudad de México supera las 22 millones de toneladas.

“Por ello es vital que se transformen esos panoramas habitacionales que carecen de vegetación, porque tenemos una ciudad gris en gran porcentaje, debido principalmente a la pérdida de áreas verdes, así como al aumento de la población, las construcciones y la pavimentación”, menciona.

Ejemplos

Las azoteas verdes, recalca, “son una buena estrategia para capturar contaminantes atmosféricos durante la época de sequía y lluvias. Su comportamiento depende de las características de la vegetación, la composición y propiedades del sustrato, así como de las prácticas de mantenimiento, procesos de degradación de materia orgánica y presencia de micro y macronutrientes”.

Además de ello, continúa, retienen agua de lluvia y mitigan el escurrimiento, lo que disminuye la carga en el drenaje e inundaciones; y favorecen el retorno del agua al ciclo hidrológico a través de la evapotranspiración.

Otros servicios ecosistémicos consisten en la disminución de la temperatura, como las islas de calor urbano, agregado a la proveeduría de hábitat y comida para flora, fauna y microfauna silvestre, lo que se traduce en beneficios a la salud.

Por ejemplo, las olas de calor que provocan temperaturas de más de 40 grados Celsius en algunas semanas de abril y mayo en Yucatán han incrementado la creatividad para combatir las altas temperaturas dentro de las casas: así surgieron los techos verdes.

En tanto, Arellano detalla que cuando cae la lluvia en una azotea verde transita por la vegetación, pasa al sustrato y a la malla geotextil; esto, concluye, “ayuda a amortiguar eventos muy fuertes de precipitación y mitigar incluso inundaciones en las zonas urbanas”.

La propuesta de las expertas universitarias de promover las azoteas verdes es muy pertinente. En Copenhague, Dinamarca, las terrazas con vegetación son por ley obligatorias. Francia ha promulgado recientemente una ley para que los edificios de nueva creación tengan, al menos, una parte cubierta de flora.

El Centro de Convenciones de Vancouver, Canadá, responde a una arquitectura integral con un techo verde de más de 24 mil metros cuadrados que aloja 400 mil especies endémicas, incluso varias colmenas de abejas.

Chicago es una de las ciudades estadunidenses que promueve el uso de azoteas verdes. Ha colocado plantas sobre su emblemático ayuntamiento, dando color a su azotea y disminuyendo su temperatura en verano.

Las plantas, los insectos y los pájaros reinan en la azotea de un hospital que da al río Rin en Basilea, Suiza. La ciudad exige colocar follaje en nuevas terrazas planas.

Así que las grandes ciudades mexicanas tendrían igualmente beneficios en la calidad del aire con estos pulmones verdes que ayudan a disminuir el impacto ambiental de las construcciones.

Suculentas: ideales en techos verdes

Las plantas ideales para las azoteas verdes son las suculentas (del latín succulentus, “jugoso”) porque tienen un órgano engrosado, especializado en almacenar agua.

Esta habilidad les permite ser más resistentes a la sequía que el resto de las plantas, por lo cual pueden sobrevivir en ambientes áridos, desérticos y climas extremos. Es decir, las suculentas serían los “camellos” vegetales.

Destacan las crasuláceas, cactáceas, agaváceas y nolináceas, apocináceas como nopales, magueyes, órganos, siemprevivas y amoles.