CON PERFIL BACTERIANO INTESTINAL BUSCAN DETECCIÓN TEMPRANA DE AUTISMO

“Los niños con autismo tienen problemas gastrointestinales muy graves”.

J. Alberto Castro
Columnas
DETECCIÓN TEMPRANA DE AUTISMO

Dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) que el autismo o Trastorno del Espectro Autista (TEA) constituye un grupo de afecciones diversas relacionadas con el desarrollo del cerebro.

En particular, a nivel sicobiológico sobresalen dos síntomas principales: las deficiencias en la interacción social y los patrones repetitivos de comportamiento que se manifiestan antes de los 30 primeros meses de vida y dan lugar a un deterioro del desarrollo emocional y cognitivo.

Afecta a todas las áreas de la vida de una persona y se considera una de las patologías más graves del desarrollo, la conducta y la comunicación.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Alicante y la Universidad de Murcia encontraron evidencias de la implicación de ciertas bacterias en el autismo. En este sentido, el doctor Agustín Ernesto Martínez-González afirma que los síntomas gastrointestinales son comórbidos con el TEA. Por lo tanto, la sospecha de que existen alteraciones en la composición microbiana o disbiosis del microbiota intestinal en el autismo es cada día más fundada.

De hecho, algunos estudios sugieren que dicha alteración podría ser un factor que contribuya a la aparición de síntomas del TEA.

La investigación, de más de tres años de duración, analizó el microbiota intestinal de los niños con autismo a nivel mundial. Entre las más importantes revelaciones se descubrió que la bacteria Bifidobacterium tiene una presencia significativa en niños con autismo. Siendo una de las primeras bacterias en colonizar el intestino de los recién nacidos, este microorganismo se asocia con una desorganización en la flora intestinal (disbiosis) que podría influir negativamente en el neurodesarrollo infantil.

En México un grupo de investigadores que lidera José Luis Acosta Rodríguez, del Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional (CIIDIR), unidad Sinaloa, profundiza sobre las causas que dan origen al TEA, tanto ambientales como genéticas.

Con este conocimiento los científicos del Instituto Politécnico Nacional (IPN) buscan implementar pruebas de diagnóstico temprano a infantes menores de un año, con el propósito de implementar terapias centradas en disminuir en niños con TEA algunos de los factores que les impiden socializar.

Acosta Rodríguez, contactado en Culiacán, dice que uno de los propósitos de la investigación es poner en marcha pruebas de diagnóstico temprano a bebés para encontrar indicios del Síndrome Gastrointestinal (GI).

El equipo interdisciplinario que lidera este joven científico ha descubierto que las bacterias presentes en todo en el cuerpo, y en particular las del intestino, sirven para el metabolismo, el fortalecimiento del sistema inmunológico y, por supuesto, el buen desarrollo del cerebro.

La idea de los científicos con las pruebas de diagnóstico temprano es aplicarlas a niños de un año o máximo dos con el propósito de no esperar a que tenga cuatro, cuando aparecen diversas manifestaciones conductuales que indican el desarrollo de autismo y el riesgo de atender demasiado tarde esta alteración del desarrollo neurológico. Por medio de su perfil bacteriano intestinal estos especialistas pueden saber si el bebé puede desarrollar el TEA.

También desvelan la clara evidencia de que los niños que presentan autismo tienen problemas gastrointestinales muy graves. Los niños con perfil bacteriano proclive al autismo pueden ser tratados de forma anticipada con probióticos que estabilicen las alteraciones en la composición microbiana. Los politécnicos probaron ya probióticos contra el GI creados por ellos en ratones y funcionaron favorablemente; ahora se preparan para efectuar distintos estudios de orden clínico para experimentar y lograr que este efecto en ratones se vea en niños.

Impacto positivo

De acuerdo con el biólogo formado en la UNAM hay evidencia científica de que al tratar con probióticos el GI en niños con TEA mejora en buena medida su comportamiento en el ámbito de la socialización.

Acosta Ramírez indica que por medio de un examen de sangre o de la saliva se puede obtener el DNA del bebé y descubrir si presenta una carga genética fuerte que lo predispone a desarrollar autismo; eso excluye lo de las bacterias. Lo innovador es que con estas herramientas y los nuevos conocimientos se pueden hacer diagnósticos personalizados, sea por DNA o por desbalance de bacterias.

Los creadores de las pruebas anticipan que con estas se podría identificar a niños con una carga genética fuerte que los inclina a padecer autismo. Otro grupo sería el de aquellos que necesitan solo terapias de dietas y probióticos a la medida. Por ello la meta del equipo investigador es que cada padre sepa la situación de su hijo con respecto al TEA.

Igualmente advierten que esto último es muy importante para iniciar de manera inmediata la terapia que contrarreste las secuelas negativas del autismo. Entre más tarda la atención al niño autista hay más posibilidades de no lograr un mayor porcentaje de sociabilidad o conseguir significativos cambios conductuales.

Para el especialista las pruebas de diagnóstico temprano y las intervenciones sicosociales con base en evidencias pueden mejorar las aptitudes sociales y la comunicación; y tener un impacto positivo en el bienestar y la calidad de vida de las personas con autismo.

Asienta que estas presentan a menudo afecciones comórbidas, como epilepsia, depresión, ansiedad y trastorno de déficit de atención e hiperactividad, y comportamientos problemáticos como dificultad para dormir y autolesiones.

El nivel intelectual varía mucho de un caso a otro y va desde un deterioro profundo hasta casos con aptitudes cognitivas altas. Este trastorno desactiva o agudiza ciertas partes del cerebro, por eso son niños que se pueden concentrar mucho, pueden tener grandes capacidades matemáticas y lógicas, y algunos poseen memoria fotográfica.

Con varios posdoctorados en Biología, el investigador reitera que el microbioma humano es importante para la salud humana y las personas con TEA presentan cambios en su microbioma en comparación con quienes no padecen autismo. Confirma que su equipo descubrió que hay más especies de bacterias en los intestinos de las personas con TEA en comparación con las personas sanas, especialmente bacterias de los grupos clostridios, enterobacterias y bacteroides.

“Hay muchas razones para los cambios en el microbioma intestinal de las personas con TEA. Se ha estudiado cómo el entorno y la dieta pueden afectar al microbioma de los afectados. Esto incluye el estudio de factores como el uso de antibióticos y los partos por cesárea que afectan al microbioma de las personas con autismo. Tenemos nuevos estudios que indican que hay ciertos contaminantes químicos en alimentos procesados que crean desbalance de bacterias en niños. También los plaguicidas. Por ejemplo, en Sinaloa hay un repunte de la cantidad de niños con TEA debido al uso magnificado de estos químicos en la pujante agricultura de la región”, razona.

Para el estudio que dirigió Acosta Ramírez se analizó el microbioma de 700 niños con TEA que son tratados en el Centro de Autismo Sinaloa (CAS), la Clínica Mexicana de Autismo (Clima) y los Centros de Rehabilitación e Inclusión Teletón (CRIT). En cada uno de los menores se buscó encontrar el GI.

Autismo: una realidad

Se calcula que en todo el mundo uno de cada 100 niños tiene autismo.

Es decir, aproximadamente 70 millones de personas lo padecen.

La edad promedio para el diagnóstico es de cuatro años.

Los casos de destacados pensadores, científicos y músicos como Isaac Newton, Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven, Inmanuel Kant y Albert Einstein han sido estudiados por Michael Fitzgerald, siquiatra británico del Trinity College de Dublín, quien concluyó que todos ellos padecieron algún grado de autismo.

Lo mismo se dice de Tim Burton, Bill Gates, Bob Dylan y Stanley Kubrick.