RADIOFÁRMACO PARA DETECTAR TUMORES NEUROENDOCRINOS

Los radiofármacos se utilizan como compuesto de contraste.

J. Alberto Castro
Columnas
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Uno de los campos más prometedores de la medicina contemporánea es el de los radiofármacos. Estos compuestos radiactivos han adquirido una gran relevancia en la práctica clínica debido a su aplicación con fines de diagnóstico y tratamiento, primordialmente de cáncer y distintas enfermedades, y con aplicaciones específicas en males cardiacos y neuronales.

Los radiofármacos se utilizan como compuesto de contraste que se inyecta al paciente y permite observar in vivo el interior del organismo de una manera no invasiva para obtener así la imagen molecular del organismo o de la enfermedad determinada que se pretende estudiar.

En las pruebas con imágenes de medicina nuclear, como la tomografía por emisión de positrones (TEP), se usan los radiofármacos conectados a moléculas que se unen a sitios específicos (blancos) en la superficie de las células cancerosas. Mediante el uso de cámaras especializadas es posible llegar a observar depósitos diminutos de células cancerosas. Esto ayuda a calcular la diseminación del cáncer en el cuerpo.

Ahora en marzo la UNAM pone a disposición de las unidades de diagnóstico y hospitales de la Ciudad de México y zona metropolitana un nuevo tipo de radiofármaco, el flúor 18, con la capacidad de detectar tumores neuroendocrinos originados en cualquier parte del cuerpo, especialmente en intestino delgado, páncreas, pulmones y apéndice.

Por medio de la Unidad de Radiofarmacia-Ciclotrón (URC) de la Facultad de Medicina, la Máxima Casa de Estudios mantiene un liderazgo indiscutible de más de 20 años en producir distintos tipos de radiofármacos en Latinoamérica.

Desde que inició sus operaciones (2000) la URC siempre ha marcado la pauta a seguir en los estudios de diagnóstico en los diversos centros clínicos de atención al proveer medicamentos radiactivos dirigidos a blancos moleculares específicos.

A escala mundial la URC es un referente del Organismo Internacional de Energía Atómica para quien ha realizado diversas misiones en diferentes países brindando asesoría en el área de producción de medicamentos radiactivos y técnicas de medicina nuclear e imagen molecular.

“Encabezados por David Pérez desde hace un año físicos, químicos, bioquímicos y demás expertos trabajan en la URC en la implementación del método para producir el flúor 18, que tiene una gran demanda en la clínica médica por su eficiencia para detectar tumores”, dice en entrevista con Vértigo el doctor Miguel Ángel Ávila Rodríguez, titular de la URC de la Facultad de Medicina.

Actualmente la tecnología que se utiliza en medicina nuclear y los avances en la radiofarmacia permiten la incorporación a la práctica clínica de nuevos trazadores con distintas características biológicas, que sean más sensibles y específicos en la detección de los diferentes procesos patológicos.

La motivación para crear un nuevo medicamento como flúor 18 obedeció a que el laboratorio de medicamentos radiactivos tenía seis años produciendo el radiofármaco galio 68, que tiene el mismo propósito de ubicar tumores neuroendocrinos pero no había manera de producir este isótopo radiactivo en México. Lo que hacían era importar un generador de germanio 68 a galio 68 que una vez en el laboratorio tenía una vida útil de seis meses y solo se generaban al día tres o cuatro dosis. Conforme pasan los meses, decae y se pasa a producir uno.

Además el proceso era costoso y la molécula radiactiva tenía una vida media de apenas 70 días.

El flúor 18 logrado en el ciclotrón o acelerador de partículas de la UNAM está compuesto además por el octreótido, molécula que se pega a la estructura química de un átomo de flúor 18: estos dos componentes dan lugar al radiofármaco que, una vez administrado al paciente, dirige la molécula al sitio de interés y a partir de ello se obtiene la imagen.

La producción del nuevo radiofármaco por la Facultad de Medicina evita su importación y reduce los costos. Aunque la demanda de flúor 18 se incremente habrá suficientes dosis para la atención de los pacientes. Además al tener una vida media mayor a la del galio 68 será posible llevarlo a lugares más distantes.

Técnica funcional

Como otros médicos nucleares y oncólogos el doctor Ávila considera que “la tomografía de emisión de positrones es una técnica de imagen funcional que se ha convertido en una herramienta fundamental en el mejor manejo de los pacientes oncológicos”.

El doctor en Física Médica explica que la tomografía por emisión de positrones PET tiene un costo muy alto porque utiliza una tecnología de radionúclidos de vida media corta, producidos a demanda, todos los días. Sin embargo la radiofarmacia y la unidad de estudios PET de la UNAM ofrecen precios adecuados a personas con un perfil social de bajos recursos, derechohabientes de IMSS e ISSSTE o integrantes de la Universidad Nacional.

Si bien la URC de la Facultad de Medicina se enfoca únicamente en el diagnóstico, el también profesor universitario aclara que la medicina nuclear tiene la opción de utilizar el radiofármaco para terapia. “En el caso de los tumores neuroendocrinos se marcaría el octreótido con lutecio 177, un radio isótopo de emisión de partículas energéticas de corto alcance, con el objetivo de depositar su dosis de radiación en la zona donde se producen los tumores. En México es posible conseguirlo y es ideal para esta terapia pero es costoso porque se importa del extranjero”.

También señala que los pacientes de estudio PET están enterados de su cáncer y hacen el procedimiento porque necesitan saber qué tan avanzada está la enfermedad. El médico, por su lado, recibe una información tan específica sobre el funcionamiento molecular y celular, que le posibilita diseñar el mejor tratamiento y el más adecuado a las características y necesidades de cada paciente. Esto es lo que se conoce como la medicina personalizada.

El potencial de la imagen molecular que genera el PET también es muy útil para realizar el seguimiento del tratamiento aplicado al paciente, ver en qué sentido evoluciona la enfermedad y verificar si funciona la medicación o más bien hay un retroceso. Por ello muchos especialistas hoy hablan de los radiofármacos y la tecnología PET como la más innovadora opción de diagnóstico y tratamiento de diferentes enfermedades en la medicina del futuro.

En particular los radiofármacos y la tecnología PET abren una nueva era en la investigación farmacéutica y biológica en múltiples campos, porque es el único método que permite obtener datos cuantificables objetivamente sobre variables fisiológicas o patológicas relacionadas con la gravedad, evolución y pronóstico de dichos trastornos.

Las principales aplicaciones clínicas de los radiofarmacéuticos y de la PET se dirigen hacia oncología, cardiología y neurosiquiatría. En este último campo la técnica PET y los fármacos radiactivos se plantean con capacidad para diagnosticar enfermedades degenerativas cerebrales en estadios precoces ya que es capaz de visualizar in vivo la actividad cerebral de pacientes y de personas sanas.

Merece la pena destacar la investigación clínica que se efectúa con los radiofármacos PET en enfermedades con alta prevalencia, como Alzheimer o Parkinson, porque resulta prometedora para mejorar nuestra calidad y esperanza de vida.

Imagen molecular PET en México

La Facultad de Medicina de la UNAM es pionera en esta técnica de diagnóstico. La doctora Nora Kerik y el doctor René Drucker pusieron en operación la primera unidad PET y ciclotrón en México. El primer estudio PET se realizó el 9 de enero de 2002.

A casi 20 años, hoy se cuenta con ocho ciclotrones operando en el país (cuatro en CDMX, uno en Monterrey, uno en Guadalajara, uno en León y otro en Cancún) y casi 50 equipos PET/CT distribuidos en el país (21 en CDMX y 29 en los estados). Sin embargo la distribución de los radiofármacos está centralizada y ocasiona que se tengan desprotegidos al sudeste y norte del país.

Respecto de los ocho ciclotrones en operación en México, dos están en instituciones públicas, en la Facultad de Medicina de la UNAM y en el Instituto Nacional de Cancerología, y los demás en instituciones privadas.

Indicadores de la Organización Mundial de la Salud señalan que debería de haber un equipo PET/CT por cada dos millones de habitantes; de tal manera que un país con 120 millones de habitantes como México tendría que contar con 240 equipos, por lo que se tiene un déficit de 190.