La compañía Sony Pictures, su división de entretenimiento, anunció que como una posible represalia ante el inminente estreno de la película The interview, que trata sobre un complot para liquidar al tirano que gobierna Corea del Norte, Kim Jong-un, padeció un masivo asalto informático, acusando pérdidas en un solo día por más de 50 millones de dólares.
Ante dicha situación, los directivos decidieron cancelar la exhibición.
La respuesta del presidente Barack Obama fue por una parte desaprobar dicha determinación; por otra, lanzar una muy seria advertencia a ese gobierno debido al asalto informático que sufrió la empresa.
De hecho, los sistemas de defensa y seguridad nacionales de Estados Unidos evalúan incluir a Corea del Norte en la lista de países que patrocinan o toleran acciones cibernéticas de espionaje y terrorismo.
La reacción del gobierno norcoreano fue a su vez la usual ante este tipo de situaciones: aplicar una retórica belicista y dispuesta a llegar “hasta las últimas consecuencias”.
Este será un escenario idóneo para que el nuevo jefe del Departamento de Defensa de EU, Ashton Carter, sea ratificado por el nuevo Senado durante el mes de enero próximo.
Doctor en Física, experto en sistemas satelitales y de informática, Carter tiene ante sí la posibilidad de demostrar que en el ámbito del llamado ciberespacio Estados Unidos cuenta con los recursos suficientes para responder a cualquier desafío que afecte sus intereses, sean públicos o privados, como es este caso.
Nos encontramos, así, ante un complejo pero típico caso de seguridad internacional que incluye actores disímbolos, por razones también disímbolas. Veamos.
Elementos
Hay una película de contenido político, producida por una empresa multinacional. El tema es considerado agresivo por un gobierno que reacciona atacando mediante los recursos del internet los intereses de la misma empresa. Esta, a su vez, decide retirar de los cines el estreno del filme.
El país sede de la empresa multinacional responde bloqueando los servicios de internet del país agresor.
Ante las evidencias de las acusaciones queda constancia de que la ampliación del horizonte de conflictos para los siguientes años es tan amplio como la utilización del internet.
Pueden recordarse otras situaciones parecidas, pero que involucren directamente a gobiernos y empresas privadas de forma abierta esta la primera ocasión en donde la respuesta o reacción de la supuesta parte ofendida se da sin rodeos.
Aunque también es sabido que ese será uno de los escenarios frecuentes en las nuevas disputas por el poder regional y mundial, no deja de llamar la atención que no obstante la desproporción de los actos que hoy confrontan en el mundo del ciberespacio a Estados Unidos y Corea del Norte, la capacidad para contar con los recursos humanos adecuados pueda compensar el desequilibrio estrictamente militar.
Hay muchas lecciones que aprender de este incipiente conflicto, que no tardará en resolverse (sin daños humanos, en primera instancia).
Para México, ante este y otros escenarios, resulta inaplazable contar con los recursos tecnológicos y científicos propios y trazar una ruta propia y segura. No hay sitios inalcanzables para los buscadores ilegales de información para afectar, sustraer, vender o hacer mal uso de información crítica del Estado. Deben adoptarse medidas generadas con base a necesidades estrictamente internas. Ya tenemos el primer ciberconflicto de 2015.