En Iztapalapa hubo un tiempo en que las colonias no tenían nombre, nacían sin calles trazadas y sin servicios básicos. A esas zonas les llamaron “ciudades perdidas”, pero nunca estuvieron perdidas para quienes las construyeron con esfuerzo, organización y trabajo comunitario: fueron las mujeres, los comités vecinales y las manos colectivas quienes hicieron posible la vida digna donde antes había abandono. Lo hicieron a través de la exigencia.
“Es nada más y nada menos que mi querida Iztapalapa. Yo también fui a dar a Iztapalapa en los noventa. Era una jovencita de 18 años, vivía en la colonia Condesa, el poniente de la ciudad, y por los sismos nos fuimos al oriente. Era un cambio muy drástico, en servicios, en todo… Y más que otra cosa me tocó adentrarme a la problemática que vivía Iztapalapa de falta de servicios. Ahí comenzó mi incursión en la vida social y de ahí fue involucrarme en cómo iban los servicios, qué faltaba, por qué no avanzábamos y juntarme con las vecinas y hacer equipos que fueran, si no a plantear, porque a veces no éramos escuchadas, sí a exigir, a manifestarnos para que se nos hiciera caso”, recuerda Aleida Alavez, actual alcaldesa de la demarcación.
Iztapalapa es una alcaldía compuesta de barrios y pueblos originarios, con historia propia y raíces profundas. Fue hogar de personas migrantes que llegaron desde distintas partes de la ciudad y del país. ¿Cómo se avanzó en aquel entonces? “Era una época en la que el partido gobernante tenía casi ocho décadas en el poder y eso era insostenible, ya eran completamente omisos, irresponsables. Había mucha corrupción. Todo se atendía cuando había más exigencia, solamente estaban acostumbrados los gobiernos a actuar mediante la exigencia de la gente. Entonces, me tocó mucho organizarme con las vecinas, vecinos y exigir. Ya ahora estar en una experiencia de gobierno me hace voltear a ver esa parte en la que, bueno, yo digo, ‘¿qué era lo que exigíamos, qué era lo que planteábamos para que ahora lo estemos encaminando?’ Actuar con congruencia: esa ha sido siempre mi preocupación”, afirma la alcaldesa.
Prioridades
Desde sus primeros años en la política participó en los debates por las cuotas de género dentro de la izquierda. “Yo incursioné en la política en los noventa y todavía entonces militaba en el PRD. Me acuerdo mucho de la discusión de las cuotas, así le llamaban, cuotas de género, para que 30% de las candidaturas fueran de mujeres. Ahí empezamos a empujar y la verdad es que esto fue muy visionario dentro de la izquierda, el ir aperturando la participación a las mujeres. Y después empujarlo en una medida ya a nivel constitucional, que me tocó, en 2019, apenas hace unos años”, recuerda.
Para ella esa presencia femenina en el poder ya ha cambiado prioridades: “Por ejemplo, la salud sexual y reproductiva, los embarazos adolescentes, la alimentación, el que tengamos una postura un poco más rígida en cuanto a los alimentos que se le ofertan a los menores en las escuelas. Eso solamente con una óptica desde la que nosotras percibimos y nos sensibilizamos, porque tenemos muy claro lo que viven las mujeres en su día a día y cómo puede cambiarse la toma de decisiones o inyectar qué recursos a qué programas, de acuerdo a estas prioridades que vamos entendiendo son las que requieren de inversión”.
Alavez ha sido seis veces diputada por mayoría y fue impulsora de la reforma constitucional 3 de 3, que prohíbe a agresores y deudores alimentarios ocupar cargos públicos. Se plantea impulsar políticas públicas con perspectiva de género: “Estoy feliz de vivir este momento histórico, sobre todo al lado de la presidenta”, afirma.
Considera que México atraviesa un momento clave para las mujeres en la política. “Y estando una mujer a la cabeza, creo que está sucediendo lo que Michelle Bachelet dijo en algún momento: ‘Cuando una mujer incursiona en la política, cambia la mujer; pero cuando muchas mujeres incursionan en la política, cambia la política’”.
Afirma que la participación política de las mujeres debe seguir avanzando: “A mí siento me tocó la etapa en la que afortunadamente ya había más apertura a la participación, pero no era suficiente. Y no es suficiente aún, porque ya estando en el espacio de toma de decisiones resulta que hay un Club de Toby que no quiere que una participe, que una decida, que una esté ahí en el espacio como tal, decidiendo cosas orales y todavía se dan estos micromachismos, estas tendencias a la violencia política, que sí tenemos que ir erradicando y empujar para que se erradiquen. Son cosas sutiles y, por lo tanto, más complicadas de enfrentar, pero creo que ya estando más mujeres en todos estos ámbitos, podremos de la mano salir adelante”.