México en el escenario de inseguridad internacional

México tiene que consolidar, y antes construir, una posición donde la diplomacia sustituya a la promoción de negocios

Inseguridad internacional
Foto: iivangm/Creative Commons
Javier Oliva Posada
Columnas
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Quienes supongan que por la distancia en kilómetros los escenarios de tensión y de violencia de otras partes del mundo no pueden llegar a nuestro país, basta con que lean con atención cualquier sección de información internacional de los principales periódicos y revistas: la ubicación geopolítica de México es por sí misma una peculiaridad mundial.

Por supuesto que cada Estado tiene sus características en cuanto a sus fronteras y disposición de recursos naturales no renovables, pero el papel de puente e interlocutor entre Estados Unidos y Latinoamérica, aunque siga yendo a la baja por prioridades de política exterior, le sigue confiriendo al país una función clave en el concierto internacional.

A lo anterior debe agregarse la relevancia que tienen el bloque económico integrado por México, EU y Canadá, con cuyo nuevo primer ministro Justin Pierre Trudeau, por cierto, recientemente se entrevistó el presidente de la República.

Las variables y características del terrorismo en el siglo XXI alcanzan a cualquier parte del mundo. Ya no es solo el temor a la violencia contra población indefensa, ni tampoco la destrucción física de infraestructura: ahora puede ser la eliminación o alteración de los sistemas de información y almacenamiento de datos críticos del Estado.

Los apoyos indispensables al pueblo francés y a su gobierno no deben ni pueden limitarse a secundar la violencia como principal vía de contención, pues entre los 60 países a los que alude por medio de sus banderas el video del grupo Estado Islámico (EI) aparecen México y Colombia. De ninguna manera puede tomarse a la ligera la amenaza lanzada. Son las únicas naciones latinoamericanas a las que se alude como soportes o apoyos de la coalición internacional que desde hace más de un año bombardea las posiciones de esa organización terrorista.

Decisiones

La declaración que sostiene el compromiso de México con la intervención militar multinacional es la del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio, durante los trabajos de la Reunión contra la Violencia Extremista realizada en Washington el 20 de febrero pasado, poco después de los atentados del 7 de enero en París.

Aunque la reunión ya estaba convocada con meses de antelación registró la coincidencia trágica de verificarse en medio del estupor causado por las acciones de individuos que respondían a los designios de Al-Qaeda.

Ahora, ante la masacre del 13 de noviembre pasado en París bajo el criminal patrocinio del EI, de nueva cuenta las expresiones indispensables del gobierno mexicano en apoyo al régimen francés y a su pueblo se dejaron escuchar.

Lo relevante, y tranquilizador al mismo tiempo, es que con anticipación ya se tomaron desde las áreas de seguridad e inteligencia civiles las decisiones que pueden y deben inhibir o desactivar un atentado, ya sea en contra de los intereses en nuestro país de las naciones integrantes de la coalición internacional o bien contra intereses directamente relacionados con nuestro poder nacional.

Van a pasar varios meses, quizás años para volver a construir un ambiente internacional relativamente seguro, que no tranquilo.

Por eso México tiene que consolidar, y antes construir, una posición donde la diplomacia sustituya a la promoción de negocios como el eje sustancial de la proyección de los intereses de la nación. Los cambios político ideológicos ya empezaron. Las elecciones presidenciales en Argentina y sus resultados bien pueden ser el preámbulo de un ajuste de fondo. Para eso también nuestro país debe estar preparado.

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