Conforme pasa el tiempo nos adentramos a inéditas experiencias. Ahora pasaremos las Fiestas Patrias en medio de una descontrolada epidemia que amenaza con prolongarse más allá del primer trimestre de 2021. No es para menos ante tanta y notable irresponsabilidad de las autoridades sanitarias y de una buena parte de la sociedad. Ya nos preparamos también para la gripe invernal (en el hemisferio norte), así como padecimientos asociados al frío.
Septiembre, como sabemos, es un mes emblemático. Propiamente inicia el ambiente de fin de año a partir del Grito y el Desfile Cívico-Militar. Ahora con la condicionante de la epidemia se ha decidido, para bien, realizar las ceremonias sin la concurrencia de la gente al Zócalo, además de un desfile muy reducido en su número de participantes y duración. La sensatez aconsejaba dicha decisión ante el imparable aumento de contaminados y de fallecimientos, un promedio de mil cada tres días, lo que además de la tragedia que cada caso implica nos coloca en las cifras comparativas como uno de los países más afectados por la infección.
Las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional vienen desempeñado un papel clave para contener la epidemia en medio de un cruento repunte de la violencia delictiva, organizada y común.
El número de misiones y exigencias coyunturales ha propiciado, y con razón, que en la propuesta de gasto público para el siguiente año se observe un consistente aumento en el presupuesto de dichas instituciones. La decisión, que es de esperar apoye el Congreso de la Unión, en particular la Cámara de Diputados como cámara de origen, se inscribe en una tendencia que marca a las democracias contemporáneas en cuanto el financiamiento a las áreas de defensa, seguridad e inteligencia.
Predomina en ese ambiente la preponderancia de las Fuerzas Armadas y de las instituciones de seguridad pública de origen militar, como es el caso de nuestra Guardia Nacional, para garantizar una serie de actividades más relacionadas con responsabilidades de áreas de la administración pública que por distintas razones se han dejado de hacer. Por ejemplo, el control de los pasos fronterizos para migrantes forzados.
Sea en Europa o en Estados Unidos las instituciones de seguridad han debido recurrir de forma obligada a las Fuerzas Armadas para poder controlar dichos tránsitos. Ni qué decir de las implicaciones de distintos ejércitos en labores de persecución a la criminalidad organizada.
Este mes de septiembre es un buen momento para recordar que como país contamos con una de las mejores instituciones a nivel internacional por lo que hace a la defensa, seguridad e integridad de la nación. Desde luego que este reconocimiento no deja de lado o ignora que los abusos y arbitrariedades que se cometen sean pasados por alto. Justo por el nivel de efectividad y apego a la ley de los integrantes de las Fuerzas Armadas y de la Guardia Nacional es que deben atenderse de manera eficiente e inmediata dichas irregularidades.
Nuestras Fiestas Patrias deben celebrarse en casa, con el confort que genera saber que allá afuera hay miles de mexicanas y mexicanos que, uniformados, persisten en dar lo mejor de sí para que México sea un mejor país.
Noticia
El viernes 11 dio inicio el Diplomado en Defensa y Seguridad Nacionales que imparte la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Todos los interesados en los temas de defensa, seguridad e inteligencia son bienvenidos.