Esta pregunta, hecha desde el terreno de la incertidumbre y del miedo por la mayor parte de la población de esa entidad, atiende a la evidencia de que el agravamiento y agudización de los conflictos y violencia criminal sigue aumentando.
Ya cambiaron tanto los poderes locales como los federales; hay una nueva distribución del poder político y de representación; y, sin embargo, las evidencias de desmantelamiento del Estado de Derecho y la disfunción del sistema social no están a discusión.
De nueva cuenta, como sucede de forma regular con situaciones límite como la que aquí se analiza, serán las Fuerzas Armadas y la Policía Federal las encargadas de tratar de restaurar el orden y la paz mediante la presencia masiva y extensiva de sus elementos para así disuadir a los grupos delictivos de accionar entre ellos y contra la sociedad abierta.
Escenarios similares de concurrencia del Ejército Mexicano, la Fuerza Aérea Mexicana y la Armada de México ya los tenemos en varios municipios de Tamaulipas, Veracruz, Coahuila, Guerrero, Sinaloa y, desde luego, Michoacán.
¿Por qué esa tendencia no se ha logrado revertir o al menos contener? Es decir, evitar que no vaya en aumento el número de casos en donde las corporaciones policiales locales deben ser, primero, destituidas, y luego sustituidas por personal militar.
En un sentido estricto, y como principal recurso de la autoridad civil, son los elementos de las Fuerzas Armadas los que continúan llevando la principal carga y responsabilidad para confrontar y contener a las bandas del crimen organizado, de forma destacada las dedicadas al trasiego de enervantes.
Michoacán, con una persistente inestabilidad política que vive desde la administración de Lázaro Cárdenas Batel y que se agudiza con el paso del tiempo hasta llegar a la inconsistente administración actual, además de la incertidumbre laboral que produce en los ambientes de la burocracia estatal las consecutivas licencias de Fausto Vallejo y su reciente retorno, debe sumar la inmediatez de la próxima cita en las urnas para elegir gobernador (en julio de 2015).
Tareas
Para responder a la pregunta del título de esta colaboración, si la inercia persiste como hasta estos días de nuevo serán las Fuerzas Armadas, y en particular el Ejército mexicano, quienes tendrán la compleja y difícil responsabilidad de recuperar lo que por lustros las autoridades civiles no han logrado mantener: la paz social, que reclama de acciones cotidianas y solo de forma excepcional de respuestas proporcionales a lo insólito e inesperado del problema.
Pero como sabemos, y está demostrado, el deterioro en el ambiente social es una sistemática acumulación de conflictos, injusticias, frustraciones, corrupciones, impunidades y abusos, siempre superiores en su número y repeticiones que las buenas noticias y los éxitos a compartir.
Hoy esos son los resultados que padecemos. No hay generación espontánea en el deterioro del sistema social. Cada actor tiene una parte en la responsabilidad del éxito o fracaso para garantizar un mejor presente y futuro. ¿Qué va a pasar en Michoacán? En mucho dependerá de la prestancia y disposición de quienes hoy tienen en la entidad y en los municipios la mayor tarea que cumplir: aplicar los principios del buen gobierno y hacerlos extensivos a sus equipos de trabajo y familias.
La presencia del Ejército mexicano dará buenos resultados, pero de forma alguna podrá ser permanente. Por eso el tiempo que permanezca el personal militar allá desplegado será el más valioso con el que cuente el gobierno del estado para dar muestra fehaciente e incontrovertible de que tiene la decisión para cambiar el ambiente de miedo que allá se vive.