Sin Chávez no hay chavismo

Es muy claro que la ausencia de carisma y personalidad de Chávez en el panorama actual de Venezuela, por nadie puede ser cubierta.

Maduro, fragilidad política.
Foto: Internet
Columnas
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A pesar del notable apoyo desde el exterior, a través de expresiones de reconocimiento al mandatario venezolano fallecido de parte de otros presidentes como Cristina Fernández, Evo Morales y Rafael Correa, no fue suficiente para crear el esperado ambiente de victoria festiva en torno al muy ajustado triunfo de Nicolás Maduro.

En un universo de poco más de 15 millones de votantes, la ventaja para el todavía vicepresidente fue de tan sólo 1.5%, equivalente a 235 mil sufragios arriba de Henrique Capriles. Mínima la diferencia si se compara con los apoyos y hasta con la manipulación abierta del equipo oficialista para capitalizar la pena popular por la muerte del caudillo, a su favor.

El verdadero derrotado de este proceso electoral fue el chavismo. Ya comienzan a perfilarse los grupos que buscan desde ahora posicionarse para 2019. Sin duda, Nicolás Maduro arranca con clara desventaja. Llevando como vicepresidente en la fórmula al yerno de Chávez, es muy claro que la ausencia de carisma y personalidad en el panorama actual de Venezuela por nadie puede ser cubierta.

Diosdado Cabello, líder de la Asamblea Popular Legislativa, se mantendrá en esa posición hasta 2015. Desde allí ejercerá un papel influyente y de contrapeso a Maduro. Sobre todo si se considera la fragilidad política, discursiva y de equipo del nuevo presidente.

Oportunidad

Para los equilibrios georregionales, el hueco que deja Chávez no podrá ser cubierto en el corto plazo, ni adentro ni afuera de su país. Cuba, Nicaragua, Bolivia, así como movimientos y organizaciones sociales, han perdido un soporte político y financiero clave. El nuevo presidente, con su muy apretada ventaja, no tendrá las condiciones para disponer, como Chávez, de los ingentes recursos petroleros para posicionar sus intereses e influencia.

Pero de lo que no hay duda es del muy serio debilitamiento del chavismo como movimiento social y que aunque sea evidente debe repetirse: el carisma, ni se hereda ni se transfiere.

En esa situación, y con referencia a los intereses internacionales, para México se abre un compás en donde las condiciones de un renovado posicionamiento son posibles.

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