LA LIBERTAD DEL REGRESO A CLASES

“Esto no puede constituir una situación de blanco y negro”.

Escuelas Primarias se mantienen cerradas para prevenir contagios del Covid-19
Graciela López/Graciela López
Columnas
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La educación es una de las situaciones más afectadas desde el momento en que inició la pandemia: en principio, pasar de una educación presencial a una educación en línea aun cuando muchas instituciones no estaban preparadas ni en estructura ni en recursos económicos y humanos.

Durante 2020 se dieron distintos avances y adaptaciones para la educación básica. Los inconvenientes se siguieron presentando, pero las universidades comenzaron a entrar a una nueva etapa de funcionamiento.

La educación es uno de los pilares más importantes en la vida de los seres humanos, ya que en ella pueden encontrar la posibilidad de tener herramientas para cambiar su realidad y así obtener un futuro prometedor.

Incluso nuestra Constitución, en el artículo tercero, así como en otros instrumentos internacionales, le da ponderación y relevancia a la educación como derecho humano y como obligación del Estado para promoverla, protegerla y garantizarla.

Después de un año de encierro y sin poder realizar las actividades habituales el gobierno federal determinó que el próximo 30 de agosto a toda costa se regrese a clases presenciales en los niveles básicos. Sin embargo, en la sociedad hay sectores importantes que no están de acuerdo; primero, por la evidente ola de nuevos contagios y con una cepa más contagiosa; segundo, porque los niños y adolescentes no están vacunados; y, tercero, porque las escuelas no cuentan con la infraestructura para un regreso óptimo.

Resiliencia

Nos preguntamos: ¿es necesario que la escuela continúe?, ¿que las clases presenciales regresen? Si nuestra respuesta fuera de manera categórica diríamos que sí, pero esto no puede constituir una situación de blanco y negro o de sí y no, sino que se debe tener en cuenta todo el contexto y verificar que la situación sea la óptima; hacerlo a la ligera solo pondría en peligro la vida de niños y adolescentes.

Consideramos que las decisiones se deben tomar mediante el diálogo y no de manera impositiva, tratando de demostrar que no pasa nada cuando en verdad está sucediendo un incremento en los casos de contagio. Debe existir la libertad y la capacidad mediadora tanto del gobierno como de padres de familia y autoridades de las escuelas para llegar a un acuerdo y seleccionar la opción más viable para todos.

Nos volvemos a preguntar y se los dejamos para el punto de reflexión: ¿en este momento las condiciones de salud y sanitarias son las más propicias para que los niños y los adolescentes regresen a la escuela?

Un claro ejemplo, que nos puede dar una directriz, es el pronunciamiento de la Máxima Casa de Estudios, que determinó de forma muy clara que para que exista un regreso a clases presenciales deben acumularse tres semanas consecutivas en semáforo verde.

El gobierno debe entender que, si bien la educación es vital para que el país prospere, deben existir las medidas adecuadas para ello. No se puede generalizar un regreso total cuando hay sectores y escuelas que no tienen servicios básicos como agua o donde los salones no tienen espacio y ni siquiera ventilación.

Por qué no mirar a donde se ha estado trabajando bien y desde hace meses, con adaptaciones y con nuevas formas de educar aprovechando los medios tecnológicos. Verbigracia, el 9 de agosto comenzó el nuevo semestre en la UNAM y la Facultad de Derecho demostró capacidad de respuesta para iniciar un semestre más. Tan es así que el domingo 14, a través de sus redes sociales, más de mil 400 alumnos y maestros llevaron a cabo la bienvenida para una nueva generación de juristas, jóvenes que se unen a las filas universitarias con ese ánimo de querer cambiar su realidad, la de sus familias y la de su país.

Debemos entender que después de la pandemia nuestras vidas no serán como antes. Necesitamos ser resilientes, aprender con los elementos que tenemos y explotar todos los recursos que existen.

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