El confinamiento por la pandemia vino a modificar las formas de actuar de gran parte de la población, pasando de tener una rutina en los lugares de trabajo a permanecer aislados en casa y solo salir por casos de verdadera necesidad.
Se viven en este momento tres principales crisis a escala mundial. La primera en materia de salud ocasionada por el Covid-19; la segunda en materia económica, su rescisión y la gran cantidad de pérdida de empleos, y la tercera en materia de violencia familiar y contra las mujeres, que si bien ya era un problema que aquejaba a todos los sectores en los últimos meses ahora con el aislamiento en los hogares se ha intensificado, incluso constituyendo la misma casa una zona de alto riesgo.
En México desde el año anterior se han vivido diversos movimientos feministas con el fin de exigir justicia y un alto a la violencia, en principio, al tenor de la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, hasta el movimiento de hace unos días con la manifestación virtual a la que convocó la red feminista Nosotras tenemos otros datos, con la que pretendieron demostrar la realidad de las víctimas de violencia familiar durante el confinamiento y que el actual gobierno ha desdeñado.
Los tres primeros meses de este año se consideran los más violentos para las mujeres según las estadísticas de género compiladas por el Sistema Nacional de Seguridad Pública. Y pese a un intento de solventar estos problemas de manera digital, con las denuncias en línea, las mujeres aún se encuentran muy expuestas, toda vez que se les pueden presentar mayores dificultades sea en la denuncia o para encontrar un lugar seguro, sea dentro o fuera de su domicilio; asimismo se agrava aún más si cuenta con hijos, por estar en un peligro potencial.
Las cuestiones familiares constituyen una situación de orden público y de suma trascendencia ya que si una familia se fractura cada uno de sus miembros lo reciente en cada entorno de su vida y desde tiempos inmemoriales se ha considerado como núcleo de identidad de la sociedad.
Viable
Afrontar y actuar ante los problemas de violencia que se presentan es una tarea compleja, tanto para los gobiernos como para la sociedad civil, pero no se puede negar porque los datos no favorecen o porque no han funcionado las estrategias para tratar de erradicarla; más bien esto debería poner en el contexto que polarizar no funciona y que si la sociedad actúa como unidad, con cooperación, los problemas serán más fáciles de solventar.
Con la mediación y sus técnicas tenemos magníficas herramientas que se pueden compaginar y aplicar a los casos en concreto pero, como se adelantó, la violencia familiar y contra las mujeres puede escalar a puntos irreconciliables que con un solo diálogo no se podrán resolver sino que se necesitará de otros conocimientos, de otras disciplinas y otros profesionistas para empoderar a las víctimas.
Por ello las bondades de la mediación retoman viabilidad ya que funge como un mecanismo integral en la que no solo importa lo jurídico sino un contexto mayor que atiende las necesidades de cada persona para así encontrar la satisfacción de estas.
Las víctimas de violencia vienen de un terreno espinoso en el que lo menos que quieren es volver a ser violentadas por el profesional que las atienda; aunado a lo anterior no solo bastarán conocimientos sino que se requerirá además una actitud empática y sobre todo respetuosa.
Una solución viable que hemos visto los últimos meses, tanto en algunos trabajos y en la escuela, es el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación: los sistemas de justicia no se pueden quedar de lado y, mejor aún, los servicios de mediación y otros métodos alternos de solución de controversias han tomado parte y ahora es el momento de considerarlos la opción más viable en la solución de los conflictos.
Por eso todas y todos recordemos las palabras del exsecretario general de la ONU, Ban Ki-moon: “Rompe el silencio. Cuando seas testigo de la violencia contras las mujeres no te quedes de brazos cruzados. Actúa”.