“PODREMOS PERDER MOVILIDAD, PERO NO LIBERTAD DE PENSAMIENTO”

Miguel Seguró

Hector González
Columnas
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Al igual que a muchos la pandemia obligó a Miquel Seguró (1979) a cuestionarse muchas cosas, algunas incluso relacionadas a sí mismo: el filósofo catalán, egresado de la Universidad Ramón Llull, considera que vivimos un momento idóneo para cuestionarnos el sentido de la libertad y de nuestro comportamiento como especie.

Para el académico catalán es necesario comprender que “el Estado de Bienestar no debe ser el punto de llegada de una sociedad sino el punto de partida”.

—En lo personal ¿cómo ha vivido la pandemia?

—A nivel filosófico tengo más o menos estudiado lidiar con la vulnerabilidad, la enfermedad y la codependencia de las seguridades que nos damos a nosotros mismos. Sin embargo una cosa es estudiarlo a distancia y otra vivirlo. Para una sociedad que da vuelta a la enfermedad y la muerte este es un baño de realidad traumático.

—Nietzsche fue un filósofo que se ocupó bastante de la enfermedad y la muerte…

—La muerte forma parte de cualquier reflexión filosófica. Hay una frase atribuida a Cicerón: “Filosofar es empezar a morir”. Más tarde los estoicos la recuperaron y después Montaigne la convirtió en uno de sus motivos de meditación. La muerte es una constante reflexión filosófica existencial. Nietzsche, me parece, pensaba más en la vida mortal y nos hizo pensar en todas sus contradicciones.

—Una contradicción pareciera estar en el significado de la libertad, ¿no?

—Depende de cómo vivas tu libertad. Cuando usamos un lenguaje bélico o de encierro podemos sentirnos más atrapados y limitados. Karl Jaspers propone que la experiencia existencial gira alrededor de cuatro experiencias límite: la culpa, la lucha, el absurdo y la muerte. No nos pasan de manera extraordinaria sino que están constantemente en nuestro despertar existencial. Me da curiosidad ver cómo será el retorno a la corporalidad y cómo se incorporará a la discusión científico-técnica, cultural y política. Creo que a partir de entonces podremos debatir más sobre el sentido de la libertad.

—¿Pero no cree que cambia nuestro sentido de vivir la libertad en un momento como este?

—Se habla mucho de lo que va a cambiar. Antes tendríamos que preguntarnos: ¿queremos que cambien cosas?, ¿qué queremos que cambie? Me parece que no estamos dispuestos a sacrificar nuestra libertad. Desde luego queremos sentirnos seguros, y mientras eso sucede tendremos que sacrificar cosas. Pero una vez que aparezca la vacuna o un tratamiento eficaz volveremos a lo habitual. Sería un retroceso enorme plantearnos que en aras de la seguridad dejemos de ser libres.

Miedo y libertad

—Para algunos el capitalismo necesita replantearse muchas cosas.

—Esa es la cuestión más difícil de todas: necesitamos separar lo que nos gustaría de lo que probablemente ocurra. El capitalismo y su versión más exagerada, el neoliberalismo, es responsable de muchos de nuestros malestares sociales, entre ellos la sobreexplotación. Byung-Chul Han ha trabajado esto en sus libros. Sin embargo hay una parte nuestra que conecta con el capitalismo. Una parte de voluntad, diría Nietzsche, de competitividad y de placer por el consumo que toca al ser humano. No obstante hay otras realidades muy importantes. Hemos visto muestras de solidaridad, corresponsabilidad y empatía. Fue necesario llegar a una situación extrema para ver la potencia de estas acciones. Si cada uno cumple con su cometido el mundo cambia y somos capaces de parar una pandemia. Una conclusión importante a mi parecer es que es muy difícil cambiar el mundo entero pero es más fácil cambiar las rutinas personales.

Aunque el impacto no es igual en Europa que en América Latina…

—Claro, las desigualdades económicas impactan en la vida directa. Y vuelvo a tus preguntas sobre la libertad. Latinoamérica ha sido más reacia a ceder espacios y comportamientos por sus condiciones sociales. El impacto de la pandemia obedece a la falta de recursos para los sistemas públicos, es decir, a recortes equivocados. Necesitamos entender que el Estado de Bienestar no debe ser el punto de llegada de una sociedad sino el punto de partida. Quizá puede parecer utópico pero si no nos lo planteamos no lograremos que las brechas se acorten. De todos modos soy un pesimista porque creo que iremos a una crisis económica de gran magnitud. La emergencia sanitaria nos llevará a una inestabilidad socioeconómica radical. La angustia de vivir al día se perpetuará. Esta falta de reposo emocional y económico impedirá que hagamos grandes reflexiones.

—¿La velocidad de la época nos quita tiempo para reflexionar?

—Las leyes económicas y el capitalismo se pueden cambiar. ¿Por qué el ser humano sirve a los intereses económicos cuando debería ser al revés? Quizá sea una reflexión muy banal pero podríamos empezar a repensar si como seres humanos la velocidad a la que nos movemos nos va bien. Nos pueden quitar capacidad de movilidad pero no la libertad de pensamiento. Ahora que estamos parados podemos preguntarnos de qué sirve ir tan acelerados. Ojalá incorporemos a la vida conceptos como codependencia y cooperatividad. Las cosas podrían funcionar mejor. Pero tampoco hay que irse al extremo de que todo es un desastre. La filosofía debería desenmascarar los falsos dilemas.

—¿El miedo juega contra la libertad?

—El miedo va de la mano de la angustia y la angustia está ligada a la existencia. No estamos entrenados para el miedo, aunque tenemos más capacidad de afrontarlo de la que creemos. Sin duda es un sentimiento desagradable, pero tampoco tanto. Si no lo hacemos a manera individual habrá alguien que se aproveche del miedo para intereses que no tienen que ver con la mayoría del bienestar social. Vivimos en una sociedad que nos acostumbra a siempre ir por más y más experiencias. Al hacerlo damos por establecidas muchas cosas; y hoy estamos viendo que no podemos dar nada por establecido. Hay que valorar las pequeñas cosas. La vida cotidiana es esto.

RECUADRO

Perfil

Miquel Seguró nació en Cataluña en 1979. Doctor en Filosofía por la Universidad Ramón Llull, con mención de Doctorado Europeo, y licenciado en Humanidades por la Universitat Pompeu Fabra. Ha realizado estancias de investigación predoctoral en la P. Università Gregoriana (Roma, 2008-2009) y en la Albert-Ludwigs-Universität (Freiburg Im Breisgau, 2010), así como estancias de investigación posdoctoral en la Université Paris Descartes-Sorbonne (París, 2018) y en la Università La Sapienza (Roma, 2019). Entre sus libros destacan ¿Dónde vas Europa?, Sendas de finitud y La vida también se piensa.