EL PEQUEÑO HOMBRE EN UN BÚNKER

Un don nadie a quien hasta hoy el presidente ruso se rehúsa a señalar por su nombre.

Lucy Bravo
Columnas
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A menudo Vladimir Putin es retratado como uno de los arquitectos de un nuevo modelo autoritario de gobierno en pleno siglo XXI. Uno que es señalado pero tolerado por la comunidad internacional. La lista de transgresiones geopolíticas del Kremlin es larga, pero en términos reales poco ha logrado Occidente para contener los avances del régimen ruso. Sin embargo las grietas en los pilares del gobierno de Putin comienzan a acumularse y las respuestas del presidente ruso se han vuelto cada vez más viscerales, lo que podría convertirse en su talón de Aquiles.

La historia comienza con un pequeño blog que gana notoriedad en 2008 por sus fuertes críticas a las prácticas corruptas en algunas de las grandes corporaciones controladas por el Estado ruso. Su autor, Alexéi Navalni, utilizó un ingenioso método para infiltrarse y volverse un accionista minoritario en las principales compañías petroleras, bancos y ministerios, y poder denunciar los agujeros en las finanzas estatales.

A partir de ese momento su ascenso a la escena política nacional fue meteórico. Y pasó de simple activista digital a ser el principal opositor de un líder que acumula más de 20 años en el poder.

Pero la lucha entre ambos hombres apenas comenzaba y tras una breve estancia en la cárcel por una acusación de “malversación de fondos”, el abogado nacido en 1976 salió para participar en las elecciones a la alcaldía de Moscú, en las que quedó segundo con 27% de los votos, detrás del aliado de Putin, Sergéi Sobyanin.

Nada mal para un don nadie a quien hasta hoy el presidente ruso se rehúsa a señalar por su nombre en cualquier discurso público. Siempre se refiere a él con toda clase de apodos: “el bloguero”, “el paciente”, etcétera. De hecho el resultado de la primera campaña de Navalni se consideró un gran éxito ya que no tenía acceso a la televisión estatal y dependía solo de internet.

Pero su paso por los tribunales no acabó ahí: se le ha sometido a varios procesos judiciales que diversos organismos internacionales califican de persecución política y cuyas sentencias terminaron en sanciones menores… hasta ahora.

Veneno

Y es que la gota que derramó el vaso llegó el pasado 2 de febrero, cuando Navalni fue sentenciado a dos años y medio de cárcel por un tribunal de Moscú por incumplir las medidas cautelares de una condena anterior relacionada con su rol en convocar manifestaciones contra Putin en 2014.

Lo que la corte omitió en su deliberación es que el activista no pudo cumplir con los requerimientos porque estaba convaleciente en Alemania recuperándose de un envenenamiento, del cual acusa al líder ruso.

Después nos enteraríamos de que el atentado contra la vida de Navalni fue producto de un agente nervioso de la era soviética, Novichok, que fue rociado en la entrepierna de su ropa interior. Así es: el país que regaló al mundo a Tolstoi, Tchaikovsky, Rachmaninoff y Dostoyevsky se recordará por la ropa interior envenenada de un opositor al gobierno de Putin.

Sin embargo el líder ruso no podrá simplemente ocultar bajo la alfombra el descontento que este episodio provoca. Cientos de miles de personas han salido a las calles de más de 100 ciudades en todo ese país durante las últimas tres semanas para protestar por su arresto, desafiando temperaturas bajo cero y los arrestos masivos de la policía antidisturbios.

En un discurso ampliamente difundido por medio de redes sociales el opositor tomó el micrófono, quizá por última vez en mucho tiempo, y lanzó su propio veredicto fulminante contra el “pequeño hombre en un búnker” que teme a sus opositores, refiriéndose a Putin. “¡No podréis encarcelar a todo el país!”, gritó Navalni desde el cubículo donde recibió su sentencia. Tal vez Moscú piense lo contrario.

Lexema La palabra “justicia” proviene del latín iustitia, que significa “justo”. Quizá Putin no debería olvidar que el último líder ruso en asegurar que “no existe la justicia entre los hombres” fue Nicolás II, último zar de Rusia; y todos sabemos cómo acabó esa historia.