“ABRIR BRECHA DE GÉNERO EN LA INGENIERÍA BIOMÉDICA”

Martha Mejía
Columnas
MARIANA BALLESTEROS

Mariana Ballesteros Escamilla es una mujer comprometida con el desarrollo y la innovación de la ciencia en México. Ganadora de la Beca L’Oréal-UNESCO-AMC 2023, comparte cómo la ingeniería biomédica aplicada puede crear soluciones en el área de la salud que impacten directamente en la calidad de vida de cientos de personas.

—¿Cuál es la línea de investigación por la que obtuvo este reconocimiento?

—Soy profesora-investigadora del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y trabajo en el Laboratorio de Robótica Médica y Bioseñales. Actualmente desarrollo un proyecto sobre el modelado de sistemas neuromusculoesqueléticos: busco crear tecnologías que beneficien a personas con discapacidades.

Se trata, explica, de “un modelo de músculos; los músculos nos ayudan a tener movimiento en el cuerpo y generan un voltaje; nosotros medimos ese voltaje y a través de esas señales tratamos de modelar cómo se realizará el movimiento. Ya que tenemos este algoritmo, puede usarse para dispositivos de rehabilitación. Por ejemplo, prótesis, órtesis robóticas y exoesqueletos que ayuden a personas que tienen discapacidades”.

—¿Cómo ha sido abrir brecha de género en su vida profesional?

—Tengo una anécdota para describirlo. El día que me fui a inscribir al IPN (específicamente en una vocacional del área físico matemático), la fila estaba llena de hombres; me acompañaba una familiar, quien me dijo: “¿Estás segura de que esta escuela también es para mujeres?” En suma, ese camino ha sido difícil. Pero en mi caso no encontré esa barrera; en mi familia nunca hubo esa limitante; siempre recibí mucho apoyo. Sin embargo, otras mujeres no encuentran ese apoyo en su camino o bien tienen la creencia de que las matemáticas son difíciles o que la ingeniería no es para mujeres.

En este sentido, dice Ballesteros, “también faltan más ejemplos de mujeres que hayan incursionado y sobresalido en esas áreas, para que así más jóvenes vean que sí es un camino viable”.

—¿Cuál es la recomendación para las jóvenes que están pensando en incursionar en este tipo de carreras?

—Primero, que sepan que el área STEAM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) está superdivertida, que no se vayan con la idea de que es algo aburrido o difícil. Muchas veces eso es lo que las frena: la idea de que las matemáticas son difíciles, de que la química es difícil. En ocasiones se vuelve difícil porque no tuvimos un buen ejemplo o un buen profesor y se hizo aburrido, pero la ciencia, y en específico la ingeniería, es muy divertida.

Como profesora, añade, “me ha pasado que mis alumnos hombres se atreven más, aunque se equivoquen; se atreven más a participar, a desarrollar sus proyectos de investigación, a tomar más el liderazgo; mis alumnas a veces se quedan rezagadas, aunque en sus exámenes y en su desarrollo individual tienen más habilidades y les va mejor, pero se quedan más calladas, no se atreven a participar a pesar de que tienen el mismo potencial. Y justo eso mismo pasa a un nivel laboral (cuando ya somos adultas); cuando hay un puesto, una plaza o una oportunidad las mujeres solemos pensar: ‘A lo mejor no estoy bien preparada’. En cambio, un hombre sí se atreve, aunque tenga la mitad del currículum, y termina en ese puesto. Entonces, que no tengan ese miedo, que se atrevan. Afortunadamente ahora ya hay más apoyos, como esta beca que recibí, que nos ayudan a cumplir nuestros objetivos”.

—¿Qué sigue en su línea de investigación?

—Dado que es un proyecto a largo plazo, la beca me ayuda a darle un buen arranque, a poder conseguir material, porque a veces también lo que nos detiene es el apoyo financiero. Mi sueño es tener un laboratorio de análisis biomecánico en el IPN. Lo que deseo es hacer posible más desarrollos tecnológicos que ayuden a personas con discapacidad.