AL LÍMITE, EN ELECTRICIDAD

ELECTRICIDAD MÉXICO
Sergio Sarmiento
Columnas
Compartir

Para un presidente que dice que no tiene mucha ciencia gobernar y que en alguna ocasión afirmó que es tan fácil producir petróleo como clavar un popote en la tierra para que de ahí salga el crudo, quizá no sorprenda que haya decidido que lo más importante en la industria eléctrica era concentrar la generación en manos de un monopolio gubernamental. Hoy estamos viendo los resultados.

Una de las claves para el desarrollo de un país es tener una generación de electricidad suficiente, de buena calidad —sin variaciones importantes— y lo más limpia posible. Para el presidente López Obrador, sin embargo, la obsesión era que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) acumulara hasta 54% de la generación.

Para lograr este objetivo el mandatario tomó medidas para frenar la construcción de nuevas plantas privadas, muchas de las cuales ya estaban en proyecto o en construcción. Se negó a conectar algunas con el sistema nacional, particularmente las de energía limpia. Aprovechó cualquier pretexto para desconectar otras; por ejemplo, plantas privadas que operaban bajo el régimen de autoabastecimiento. Utilizó el dinero que tenía la CFE no para fortalecer el maltrecho sistema de transmisión, que la paraestatal maneja en régimen de monopolio, sino para comprar plantas de la empresa española Iberdrola, lo que no añadió capacidad productiva al sistema, aunque sí incrementó la producción nominal de la CFE.

El resultado ha sido un estancamiento de la oferta de electricidad en un momento en que, después de la pandemia, la demanda ha crecido de manera vigorosa.

Mientras tanto, la red de transmisión y distribución se deteriora cada vez más por falta de un mantenimiento adecuado.

Apuesta

Esta fórmula parecía diseñada para producir una crisis del sistema eléctrico. Las primeras señales de que se estaba alcanzando un límite de la capacidad del sistema se dieron en 2023, pero en 2024, un año especialmente caluroso, se empezaron a registrar situaciones de alerta.

La crisis se alcanzó este mes de mayo cuando, al declarar un estado operativo de emergencia, el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) se vio obligado a imponer apagones a distintas regiones del país. La oferta de electricidad era ya insuficiente para cubrir la demanda.

El Cenace dice que estamos viviendo una “situación atípica”. El presidente afirmó en su mañanera que la gente no debe preocuparse porque hay “suficiente capacidad de generación de energía”.

Los especialistas independientes, sin embargo, advierten que se ha registrado un incremento gradual de la demanda mientras que la oferta está estancada. En algunas zonas del país este problema se agrava por problemas en los sistemas de transmisión y distribución de la electricidad.

El problema es que tenemos un gobierno que piensa que la electricidad es mala si viene de inversiones privadas. El presidente sostiene que la soberanía del país depende de que la CFE concentre la mayor parte de la generación. Esto no solo no tiene sentido sino que además ha tenido un costo importante para el sistema eléctrico.

El calor ha influido en la escasez de electricidad que estamos sufriendo en estos momentos, pero las previsiones de la demanda de electricidad han incorporado desde hace años el calentamiento global y el nearshoring.

Sabíamos al inicio de este sexenio que necesitábamos incrementar la generación, solo que al gobierno le interesó más favorecer a la CFE que promover la inversión productiva. La apuesta resultó fallida.

×