DISGUSTO ROMÁNTICO

Disgusto romántico
Daniela Suárez
Columnas
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Donde termina el amor empieza el disgusto.

Leo Tolstoi

Existe una repulsión inesperada, casi visceral, que casualmente puede aparecer en una relación de pareja y esta se conoce con el nombre en inglés “the ick” o el asco. Un nuevo estudio publicado en Personality and Individual Differences justamente brinda respuestas sobre este curioso, pero reactivo fenómeno.

La investigación sugiere que las personas más propensas a sentir el asco exigen mucho a los demás y salen evaluadas más alto en narcisismo.

El objetivo de los investigadores era comprender mejor las causas del asco, aquella repentina sensación de repulsión que se puede experimentar al grado de finalizar una relación romántica y que a veces aparece sin una razón clara o lógica.

Por ello, el equipo de investigación trató de averiguar si rasgos de la personalidad como el narcisismo y el perfeccionismo ayudan a explicar por qué algunas personas son más propensas a experimentar el asco que otras.

“El asco se ha convertido en un tema cada vez más frecuente en las últimas décadas. Encontramos referencias a este fenómeno en las redes sociales y en programas de televisión que se remontan a mediados de los noventa”, comentó Eliana Saunders, autora del estudio y estudiante de posgrado en la Universidad Azusa Pacific.

Para el estudio se reclutó a 125 adultos solteros; la muestra incluyó a 74 hombres y 51 mujeres, con edades entre los 24 y los 72 años.

En primer lugar, se preguntó a los participantes si habían oído el término el asco y si lo habían experimentado personalmente. Para medir la sensibilidad al asco los participantes completaron una escala que evaluaba la facilidad con la que sentían asco en general.

Rasgos

El narcisismo se midió mediante un cuestionario que presentaba afirmaciones que reflejaban una autopercepción de grandiosidad. Para captar el perfeccionismo dirigido hacia los demás, los participantes respondieron a afirmaciones sobre el alto nivel de exigencia de las personas de su vida. A continuación, se analizaron estos tres rasgos en relación con las experiencias de los participantes con el malestar. Los resultados revelaron que 64% de los participantes había experimentado el asco en algún momento.

Las mujeres fueron significativamente más propensas que los hombres a estar familiarizadas con el término y a declarar haberlo sentido.

Aunque el número de veces que los encuestados declararon haber experimentado el asco variaba mucho: la mayoría dijo que les ocurría rara vez o de vez en cuando.

Curiosamente, el asco llevó a muchos participantes a dejar de salir con su pareja, ya fuera inmediatamente (26%) o más tarde (42%). Otros (32%) continuaron la relación a pesar de sentirse desanimados. La mayoría (92%) habló con otra persona sobre su experiencia y solo una minoría compartió sus sentimientos con la persona que les había causado esta sensación.

Otros análisis revelaron que distintos rasgos se asociaban a diferentes tipos de cosas. Entre las mujeres, el perfeccionismo y el narcisismo estaban relacionados con una mayor aversión a la vergüenza pública y a los problemas de apariencia física. Entre los hombres, la sensibilidad al asco estaba vinculada a los hábitos de habla y al comportamiento de moda.

Estos resultados sugieren que el asco puede manifestarse de diversas formas en función tanto del género como de la personalidad.

Los investigadores señalan que no está claro aún si experimentar el asco conduce a tomar mejores decisiones en las relaciones. En este sentido, el asco a veces puede ayudar a evitar desencuentros, pero también puede fomentar una mentalidad de rechazo que disminuya el éxito de una relación amorosa.

Y tú, ¿has experimentado el asco alguna vez?