CRECE EL ESPACIO SCHENGEN

“Operaciones comerciales y de flujos migratorios relevantes”.

Javier Oliva Posada
Columnas
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Como he venido señalando, la invasión de Rusia a Ucrania ha generado —y lo continúa haciendo— sustanciales ajustes y reacomodos en el juego de intereses geopolíticos a nivel mundial. En este caso, el pasado domingo 31 de marzo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció y dio la bienvenida a Bulgaria y Rumania como nuevos integrantes del acuerdo denominado como Espacio Schengen.

Creado en 1985 como uno de los principales acuerdos y avances de la Unión Europea (UE), entró en funcionamiento hasta 1995. Es la única, y por tanto singular, experiencia a nivel mundial en cuanto al libre tránsito de personas, pertenencias y mercancías.

El ingreso de esos dos países, integrantes del bloque soviético durante la prolongada Guerra Fría, es una consecuencia más del realineamiento generado por la pretensión de Vladimir Putin por contener la ampliación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) luego del ingreso a esa estructura militar multilateral por parte de Ucrania.

Un análisis de las estructuras políticas, comerciales, militares y educativas de Europa es complejo, pues aun cuando tienen funciones y misiones distintas, algunas de estas se sobreponen. Por ejemplo, la UE y la OTAN tienen como característica la inclusión en la segunda institución de países como Estados Unidos, Canadá, Turquía y recientemente el Reino Unido, que a su vez no forman parte de la primera. De forma análoga, el Espacio Schengen considera a países que forman parte de la UE y la OTAN, pero no incluía a socios de ambas estructuras, como fue hasta hace poco el caso de Finlandia y Suecia.

Sin fronteras

Rumania y Bulgaria son países con una historia y dinámica cultural que han marcado el desarrollo de las culturas del centro-este de Europa. Por lo tanto, sus relaciones y vínculos con Rusia y la anterior Unión Soviética aportan una serie de elementos de análisis que en el contexto de la guerra ruso-ucraniana les convierte en un espacio privilegiado de posibles operaciones comerciales y de flujos migratorios muy relevantes bajo esa perspectiva. Es el caso, por ejemplo, de las costas de ambos países en el Mar Negro, donde se encuentra, por una parte, la principal instalación naval militar de Rusia y la península de Crimea; y, por la otra, la extensa frontera terrestre de Rumania con Ucrania.

Haciendo una breve recapitulación: la OTAN crece con los recientes ingresos de Finlandia y Suecia, en tanto que el espacio libre de fronteras de la UE, el referido Espacio Schengen, aumenta su superficie geográfica al contar con los nuevos socios Rumania y Bulgaria. Aún está por verse, y por tanto por analizar, la reacción que vayan a tener la diplomacia rusa y el mismo Putin, recientemente reelecto para un período de otros seis años al frente de los destinos de su país.

Como apunte final debe subrayarse que la ampliación solo se considera a partir de los ámbitos marítimos y aéreos como primera fase. Seguirá el control migratorio terrestre. Pero es indudable que se trata de un primer y determinante paso para que la inédita experiencia de países sin fronteras que significa la UE se siga consolidando.

El gran contraste y contradicción lo observamos en los planteamientos dentro de las campañas por la presidencia de Estados Unidos, sobre todo y de manera notable desde las posturas del muy posible candidato del Partido Republicano para persistir en la construcción del muro entre su país y México.

Así el mundo de contrastes y paradojas.