CASTRO EN MÉXICO

Fidel Castro
Columnas
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Libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír.

George Orwell

Según el biógrafo dual Simon Reid-Henry la relación de Fidel Castro con Ernesto Che Guevara era una “amistad revolucionaria que cambiaría el mundo” como resultado de su compromiso coincidente con el antiimperialismo. Aunque duró muy poco. Ellos fueron compañeros de revolución hasta que el Che se aburrió y se fue de Cuba.

Castro conoció a Guevara en 1955 en la colonia Tabacalera en la ahora alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México; entre copas, dicen las malas lenguas, decidieron acordar el derrocamiento del que entonces mandaba en Cuba, Fulgencio Batista.

El Che había llegado a México en 1954. Venía de Guatemala, donde presenció la caída del gobierno democrático del presidente Jacobo Árbenz debido a que los pinches gringos metiches se metieron a derrocarlo. Llegó por Tapachula, Chiapas, hasta llegar a la capital.

Por su lado, Castro vino a parar a México porque muchos cubanos huían de la isla debido a la persecución política por el régimen de Batista. Él llegó a México tras ser indultado de una prisión en Cuba. Y fue aquí donde voluntariamente se exilió para organizar junto con su hermano Raúl Castro la invasión guerrillera de 1956.

Antonio del Conde fue quien apoyó a Fidel en su búsqueda de armas para llevar a cabo su revolución. Eran casi de la misma edad. Antonio se convirtió, hasta la partida del Granma, en uno de los más importantes colaboradores técnicos de Castro aquí en México.

El capitán Fernando Gutiérrez Barrios, quien cumplía con funciones de inteligencia, detuvo personalmente a Castro y desmanteló una célula del Movimiento 26 de julio que se preparaba para invadir Cuba.

Fue hasta 1959, el 1 de enero, cuando Castro logró derrocar a Batista y dio inicio al gobierno revolucionario. Aunque el antecedente o punto de partida fueron los ataques del 26 de julio de 1953.

Mitos

Las malas lenguas afirman que Castro fue objetivo de numerosos intentos por acabar con su vida; las estimaciones varían desde ocho intentos por parte de la CIA entre 1960 y 2000, hasta más de 600 planes o intentos según las autoridades cubanas. El experto Fabián Escalante, quien fuera jefe de la inteligencia cubana, detalló que fueron 634 maneras de intentar asesinar a Castro.

En los anales de la CIA hay registros de todos los atentados. Lo que realmente es significativo es el hecho de que sobreviviera a tantos. Algunos de sus compañeros murieron por envenenamiento o por disparos de armas o explosivos, pero Castro salió ileso, lo que fomentó el mito de que era un superhombre destinado a gobernar al pueblo cubano.

También las mentes conspiracionistas afirman que fue el propio Castro quien decidió que mataran al Che Guevara. Esto es un chisme de pasillo. Hay que recordar que al Che lo mató el ejército de Bolivia en ese país en 1967, a manos del sargento Terán.

Lo que sí es cierto es que hubo tensiones entre los dos líderes, ya que se decía que Castro no estaba de acuerdo con la estrategia guerrillera del Che en Bolivia.

“Trate de ser feliz”

Dicen que en la sierra se encontraba un hombre de mediana edad vestido de paramilitar; en el cinto traía las fotos de una mujer. El sargento que lo capturó lo había amarrado de pies y cabeza; tenía la boca tapada con un trapo. Le quitó el pañuelo y el hombre alcanzó a decir:

—Póngase sereno y apunte bien: va a matar a un hombre.

Y añadió: “Favor de decirle a mi señora que se case otra vez y que trate de ser feliz”.

Al terminar, el sargento cargó su pistola y le disparó repetidas veces; le sacaron fotos y fue llevado a un hospital para que la prensa lo reconociera.

Un general le cortó la cabeza y las manos para que la identificación fuera absoluta; se dice que las mandó a Cuba como regalo para su jefe máximo.

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