En México hablar de igualdad política significa reconocer a mujeres que desde hace décadas rompieron barreras en espacios dominados por hombres. Una de ellas es la senadora Laura Itzel Castillo Juárez, electa por unanimidad para convertirse en la próxima presidenta de la Mesa Directiva de la cámara alta.
Su historia es testimonio de que el poder con rostro de mujer ya no es una aspiración, sino una exigencia histórica. “Nuestras madres, nuestras abuelas, no pudieron alcanzar en algunos casos esta libertad para ir a votar y ejercer la democracia. Cuando mi mamá era muy joven tampoco podía hacerlo, pero logró ir a votar y creo que este es un aspecto muy importante, porque se dio cuenta de que efectivamente había una gran participación de las mujeres y que las mujeres podemos hacer el cambio”, me explica la senadora de la República.
Durante siglos el sistema relegó a las mujeres de la toma de decisiones. Hoy el cambio es irreversible: la igualdad sustantiva es una revolución en curso que debe sentirse en cada rincón de la vida política, social y económica del país.
Como recuerda Castillo, “es algo que incluso no pensamos muchas de nosotras alcanzar a ver; siempre estuvimos luchando por la transformación, luchando para esta igualdad que tiene que haber entre hombres y mujeres”.
Su memoria política comienza en casa. Portadora del legado de Heberto Castillo, baluarte de la izquierda democrática, creció acompañando los movimientos de izquierda desde la niñez. Con nostalgia, me relata: “Tuve oportunidad de acompañar a mis padres, junto con mis tres hermanos varones. El general Cárdenas formó el Movimiento de Liberación Nacional en los sesenta y mi padre acompañaba al general y hacía trabajo, desde luego, en las diferentes comunidades. Entonces, tengo un recuerdo de cuando yo era niña, tenía en ese entonces cuatro años, e íbamos en un Volkswagen; me acuerdo que mi padre tenía un Volkswagen color pistache”. Añade Castillo: “Mientras mi papá estaba ahí organizando un mitin, junto con otros dirigentes campesinos, mi mamá estaba en el carro, porque ya era un poco tarde y dormitábamos; ella contaba las cabecitas, ‘1, 2, 3, 4’. Y de repente, ‘1, 2, 3…’ ¿Quién falta? ¡Pues yo!”
Camino
“Ya ves que a ella sí le interesa la política”, reconocían sus hermanos desde muy temprana edad, cuando la encontraban escuchando los discursos políticos, de manera recurrente, en las piernas de su padre.
El camino no fue sencillo. Antes de los 18 años se unió al Partido Mexicano de los Trabajadores como aspirante y organizó actividades juveniles, teatrales y culturales para abrir espacios de participación. Años después, en la Asamblea de Representantes, lanzó una propuesta visionaria: “Recuerdo, por ejemplo, cuando propusimos que hubiera una Mesa Directiva de puras mujeres y una de las respuestas que nos dieron los mismos compañeros fue: ‘Entonces vamos a proponer una Mesa Directiva de puros hombres’. Y eso es lo que siempre existió a lo largo de la historia”.
En los noventa, siempre desde la izquierda, impulsó la participación política de las mujeres en las listas internas del sistema de partidos, aun pese a la resistencia.
“También en los noventa, con el Partido de la Revolución Democrática, estuvimos trabajando en la idea de que 20% de la lista del Consejo Nacional estuviera representado por mujeres, que hubiera mujeres en la organización interna del partido; y en ese momento se nos dijo que no, que eso estaba mal, que esas cosas no eran correctas”, explica.
“Decíamos: ‘Es que nosotras debemos tener esta posibilidad, porque finalmente estamos viviendo en una sociedad patriarcal y esto se refleja en todos los ámbitos, en lo social, en lo económico, en el área política’. Y ahora vemos cómo nos podemos sentir orgullosas desde la izquierda porque fuimos a lo largo de todo ese tiempo las pioneras en impulsar ese tipo de reformas, que empezamos por nuestros propios partidos políticos a convencer a los mismos compañeros; y no solamente a los compañeros, también a las compañeras, porque había una tendencia por cuestiones de carácter social que poco a poco cambió hasta que quedó la igualdad sustantiva a nivel constitucional”.
Hoy Castillo continúa siendo una mujer de retos: finalmente, lo que se veía como una posibilidad, se concretó: el jueves 28 el grupo parlamentario de Morena en el Senado la eligió por unanimidad para ser la próxima presidenta de la Mesa Directiva de la cámara alta.
Ese mismo día, la senadora Castillo expresó: “Agradezco la confianza y el apoyo de mis compañeras y compañeros de bancada, por haberme elegido”. Y agregó: “Seré institucional y no claudicaré a mis principios, mantendré en alto y con orgullo mi afiliación y mi origen de izquierda para trabajar por el bien del pueblo de México. ¡Gracias!”