MINIMANUAL DE ESCRITURA (1)

“Vivir con la angustia frente a la página en blanco”.

Mónica Soto Icaza
Columnas
ESCRIBIR

Cada día recibo un buen número de mensajes directos y correos electrónicos donde lectores y seguidores me piden consejos de escritura. Como tengo poco tiempo para responderles de manera individual por la cantidad de actividades que realizo alrededor de la literatura y el arte, en las próximas semanas compartiré en este espacio de la revista Vértigo todo lo que he aprendido en mis 28 años de dedicarme a una de las actividades más angustiantes y satisfactorias: la escritura.

Antes de seguir quiero aclarar que lo explicado aquí es mi criterio; y ese criterio está basado en mi práctica, mis lecturas, mis maestros, mi relación con los lectores. Para crear no existe solamente un camino y esa es una de las delicias de dedicarse a confeccionar cuentos, novelas, poemas, obras de teatro, ensayos, crónicas, artículos, entrevistas y lo que se acumule.

Lo primero que debo decir es que no puedes escribir bien si no lees; y si no lees bien. ¿Qué es leer bien? Leer de todo: los clásicos, lo que no entiendes, lo muy popular, lo muy raro, lo muy nuevo, lo que te causa placer, repulsión, curiosidad; lo que te encuentras de manera inesperada y no estaba ni cerca de tu radar personal.

Si no lees careces del criterio para saber si lo que estás escribiendo es bueno o está en camino de ser bueno. Si no lees no tienes parámetros para conocer si estás siendo original, si tu redacción es adecuada, si la ortografía es precisa. Si no lees puedes creer que estás creando poesía, confundes reflexiones con relatos, relatos con cuentos, cuentos con novelas, crónicas con reportajes, etcétera.

El problema de esa ignorancia deliberada es que tú no te vas a enterar, pero tus lectores sí: a menos que tengas la más emocionante de las historias, hasta los lectores menos experimentados se van a dar cuenta de que a tu texto le falta algo; y en general ese algo que les falta a los textos malos es trabajo.

Vocación

Si algo he aprendido en este oficio es que la mayoría de la gente puede decirte si le gustó o no le gustó el libro y no va a saber por qué, nada más lo va a percibir así. De ahí la importancia de leer para escribir.

¿Cuál es la diferencia entre cualquier texto y literatura? Hay quienes dicen que todo lo que se escribe es literatura, yo no estoy de acuerdo. Hay de escrituras a escrituras. Algunas solo cuentan historias de manera lineal, centrándose en la acción o los protagonistas de la acción, y otras poseen intención narrativa: la manera de contar puede ser, incluso, mucho más importante que la historia en sí. Cuál utilizar obedece al objetivo del narrador.

La literatura tiene la vocación de buscar un lenguaje propio, originalidad en la manera de decir, exploración de estructuras; no es contar por contar, es escribir y reescribir, dejar descansar el libro y volver a él semanas o meses después para interpretarlo desde una perspectiva nueva. Literatura es explorar tus posibilidades creativas en la búsqueda de tu propio estilo; como dice Rosa Montero, es “volver a jugar como niño, es escribir lo que no sabes que sabes: es ser un pescador en aguas negras donde parece que no hay nada”.

Hacer literatura es tener la conciencia de que tu obra puede rebelarse en cualquier momento, que tus personajes adquirirán vida propia y dejarán de ser tuyos para convertirse en posesión de tus lectores. Es prepararte para vivir con la angustia frente a la página en blanco como parte de la cotidianidad.

Dedicarse a escribir implica tener apertura perpetua para aprender, salir a la calle con los sentidos bien abiertos para percibir el mundo a cabalidad, desarrollar una tolerancia a la frustración a prueba de balas y disposición total para desechar más textos de los que quisieras: podrás engañar a tus lectores con un mal libro una vez, pero no los engañarás una segunda.

Escribir es jugar tomándote muy en serio.