EL PASADO EN USO

“La voz de cada uno forma parte de ese coro”.

El pasado en uso
Columnas
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“Los invisibles que se comunicaban conmigo lograron transformarme de un joven libertino e inútil para la sociedad en un hombre de justicia, honrado, que se preocupa por el bien de la patria y que tiende a servirla en la medida de sus fuerzas”. Una frase, sin duda, peculiar e interesante, que Francisco I. Madero consignó en sus memorias sobre su relación con el espiritismo.

Más allá de las creencias que sostuvo el llamado Apóstol de la democracia, la cita admite ser descontextualizada como un ejercicio para pensar y reflexionar sobre las diversas relaciones entre el presente, el pasado y el futuro.

El ser humano es el único animal que puede dialogar con el tiempo, con lo que existió, con la muerte o con sus muertos. Lo hace para escuchar sus voces en busca de sabiduría y consejo: una guía que oriente su actuar ante el porvenir. Es un diálogo con el pasado cuya razón de ser obedece a múltiples propósitos, según quien lo busque: hay quienes recurren a él por miedo a perderse en un mundo sin sentido y hay quienes lo invocan para legitimar sus acciones, pues el pasado tiene un peso enorme precisamente porque ofrece un marco de referencia para interpretar y responder a los desafíos de su tiempo.

Dialogar con el pasado es parte de la vida cotidiana. ¿Quién no ha mirado atrás en un día cualquiera en busca de una referencia para no extraviarse en el presente? Desde algo tan simple como recordar dónde dejó uno las llaves, hasta cuestiones de mayor calado, como evocar y llorar una pérdida.

Es humano observar y extraer lecciones del pasado; así se orienta la sociedad. Son ejercicios que no necesariamente pertenecen al oficio del historiador, porque tratan del pasado como experiencia vivida, no de la disciplina profesional. Es un hablar con voces, pues sin ellas no habría pasado… al menos no como lo entendemos. Incluso la voz de cada uno forma parte de ese coro que ya cantó.

Continuidad y cambio

En términos colectivos las sociedades consultan a sus “espíritus” a través de la historia, la enseñanza, la tradición, la memoria y el recuerdo.

En la política, por ejemplo, es común invocar las voces heroicas de la nación; a su vez, los movimientos sociales se inspiran en las luchas del pasado, las toman como referencia y, en ocasiones, se asumen sus herederos. La ciudadanía, cuando no está abrumada por el presente, busca consuelo y dirección en lo ya ocurrido, desde un chisme hasta una noticia. La vida está llena de negociaciones entre la continuidad y el cambio.

A ese uso lo llamamos “pasado práctico”, término trabajado por el historiador Hayden White. Este pasado práctico es distinto del pasado histórico construido por las y los historiadores mediante vestigios. Es el que personas y comunidades emplean para orientarse en la vida cotidiana, tomar decisiones y vivirse en el tiempo. Es el ámbito de lo diario.

Es también un pasado que cambia y se adapta a las necesidades del presente. Ambos se necesitan de manera mutua, pues ¿qué no es mirar al pasado sino algo que solo podemos realizar en el ahora? Cada uno lo hace para lo que quiera, de eso no hay duda.

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