El presidente dice que no hay duda: “La gente quiere participar y elegir a jueces, magistrados y ministros. Eso yo creo que está fuera de discusión. La mayoría de los mexicanos quiere participar para elegir a los jueces”.
Yo no lo tengo tan claro. No hay ninguna indicación de que la razón por la cual Claudia Sheinbaum y los partidos del gobierno obtuvieron una victoria contundente el 2 de junio fue la iniciativa de López Obrador para que jueces, magistrados y ministros sean electos por voto popular. Ningún estudio de opinión sugiere que esta sea una de las principales preocupaciones de los mexicanos.
Lo que sí sabemos, porque lo dicen varias encuestas, es que los apoyos directos a millones de mexicanos sí incidieron en el voto; también las acciones del presidente para convencer a los electores, a través de sus mañaneras y de miles de Servidores de la Nación, de que estos programas sociales eran producto de un esfuerzo personal suyo y que corrían peligro en caso de que la oposición ganara las elecciones. Hay encuestas, por otra parte, que muestran que la candidata de la oposición, Xóchitl Gálvez, tenía una imagen negativa, pero la impulsó AMLO a través de sus constantes ataques difamatorios.
En las propias encuestas que Morena mandó a hacer sobre la reforma judicial, diseñadas para respaldar las políticas del presidente, la mitad de los entrevistados respondieron que no conocían la propuesta de reforma judicial. Así, es difícil argumentar que los mexicanos salieron a votar para tener una ansiada oportunidad de votar por jueces, magistrados y ministros.
Estos sondeos también presentaron una pregunta, que de hecho inducía su propia respuesta, para saber si la gente consideraba que los jueces son corruptos. Nunca se especificó que los jueces federales, los que pretende reemplazar el presidente, ven solo 1% de los casos y que el resto se ventila en tribunales del fuero común que no son los que le preocupan a AMLO.
Preocupaciones
Otras encuestas han indicado que el principal tema de preocupación de los mexicanos es la inseguridad, con 55%, seguido del desempleo con 36, la inflación con 31 y la pobreza con 27% (Ipsos). El presidente y su candidata, sin embargo, convencieron a los electores de que estos problemas no eran culpa de la Cuarta Transformación.
La corrupción es un problema enorme, pero no necesariamente la de los jueces. La mayoría de los mexicanos enfrenta principalmente la corrupción de los policías y funcionarios locales, que son los que interactúan con ellos de manera directa y cotidiana. Para los ciudadanos, de hecho, el “poder judicial” no son los jueces federales, sino los ministerios públicos locales que atienden con ineficiencia y arrogancia sus denuncias. Por eso casi nadie presenta denuncia cuando sufre un delito.
Pero aun suponiendo que la supuesta corrupción de los jueces federales fuera una de las principales preocupaciones de los mexicanos, ¿a quién se le ocurre que la manera de resolverla es con un voto popular? Los diputados, senadores, alcaldes y gobernadores son electos en las urnas, pero eso no los ha exentado de la corrupción.
No hay una sola razón para pensar que los mexicanos sufragaron el 2 de junio para impulsar el voto por los jueces, ni que su supuesta corrupción sea una gran preocupación de los ciudadanos. El voto popular, además, no es una solución para el problema. Pero eso no le impide al presidente afirmar que el pueblo de México votó en masa para reemplazar a los jueces federales.