Los políticos decidieron que la manera de recuperar el respaldo de los ciudadanos era crear la consulta popular. La idea era presentar a los ciudadanos temas de trascendencia nacional para que ellos los resolvieran en votaciones.
Era una mala iniciativa: los referendos y plebiscitos han sido tradicionalmente formas de imponer ideas conservadoras, populistas y, sobre todo, faltas de coherencia.
En Estados Unidos, particularmente en California, han servido para evitar aumentos de impuestos pero sin recortar el gasto gubernamental. Las finanzas californianas son tan frágiles hoy precisamente por las consultas populares.
Incluso en un país como Suiza, progresista en muchos aspectos, el referéndum se utilizó durante décadas para impedir el voto de la mujer. En una votación en 1959 los ciudadanos (hombres) suizos votaron por margen de dos a uno por rechazar el voto de la mujer. Hubo que esperar hasta 1971 para que este resultado se revirtiera en otra consulta. Por eso Suiza fue el último país de Europa en validar el voto femenino.
A pesar de estos antecedentes, los partidos políticos mexicanos establecieron la figura de consulta pública en la nueva reforma electoral. En este 2014 se abocaron a buscar temas atractivos para consultar. El PRD y Morena recabaron firmas para una consulta que revertiría la reforma energética. El PAN quería subir el sueldo mínimo. El PRI reducir el número de diputados y senadores plurinominales.
Además de establecer reglas y requisitos los legisladores decidieron que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) debía calificar las consultas y decidir cuáles serían aceptadas y cuáles no. Los ministros han empezado a considerar y votar las propuestas.
Viciado
Como es ya común, las decisiones han provocado descalificaciones de la Suprema Corte. El 29 de octubre los ministros votaron seis a cuatro por rechazar la propuesta del PAN porque las reglas de los propios legisladores definen que no se pueden someter a consulta temas que tengan que ver con los ingresos o egresos del gobierno.
Escribo esta nota antes de que la SCJN se pronuncie sobre la propuesta del PRD y Morena, pero el dictamen redactado por la ministra Margarita Luna Ramos rechaza la consulta debido a que afectaría ingresos y gastos del gobierno y también porque implicaría cambios a la Constitución, cuando esta misma establece en su artículo 135 otro procedimiento para su enmienda.
Los líderes de los partidos han cuestionado a los ministros por sus decisiones. El presidente con licencia del PAN, Gustavo Madero, afirma que los ministros debieron haber modificado ellos mismos la redacción de la consulta si pensaron que no cumplía con los requisitos constitucionales. Los líderes del PRD y Morena han señalado que llevarán a cabo movilizaciones y recurrirán a instancias internacionales.
La verdad es que el tema de la consulta está viciado de origen. Es una mala idea, pero además los políticos que la propusieron se equivocaron en la redacción. Si no querían que la Suprema Corte rechazara las consultas, no debieron haber incluido su ratificación.