Rogelio Ortega tuvo que quedarse varias horas en un restaurante mientras los diputados de Guerrero discutían. Poco le importó la humillación a quien había sido ya gobernador interino de la entidad. Una vez que terminó la discusión, los diputados votaron por él como gobernador sustituto. Con alegría, Ortega entró al Congreso para rendir protesta. Tener el poder unos meses más, hasta el final de octubre, bien vale una humillante espera de horas.
Las cosas, sin embargo, no son nunca fáciles en Guerrero. El movimiento de Ayotzinapa ha puesto a Ortega contra la pared, como lo hizo anteriormente con el gobernador constitucional Ángel Aguirre. La gran broma que se hacía esta semana en los círculos de la política es que el Congreso había simplemente decidido dejar al estado sin gobierno.
Ortega es un representante de la izquierda dentro del estado, aunque no ha sido militante de ningún partido. Su mayor preocupación, sin embargo, parece ser no meterse en problemas con los líderes de Ayotzinapa, un movimiento político que rebasa ampliamente a la escuela normal rural de ese nombre. El 26 de abril los activistas robaron cinco camiones de reparto y los quemaron frente al Congreso en Chilpancingo sin que ninguna autoridad se atreviera a intervenir. Por eso se dice que la ratificación del gobernador sustituto equivale a asegurar que no habrá gobierno en la entidad en los próximos meses.
Si bien los dirigentes del Instituto Nacional Electoral declaran que sí se llevarán a cabo los comicios el próximo 7 de junio, el rechazo de Ayotzinapa y de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (Ceteg) está teniendo consecuencias.
El periódico El Universal trató de realizar una encuesta electoral en el estado, pero no pudo completarla: faltó casi 9% de la muestra en zonas controladas por grupos antidemocráticos.
Lo curioso del caso es que estas organizaciones radicales bien podrían terminar favoreciendo al PRI que tanto dicen odiar.
Paradoja
A lo largo de dos sexenios el estado ha sido gobernado por el PRD, partido que tiene ahora una candidata atractiva y articulada, Beatriz Mojica. En parte por el rechazo al voto de los simpatizantes de la izquierda, sin embargo, el candidato que aparece en primer lugar entre quienes sí respondieron a la encuesta de El Universal, con 33% de la intención de voto, es el priista Héctor Astudillo. En segundo lugar, con 24%, está Mojica. Muy atrás se encuentran Luis Walton, de Movimiento Ciudadano, ex presidente municipal de Acapulco, con 5%, y Jorge Camacho, del PAN, con 4 por ciento.
Sería una verdadera paradoja si los activistas de Ayotzinapa y la Ceteg terminan por devolverle el gobierno al PRI.
Claro que el movimiento seguirá tratando de volver ingobernable a Guerrero. Esto es parte de una agenda política que busca provocar una revolución para eliminar el actual modelo económico y político del país. Y avanzan en su propósito. La encuesta de El Universal señala que casi 54% de los guerrerenses afirma que las elecciones no serán confiables. Se están sentando las bases de una situación que puede llevar a una erupción de violencia ante la falta de credibilidad de las elecciones y el interés de algunos grupos por imponer un sistema político autoritario en el país.