Tiempos de enojo

Los resultados del 5 de junio muestran a un electorado insatisfecho y decepcionado

Manlio Fabio Beltrones
Foto: NTX
Columnas
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El 5 de junio el país era uno. Manlio Fabio Beltrones señalaba que el PRI obtendría por lo menos diez de los doce gobiernos estatales en disputa en las elecciones de ese domingo. Pocos, fuera de los propios partidos de oposición, cuestionaban el panorama que pintaba el presidente del partido gobernante.

Varias elecciones se veían muy cerradas, pero el PRI parecía en camino de obtener una más de esas victorias abrumadoras a las que nos ha acostumbrado en casi 90 años de existencia.

El 6 de junio, sin embargo, amanecimos en un país distinto. Los diez triunfos previstos se desvanecieron. El PRI logró la victoria solo en cinco estados: Hidalgo, Oaxaca, Sinaloa, Tlaxcala y Zacatecas. Es verdad que se mantiene en estricto sentido como el partido más importante del país, pero los resultados de las elecciones del 5 de junio están claramente muy por debajo de sus expectativas.

La razón por la cual el PRI sigue siendo el principal partido del país es porque el voto de la oposición se divide en varios partidos. El PAN y el PRD, de hecho, ganaron en alianza las elecciones en tres estados: Puebla, Veracruz y Quintana Roo. En otros cuatro el PAN triunfó por sí solo: Aguascalientes, Chihuahua, Durango y Tamaulipas.

Morena, que quedó en primer lugar en una muy desairada votación en la Ciudad de México para una Asamblea Constituyente y tuvo buenos desempeños en Oaxaca y Veracruz, sigue creciendo y aumentando su influencia.

No hay duda, sin embargo, de que el 5 de junio los electores emitieron un voto de protesta en la mayor parte del país. Este sufragio castigó a gobiernos del PRI en seis estados que tendrán que ceder el gobierno a la oposición.

Pero el voto de castigo no se enfocó solamente contra el PRI. La alianza PRD-PAN perdió Oaxaca y Sinaloa ante el PRI. En solo cuatro de las doce elecciones para gobiernos estatales el partido o alianza gobernante se mantuvo en el poder.

Desazón

Los resultados del 5 de junio muestran a un electorado insatisfecho y decepcionado. En este sentido los mexicanos no somos distintos de muchos en el resto del mundo. La popularidad de los partidos y candidatos populistas de izquierda y de derecha en los países de Europa y de Donald Trump en Estados Unidos es una consecuencia de esta desazón generalizada. La falta de crecimiento económico en el mundo y la posibilidad de cuestionar a todos los gobiernos a través de redes sociales parecen ser dos de los factores que impulsan esta actitud en el planeta.

Para México la elección del 5 de junio demuestra también, sin embargo, que el sistema democrático está cumpliendo con su función. Durante mucho tiempo nos hicieron creer que la democracia podía lograr una transformación radical y casi instantánea de la sociedad. Hoy nos damos cuenta de que el cambio es mucho más complejo y que nadie tiene la verdad absoluta. Pero la democracia funciona cuando nos permite cambiar a personas y partidos en el poder.

La elección del 5 de junio crea un nuevo ambiente para la renovación del gobierno del Estado de México en 2017, donde se espera una competencia feroz, y para la elección presidencial de 2018. De hecho, los jugadores de cada uno de los partidos han tratado de utilizar los resultados para fortalecer sus posiciones. La carrera ya ha empezado. Pero la idea de que la mejor forma de contender era aprovechar las ventajas del poder ha caído por tierra. En un tiempo de enojo, como el que hoy vivimos, la mejor forma de llegar al poder es presentarte como alguien ajeno al poder. No son momentos en que la clase política goce de popularidad.

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