METAMORFOSIS FUTBOLERAS

Movimientos en busca de monetizar sus activos y mantenerse como inversiones rentables

Alejandro Zárate
Columnas
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Los cambios de sedes, nombres, escudos y colores son una constante del futbol mexicano, pero con la llegada de la “nueva normalidad” se dispararon como pocas veces se ha visto. Los cimientos en todos los aspectos de la sociedad se encuentran convulsionados por la llegada del Covid-19 y las estructuras del futbol mexicano no son la excepción.

Con la transformación de los Monarcas de Morelia al Mazatlán Futbol Club se terminó de tajo con 70 años de historia en tierras purépechas. Si bien no se trataba de uno de los equipos con más títulos en sus vitrinas eran la identidad futbolera de toda una región. El potencial económico de llegar a un puerto turístico como es Mazatlán, con un nuevo estadio y el apoyo incondicional del gobierno estatal, fueron suficientes argumentos para hacer las maletas.

Esta transformación de la franquicia es la número doce en la Liga MX desde que comenzó el presente siglo. Anteriormente los Lobos BUAP se transformaron en los Bravos de Ciudad Juárez, la Piedad en el Veracruz, el San Luis en Chiapas, el Celaya en el Colibríes, entre otras metamorfosis.

Algunos cambios han sido para salvar la categoría y otros para explorar nuevas sedes. No obstante ahora se trata de movimientos en busca de monetizar sus activos y mantenerse como inversiones rentables. Muchas veces sacrificando a los aficionados, que se quedan sin referentes futboleros de un momento a otro.

La crisis económica que genera la pandemia es un revulsivo en las estructuras de la liga local, en especial en su liga de expansión, antes llamada liga de ascenso.

Atlético

Encabezado por José Luis Higuera, Morelia verá renacer al Atlético Morelia, nombre que le antecedía a los Monarcas. Este proyecto, que genera esperanza entre la afición michoacana, contrasta con la tristeza de los Cañeros del Zacatepec, franquicia que se vendió para la nueva versión del Morelia. El plan de regresar al equipo histórico de Morelos a la Primera División, que incluyó una fuerte inversión en la remodelación del estadio Agustín Coruco Díaz, desapareció súbitamente.

Otro de los cambios principales en esta nueva liga se da con el regreso del Atlante a la Ciudad de México, después de 13 años de jugar en Cancún. A este anuncio le acompañó la noticia del nacimiento del Cancún FC, el nuevo nombre de la ahora extinta franquicia de los Cafetaleros de Chiapas. Con estos movimientos el estado más sureño del país se queda sin un representante en las principales ligas profesionales.

En medio de estos movimientos convulsivos hay equipos que encuentran cabida en el nuevo proyecto de la Liga del Balompié Mexicano (LBM), un campeonato que busca ser una nueva alternativa de futbol profesional.

Tal es el caso de los Lobos BUAP, que se han inscrito a la LBM, en tanto que en Veracruz tendrán dos franquicias con el club veracruzano heredando los colores de los extintos Tiburones.

El futbol, como el resto de los deportes, continúa en plena transformación. Son movimientos osados con el objetivo de sanar sus finanzas, adaptarse a sus nuevas realidades y mantenerse vigentes lo más que se pueda.