CARRANZA, EL REVOLUCIONARIO QUE SENTÓ LAS BASES DEL ESTADO MEXICANO

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Hector González
Cultura
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Pese a no tener el carisma de Zapata o Villa, Venustiano Carranza (1859-1920) es un personaje central dentro de la Revolución Mexicana. “Necesita ser estudiado y comprendido”, sostiene el titular del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones en México (INEHRM), Felipe Ávila, quien propone las conmemoraciones por el centenario de su muerte como el contexto ideal para revisar el legado de quien tuviera a su cargo la promulgación de la Constitución de 1917.

—Pese a la importancia de Venustiano Carranza hay poco trabajo de divulgación alrededor de su legado. ¿Por qué?

—Hay una gran laguna historiográfica sobre Venustiano Carranza. Ha sido un personaje poco estudiado y comprendido a pesar de que fue el líder triunfante de la Revolución. Derrotó a Victoriano Huerta pero también a Francisco Villa y Emiliano Zapata, los representantes populares y campesinos en su versión más radical. Sentó las bases del Estado social que emergió de la Revolución. No podemos entender este proceso sin su figura.

—Comenzó su carrera política durante el porfiriato y además tuvo una formación importante como militar, pero ¿ qué virtudes encuentra en Carranza?

—Entre quienes hicieron la Revolución era el personaje con mayor experiencia política. Fue el único que ocupó prácticamente todos los cargos de representación popular. Alcanzó la presidencia municipal de Cuatrociénegas, fue diputado local, senador, gobernador provisional y después constitucional de Coahuila. Líder maderista en la etapa electoral y armada. Jefe del Ejército Constitucionalista. Además fue el único gobernante electo que se atrevió a desconocer al gobierno de Victoriano Huerta, a quien calificó como ilegítimo y usurpador. Se asumió como el único representante del Estado mexicano porque se consideró el único gobernante con la legitimidad de las urnas.

—¿Cómo fue su transición de ser militante del porfirismo a líder revolucionario?

—Carranza fue uno de los más fieles seguidores de Bernardo Reyes, quien representó una opción sucesoria ante Porfirio Díaz. Sin embargo el reyismo sufrió una transformación entre 1907 y 1908. Casi podría afirmar que la primera insurrección contra Díaz surgió de ese movimiento. Fue la primera vez que en el México moderno las clases medias y urbanas salieron a las calles para apoyar a candidatos opositores. Se dio una especie de despertar cívico en Morelos, Sinaloa, Coahuila… A pesar de eso Bernardo Reyes no secundó la insurrección y el movimiento quedó acéfalo. Es entonces cuando Carranza se alía con Madero, Luis Cabrera y Juan Sánchez Azcona. Hay una línea de continuidad entre el maderismo electoral y el reyismo de 1909. Carranza formó parte de esa transición. En consecuencia se sumó al maderismo armado.

—¿Qué representó en su carrera la firma del Plan de Guadalupe en 1913?

—A partir de entonces Carranza deja de comportarse como un líder rebelde y actúa como el representante auténtico y legítimo del Estado mexicano. Es increíble la cantidad de decretos que emite desde entonces y eso lo hace diferente a los liderazgos de Obregón, Pablo González, Villa o Zapata, quienes prácticamente no dejaron ninguna orden escrita. Carranza organizó al ejército, a la Administración Pública Federal, los territorios, la emisión de moneda. Nombró representantes en Estados Unidos, Europa y América Latina. Comenzó a gobernar por decreto a pesar de las condiciones atípicas. Esa faceta es poco conocida y es muy importante porque lo consolida como el jefe de la Revolución.

Legados

—¿Qué tan relevante fue su alianza con Álvaro Obregón?

—Tuvo el olfato político de aliarse con Obregón, quien sin lugar a dudas fue el militar más importante de la Revolución Mexicana y tal vez el genio militar más importante en la historia de México, junto con Morelos. Gracias a ello pudo derrotar al formidable guerrero que también fue Francisco Villa. Y no solo eso: supo controlar las regiones económicas más importantes de México, como la algodonera, la carbonífera, la zona petrolera, el puerto de Veracruz y la península de Yucatán, que se convirtió en estratégica para el mundo en tiempos de Guerra Mundial. Producto de esta alianza podemos explicar el triunfo de Obregón en 1915.

—A Carranza le tocó una época muy difícil en la relación con Estados Unidos. ¿Cómo evalúa su desempeño?

—Carranza tenía una comprensión completa de las relaciones internacionales y del papel que México necesitaba jugar en el concierto de las naciones. Supo leer la relación con Estados Unidos y a pesar de las invasiones de 1916 y 1919, cuando México estuvo al borde de una guerra con el país vecino, sorteó con éxito y dignidad la crisis. Con destreza lidió también con los intereses de las petroleras extranjeras instaladas en México durante la Primera Guerra Mundial. Sobrevivió al boicot comercial que se nos impuso por mantener al país neutral durante el conflicto. Ahí está el famosísimo telegrama de Zimmermann de enero de 1917, donde el gobierno alemán le propone a México declararle la guerra a Estados Unidos a cambio de apoyo para la reconquista de los territorios perdidos de 1846. Resistió a ese tipo de presiones. Algunos de los momentos estelares de la soberanía nacional los guió Carranza y sentó las bases de los principios que hicieron que México tuviera prestigio y reconocimiento internacional.

—¿Qué clase de talento tuvo para articular al Congreso Constituyente?

—Sin duda su otro gran legado fue la firma de la Constitución sobre la que se construyó el México del siglo XX. Supo ser realista y pragmático. Era partidario de las reformas sociales pero desde un punto de vista moderado e institucional. No aceptó la legitimidad de la reforma agraria zapatista y desde las adiciones al Plan de Guadalupe, en 1914, trató de ganarles base social a Villa y Zapata en su propio terreno. Asumió la necesidad de un viraje en su acción y se adaptó a la realidad. Al principio Carranza no creía que hiciera falta una nueva Constitución pero su lectura de la época lo llevó a impulsar una nueva legislación acorde al México nuevo. Convocó a un Congreso Constituyente que además lo rebasó por la izquierda y formuló una Constitución más radical, que él acepta y promulga.

—¿Era un hombre reaccionario?

—No. Era un liberal moderado o digamos un revolucionario moderado. No estaba en contra del reparto de tierra, los derechos laborales o contra la educación: solo quería que se hicieran por la vía de las instituciones.

—¿El poco reconocimiento histórico a Carranza se debe a que derrotó a Villa y Zapata?

—Totalmente. Haber ordenado la muerte de Zapata lo estigmatizó de manera negativa y la historia se lo cobró. Sin embargo no podemos olvidar que era una guerra y en esas condiciones asumió esa decisión.