EL ARTE DE JOAN BROSSA, EN EL MUAC

“Vio en la poesía una forma de vida y la posibilidad de una experimentación constante”.

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Hector González
Cultura
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Joan Brossa (Barcelona, 1919-1998) fue un artista y poeta pionero de las artes de acción. Desarrolló su práctica a partir de la década de los cuarenta, en un contexto político marcado por la dictadura franquista y una situación cultural que se caracterizaba por la ausencia de propuestas vanguardistas e innovadoras.

Fiel a la provocación y la ironía su obra atraviesa el teatro, el cine y la música, además de haber entablado colaboraciones y relaciones cercanas con muchos artistas y pensadores de su tiempo.

Con el objetivo de revalorar su trabajo y difundirlo dentro del público mexicano el

Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) exhibe, en colaboración con el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA), la exposición Poesía Brossa.

Bajo la curaduría de Teresa Grandas y Pedro G. Romero el montaje es la primera revisión que se realiza en México del artista catalán a través de sus libros y sus investigaciones plásticas, para la cual se reunieron 500 obras y una amplia selección documental procedente del Fondo Joan Brossa.

Lenguajes y renovación

Los curadores coinciden en que a la labor del artista la marca el cruce de lenguajes. La poesía suma acciones, imágenes y objetos. En este sentido la muestra es una revisión de su trabajo a partir de tres cualidades: la oralidad, lo performativo y la antipoesía.

Desde sus inicios Brossa llevó a cabo un trabajo de renovación estética con fundamento en la investigación literaria y artística. “Su vasta producción no deja de buscar nuevas formas de expresión y de experimentar con diferentes medios”, sostiene Teresa Grandas.

Poesía Brossa inicia con el momento en que se forjan y definen sus rasgos poéticos, periodo que coincide con sus primeros escritos sobre la guerra civil española.

Se recogen además aspectos de crítica a la mercancía, el concepto poético del lenguaje, la antipoesía o el transformismo muchas veces aplicados en acciones políticas.

El recorrido se divide en cuatro núcleos. El primero, Sí, me hizo Joan Brossa, recupera algunas de sus influencias más destacadas. Desde el bando republicano durante el conflicto bélico escribió su primer texto y formuló sus primeras experimentaciones interdisciplinarias. Se da cuenta también del giro materialista afín al desplazamiento informalista de Antoni Tàpies o la influencia de Joâo Cabral de Melo, entre otros.

Otros itinerarios lleva por nombre el segundo, que revisa la poética a través del transformismo y de lenguajes no considerados convencionalmente artísticos, como el striptease y la magia, entre otros elementos que bajo su óptica adquieren una dimensión política.

En el módulo tres, Juegos de imágenes, se expone una amplia selección de las Suites (1959-1969) y los Poemas habitables (1970) a través de los cuales Brossa incorporó recursos a modo de juegos o diálogos con la página, que tienen como resultado un vasto lenguaje poético con base en intervenciones mínimas que configura su práctica experimental.

Una recapitulación visual es el último apartado, que presenta la recreación de un diseño expositivo con inspiración en tres exposiciones que realizaron entre 1988 y 1989 tres galerías (Mosel&Tschechow de Múnich, Joan Prats de Barcelona y La Máquina Española de Madrid). “El giro hacia el objeto determina una economía de la imagen, de la práctica artística y de su propia posición como artista”, explica la curadora.

La ironía y lo cotidiano

Joan Brossa siempre se definió como poeta, pero sin poner límites. “Vio en la poesía una forma de vida y la posibilidad de una experimentación constante, abierta y plural, en la que el humor y la ironía eran esenciales”, explica Teresa Grandas.

Añade: “Su trabajo se nutre de lo cotidiano, de la ironía y el sentido del humor, para denunciar la crueldad del régimen de Franco y la falsedad de la Iglesia católica, para rasgar y demoler la sociedad burguesa y el mercado en que convierte todo”.

Otro de los temas por los que se sentía atraído el artista era el cabaret y especialmente el striptease. Su interés residía no tanto en la revista convencional que dice todo desde el escenario, sino en el uso de la metáfora y la imaginación para dialogar con el público, para interpelarle.

“La magia, fundamental en toda la obra de Brossa, perturba la interpretación de lo real y aparente de las cosas. Esta magia se produce como inclusión, en el lenguaje teatral, de un elemento proveniente de la cultura popular que se centra en descubrir el cuerpo desnudo, cuando la desnudez está prohibida por obscena”.

Subraya la curadora que el artista supo cuestionar el orden fascista establecido y la moral católica de España durante la dictadura, pero además hizo un gesto de insubordinación al propio lenguaje del striptease, puesto que el objetivo no es tanto el cuerpo desnudo sino “el juego de poner al descubierto nuevamente lo que está por aparecer, en una suerte de prestidigitación. Brossa entiende el cabaret como una expresión antirretórica, como una acción”.

La vigencia del artista español, agrega, se sostiene en sus estrategias de insumisión para hacer frente a lo que se conoce como cultura oficial o alta cultura. Rentabilizó las contradicciones del propio sistema y se escurrió entre ellas. Supo llevar la diversidad de lenguajes al límite por medio de una simplificación extraordinaria pese a que aborda técnicas complejas.

Teresa Grandas concluye que Joan Brossa fue un disruptor de las narrativas y lenguajes convencionales, así como un artista revolucionario en la forma de trabajar con la magia, la poesía y la imaginación. “Fue alguien que realizó una suerte de juegos malabares pero sin perder el equilibrio y consiguiendo obras capaces de reinterpretarse una y otra vez… y por tanto imperecederas”.

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