En su 24 edición Macabro, el Festival Internacional de Cine de Horror de la Ciudad de México (CDMX), confirma que el cine de terror puede ser un espacio de encuentro, reflexión y memoria cultural.
Entre estrenos, retrospectivas y actividades interactivas que se llevarán a cabo del 19 al 31 de agosto, el Hotel Macabro abrirá sus puertas a quienes se atrevan a recorrer sus pasillos y, sobre todo, sus miedos.
Lejos de ser únicamente un ciclo de proyecciones Macabro es una experiencia inmersiva que combina cine, homenajes, estrenos, charlas, talleres y actividades académicas para celebrar lo más oscuro y creativo del séptimo arte.
En entrevista con Vértigo Edna Campos, directora del festival, recuerda que “cuando arrancamos el cine de terror era visto como algo menor. Queríamos mostrar películas independientes que no llegaban a México y rescatar joyas olvidadas”.
Con este objetivo se exhibirán 139 películas de 24 países, entre ellos México, Italia, Estados Unidos, Irlanda, Canadá, Emiratos Árabes Unidos, Países Bajos, España, Argentina, Ecuador, Brasil, Corea del Sur, Japón, Bielorrusia, Bélgica, Colombia, Alemania, Australia, Inglaterra y Finlandia. La selección se divide en 52 largometrajes y 87 cortometrajes, con un fuerte impulso a la producción nacional: 56 películas mexicanas, 26 estrenos nacionales y ocho internacionales.
Uno de los grandes homenajes de esta edición será para Alfred Hitchcock con la proyección de Psicosis por su 65 aniversario, y para el cine latinoamericano con Ángel negro, de Jorge Olguín, celebrando sus 25 años.
De igual forma, se rendirá tributo a Richard Matheson, autor de Soy leyenda y La casa infernal. Por primera vez en Latinoamérica su hijo, RC Matheson, ofrecerá una charla digital junto a la escritora Sandra Becerril. También se realizará una retrospectiva con cintas como El último hombre vivo, Duelo y El increíble hombre menguante.
No solo grandes filmes y directores recibirán reconocimiento, pues recintos como el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) y el Museo del Chopo celebran medio siglo de existencia. Ante esto, Macabro se une a los festejos con diversas actividades que incluyen lecturas de tarot, charlas y, por supuesto, proyecciones de películas.

Por otro lado, la selección de cortometrajes incluye obras nacionales e internacionales divididas en tres categorías: Internacional, Mexicano y Animado. Hay historias de bosques embrujados, juicios infernales, vampiros, desapariciones y adaptaciones de H.P. Lovecraft. “Este año hay una visión muy apocalíptica”, comenta Campos.
Otra colaboración que destaca en esta 24 edición es la alianza con Wikimedia, en la que el festival organizará “Editatones” para mejorar artículos de Wikipedia sobre cine de terror. El objetivo es también preservar de esta manera la memoria cinematográfica, ante el riesgo de que muchas películas desaparezcan cuando dejen las plataformas de streaming.
Como cada año el festival contará con diversas sedes de la CDMX, como la Cineteca Nacional, la Biblioteca Vasconcelos, el Centro Cultural de España, el Colegio de San Ildefonso, el Faro Cosmos, el Faro Oriente, el Museo Casa del Risco, el Centro Cultural Xavier Villaurrutia y la Casa del Cine, entre otros.
Catarsis colectiva
Edna Campos habla con Vértigo acerca del desarrollo de Macabro a través de los años y de las tendencias cinematográficas de la región.
—¿Cómo ha evolucionado la visión del festival desde las primeras ediciones hasta hoy?
—El festival inició con la idea de mostrar todo este cine indie de terror y hacer un rescate, una revisión de nuestra cinematografía, tanto nacional como internacional, para ver estas películas. Debo decir que no había redes sociales y hacer difusión era buscar apoyos, hacer postales y carteles. Ya después encontrar la posibilidad de presentarlo en otros espacios más grandes, como la Cineteca Nacional, a la que Macabro llegó en su segunda edición. A partir de eso empezamos a apostarle también al cine latinoamericano. Por ejemplo, nosotros presentamos en 2003-2004 una película argentina y otra chilena, porque tampoco se veía el cine latinoamericano de género.
Y agrega: “Gracias a las redes sociales empezó a haber la posibilidad de que la gente se comunicara mucho más fácilmente y todo este avance en términos de comunicación y difusión ayudó a que también nos empezáramos a conocer con otros festivales. Comenzamos a hacer intercambios fuera de la CDMX y de ahí el crecimiento de Macabro fue exponencial. Estamos hablando de que después de que cumplimos diez años se volvió un festival muy grande, con mucho público y la gente lo reconocía. Teníamos ya una identidad que actualmente sigue siendo muy reconocida”.
—Los cortometrajes son imprescindibles en Macabro. ¿Hay alguna tendencia o perspectiva que los permee en esta edición?
—Para mí lo importante del cortometraje es que tiene también su propia dinámica y su propia forma de contar historias de una forma rápida: nos muestra justamente lo que viene, de qué se está hablando, de cómo se está abordando el género. Desde hace ya un par de años estamos viendo que hay una visión un poco apocalíptica de todo. También hay un retorno a los clásicos; y, sobre todo, del lado de los cineastas latinoamericanos y mexicanos, están hablando de cuestiones de desapariciones, de violencia doméstica o incluso de problemas entre vecinos desde un punto de vista de lo fantástico. Hay mucho interés por contar historias muy personales con los elementos de género.
—¿De qué manera ha cambiado su forma de ver el miedo desde que comenzó Macabro hasta hoy?
—Pasó de ser algo que paraliza a ser algo que ayuda a superar obstáculos. El decir “bueno, sí me da miedo esto, pero tengo que hacerlo o superarlo”. Para mí eso ha sido. Y sé que para mucha gente ha sido también terapéutico, porque de alguna manera te ayuda a ver algún tipo de problema, de miedo como tal, aunque quizá sea algo completamente irreal. Te ayuda a enfrentarlo en un espacio seguro: la sala de tu casa, tu recámara o el cine. Macabro es un espacio seguro donde estás con mucha gente que está sintiendo casi lo mismo que tú y que juntos están en el mismo proceso de catarsis. Creo que eso es lo que nos gusta también de ver estas películas: la adrenalina. Para mí ha sido eso: tomar algo que puede ser negativo, como el miedo, como un motor para ser mejor o para superar algunas cosas.