En el marco de la celebración por sus 80 años la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado (ENPEG) La Esmeralda, junto con el Centro Cultural del México Contemporáneo (CCMC), inauguraron la exposición A pesar de todo, que estará abierta para todo público hasta el 29 de octubre.
La muestra recoge el trabajo y los procesos creativos de pintores, escultores y grabadores egresados de la ENPEG que forman parte de la generación 2018-2023. Dado que sus estudios se vieron interrumpidos por la pandemia de Covid-19 en 2020, las obras dan cuenta de las adversidades materiales, económicas, sanitarias y hasta sicológicas de los artistas durante estos años.
En la inauguración, el ingeniero Alan Aguilar, representante del CCMC, destacó que la exposición refleja un trabajo creativo realizado a pesar de “la zozobra implícita” de la pandemia y por ello “la obra que compone esta muestra merece nuestra completa atención”.
Además, recalcó el compromiso del CCMC para abrir este tipo de espacios a jóvenes artistas y para continuar colaborando con la ENPEG.
Por su lado, el director de La Esmeralda, Sergio Ricaño Gutiérrez, señaló que la muestra es un ejemplo de la fortaleza y resiliencia de los artistas y “a pesar de todo estamos todos aquí, perfilando grandes cosas para su futuro”.
También participó en la inauguración la artista y profesora Elena Odgers, quien puntualizó que la exhibición no reúne piezas, sino procesos artísticos que dan cuenta de “un recorrido de cuatro años muy convulsos y complicados, pero también de un trabajo realizado desde la compañía”.
Asimismo, celebró que el esfuerzo conjunto de los artistas haya facilitado la exposición, puesto que “a pesar de todo saben organizarse, trabajar en equipo y buscar espacios que en última instancia son para ustedes”.
Por ello, concluyó que la muestra es también una representación de su firmeza individual y grupal.
A través de bordados, esculturas, videos, mecanismos híbridos, pinturas e intervenciones a objetos cotidianos, las obras abren la puerta a las emociones, las preocupaciones, las ideas y las inquietudes de los artistas, al mismo tiempo que demuestran que la voluntad y el impulso creativo son más fuertes que cualquier adversidad.
El artista hidrocálido Danilo Meléndez, por ejemplo, presentó tres bocetos y una escultura que forman parte de su proyecto Hecatombe: una angiografía al interior. Por medio de corazones hechos de resina, de estructuras metálicas y de instalaciones eléctricas, la obra retrata el confinamiento durante la pandemia, nuestra necesidad de conectar, la resiliencia de nuestros cuerpos y almas, y la confrontación con la finitud de nuestra vida.
Meléndez relató que la emergencia sanitaria lo obligó a realizar algunos de los componentes de su obra desde casa, haciendo uso de materiales y de técnicas que, en ese contexto, podían resultar riesgosas. Detalló que el molde con el que ha creado los corazones está hecho de fibra de vidrio, un material que si no se tienen los cuidados adecuados puede provocar irritación en garganta, ojos y piel. “La creación de estas obras fue para todos un ejercicio de prueba y error, porque si bien teníamos la guía de nuestros maestros y el apoyo de nuestros compañeros, a veces eso no era suficiente para concretar una pieza o una técnica desde casa”, agregó.
Colectividad
En entrevista con Vértigo la artista y organizadora de A pesar de todo, Lila Crespín, detalló algunos de los aspectos más esenciales detrás de la exposición.
—¿De dónde nace la idea?
—Originalmente íbamos a presentar nuestras obras en el Centro Nacional de las Artes (CENART), pero hace alrededor de un mes y medio nos informaron que más bien nuestro espacio de exhibición sería aquí, en el CCMC. Eso nos obligó a organizar la exposición desde cero, puesto que son áreas muy distintas. Si no hubiésemos colaborado, probablemente no hubiéramos tenido la oportunidad de mostrar nuestros trabajos. Así nació A pesar de todo, porque hasta el nombre fue propuesto por nosotros los artistas; coincidimos en que atravesamos muchas dificultades en estos años y qué bueno que hemos logrado crear esta exposición.
—Como una generación de artistas jóvenes, ¿cuál es la importancia de que tengan espacios para exhibir sus obras?
—Este tipo de exposiciones y de espacios como el CCMC al final del día nos demuestran que no estamos solos en nuestro desarrollo profesional, ya que muchas veces al terminar de estudiar pintura o escultura parece que somos arrojados al mundo, sin mucho apoyo de por medio. Colaborar con galerías, centros culturales o museos nos demuestra que sí es posible realizar cosas de manera conjunta con las instituciones.
—¿Puede contar un poco más del sentido de colectividad que atraviesa esta exposición?
—Cuando inició la pandemia tuvimos que dejar de ir a La Esmeralda por completo y todas nuestras clases pasaron a ser virtuales. Por la naturaleza de lo que hacemos, lo único que nos quedaba era platicar y contar lo que cada uno vivía desde su casa. Buscamos la manera de compartir nuestras experiencias porque de lo contrario… Quién sabe qué hubiéramos hecho. Tenernos unos a los otros, aunque sea de manera virtual, fue muy importante.
—Me parece que hay un aspecto sicológico muy marcado en estas obras. ¿Cómo explica esa mezcla de adversidad, vulnerabilidad y creatividad?
—Considero que la propia creación artística, los momentos de catarsis y los impulsos de creatividad pueden llegar a ser más importantes que la obra final. A nosotros una crisis nos obligó a hacer estos proyectos y los momentos emocionales tan complicados se reflejan en los temas que tratamos. Al estar en nuestras casas nos vimos orillados a crear obras que fueran un abrazo a nuestros corazones y por eso la exposición es una muestra de un proceso de sanación personal y colectiva.