Con la admiración y el respeto como resortes, el periodista argentino Fabián Kovacic se propuso escribir Galeano. La biografía (Ediciones B), volumen que hace un recorrido por el desarrollo del pensamiento de Eduardo Galeano (1940-2015).
La casualidad, a veces triste, hizo su libro se publicara unas cuantas semanas después de la muerte del intelectual uruguayo. “Fue el último gran cronista de América Latina”, asegura el escritor sin dudar, dentro de una entrevista que lo invita a escudriñar el pensamiento del autor de Las venas abiertas de América Latina.
—¿Cómo conoció a Eduardo Galeano?
—Lo conocí primero por su texto Las venas abiertas de América Latina. En tiempos de la dictadura militar argentina, mi padre me recomendó leerlo. Corría 1979, yo tenía 13 años, el libro estaba prohibido y apenas retornó la democracia, en 1984, lo compré en una librería de mi barrio, en las afueras de Buenos Aires. Entré al periodismo con la escritura de Galeano y otros amigos suyos, como Rogelio García Lupo, Rodolfo Walsh, Haroldo Conti y Horacio Verbitsky como modelos. Recién a los 26 años pude hablar con él y entrevistarlo por primera vez.
—¿Por qué centrar su trabajo en el aspecto periodístico? Tengo entendido que Galeano no estuvo muy dispuesto a colaborar en cuestiones personales…
—Porque Galeano fue el último gran cronista de la América Latina del siglo XX. Me interesaba hacerlo dialogar con su tiempo y su espacio geográfico. Nunca me obsesionó su vida privada. No quiso colaborar y convirtió mi trabajo en un desafío.
—Si bien su libro termina por convertirse en una suerte de homenaje, la reseña no evade las críticas surgidas por los autores de El manual del perfecto idiota americano. Sin caer en el tema de la objetividad, que asumimos no existe, ¿cómo trabajó el tema del equilibrio?
—No me resultó importante la cuestión del equilibrio. Intenté seguir la ruta de su vida apegado a los hechos que protagonizó y entender cómo actuó en cada uno de ellos. En cuanto al contexto histórico, utilicé fuentes bibliográficas. Los testimonios de sus amigos procuré cruzarlos entre sí para disipar las dudas más gruesas que pudieran conspirar contra una mirada ecuánime del personaje.

Clásico
—La relación de Galeano con Uruguay no siempre fue tersa. Tuvo varios críticos incluso desde la misma izquierda.
—Galeano se labró una coraza para sus detractores. Hizo su vida, se rodeó de los afectos y críticos que consideró más genuinos, según la máxima del nicaragüense Carlos Fonseca Amador: critica de frente y elogia por la espalda. Eso lo aprendió de su maestro Carlos Quijano, fundador de la revista Marcha. Los principales críticos de Galeano en Uruguay fueron de la vieja derecha, que llegó incluso a despedir de sus medios de comunicación a los periodistas amigos de Galeano que se negaran a escribir contra él. Galeano se convirtió también en un personaje vanidoso y eso no le jugó a favor.
—Los críticos del trabajo de Eduardo Galeano señalaban que sus opiniones habían quedado rebasadas. Incluso él mismo llegó a decir que ya no podría leer Las venas abiertas de América Latina y que lo había escrito sin demasiados conocimientos de economía.
—Me opongo al propio Galeano. Me suena lógico que un artesano de la palabra como era no tolerara leerse sin espíritu crítico. Escribió Las venas… a los 29 años en 90 noches para presentar el trabajo en el concurso de Casa de las Américas en 1970 y perdió. Dijo que no lo volvería a leer en 2013, casi 43 años después. Si escribiera igual que a los 29 años tampoco yo toleraría leerme. En Las venas… hay 468 notas a pie de página que remiten a obras y autores de todo el mundo, desde el siglo XIX hasta 1969. Entre ellos podemos citar a Carlos Marx, los argentinos Rogelio García Lupo, Sergio Bagú y Rodolfo Terragno, el brasileño Darcy Ribeiro, los uruguayos German Rama, Vivian Trías, Alberto Couriel y Daniel Vidart, entre más de 50 intelectuales. Sus escasos conocimientos de economía no juegan papel alguno en el relato de casi 500 años de historia asesorado por todos esos especialistas en diversas materias, como historia, sociología y economía. Es una falta de respeto para con ellos y todas las obras que Galeano consultó para escribir ese maravilloso y tremendo relato que ya es un clásico de la historia universal. Lleva más de 50 ediciones y cuenta con los comentarios favorables de periodistas norteamericanos de The New York Times o The Washington Post, sin nombrar las críticas de periódicos alemanes y británicos, ni las plumas favorables de Heinrich Böll o Carleton Beals. Creo que juegan más las ganas de ver desde la derecha ideológica a un Galeano arrepentido que la lectura crítica de esa obra maestra.

Apoyos
—¿Qué me puede decir del desarrollo intelectual de Galeano sobre la Revolución Cubana o el chavismo en Venezuela?
—Galeano consideró a Cuba un caso testigo de un cambio posible en América Latina y el mundo. Justificó unas cuantas cosas graves de la revolución, pero como otros intelectuales consideró que era necesario preservar la revolución ante todo. En los últimos años fue crítico con algunas cuestiones, como la falta de libertad de prensa y la imposibilidad de algunos cubanos para salir del país. Pero supo ver en los enemigos de Cuba también las zancadillas que le asestaban. Con el chavismo ocurre algo similar: toma al régimen de Hugo Chávez como un modelo de ruptura con prácticas históricas liberales y conservadoras. Creo que tuvo menos problemas en su defensa de Chávez que con Fidel.
—¿Eduardo Galeano era una intelectual militante o comprometido?
—No sé si hay alguna diferencia entre esas dos caracterizaciones del intelectual. Quizá diría que fue más comprometido que militante. Nunca regateó apoyos a las causas que consideró populares.
—¿Cuáles de sus libros resisten mejor el paso del tiempo y por qué?
—Desde el punto de vista estético, la trilogía Memoria del fuego, porque se trata de su primera gran obra escrita en un lenguaje donde domina el texto corto que requiere rigor para sostenerse en pocas palabras. Desde el punto de vista periodístico, Las venas… porque es una obra maestra del dato y la narración bien combinados, tras un proceso de investigación profunda y de largo aliento.
—En la última etapa de su vida, ¿qué tipo de relación tuvo con autores como Mario Vargas Llosa, García Márquez o Carlos Fuentes?
—El caparazón que se labró en torno suyo le hizo dejar de lado a quienes no merecían su afecto e interés. Se dedicó a vivir y para él vivir era escribir. Mantuvo relación esporádica pero fraterna con Gabriel García Márquez y poco menos con Carlos Fuentes hasta su muerte. Con Vargas Llosa no.
Hace año y medio que trabajo en su biografía. Hubiera querido que la leyera. Gracias Eduardo Galeano. Por siempre! pic.twitter.com/DVPTVPPOH2 — Fabian Kovacic (@FabianKovacic) abril 14, 2015