UN EXTRAÑO MOTÍN ENDURECE EL PODER DE PUTIN

“Parece inentendible que Prigozhin se volviera en contra de su mentor”.

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Internacional
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Vértigo platica con Raúl González, coronel del Ministerio de Defensa de España, y otros expertos en temas de estrategia militar sobre la reciente crisis rusa.

Todavía aquí en Europa siguen digiriendo qué pasó a ciencia cierta en Rusia con el amotinamiento que los medios de comunicación controlados por el dictador ruso, Vladimir Putin, difundieron como una rebelión encabezada por Yevgueni Prigozhin, líder de los mercenarios del Grupo Wagner y uno de los amigos personales más cercanos al autócrata.

Parece inentendible que Prigozhin se volviera en contra de su mentor, al que solía llamar “papá”. Para él, Putin es el hombre al que le debe toda su fortuna y el poder amasado a lo largo de los años: más de 20 años de comparsa. No en vano “el cocinero de Putin” era el encargado de organizar las cenas del líder ruso con presidentes, primeros ministros y personajes de la realeza que llegaron a visitarlo.

Y de suministrar catering, con un jugoso contrato con el ejército, en 2014 pasó a liderar un ejército de mercenarios nombrado Grupo Wagner, bajo el auspicio de Putin. Precisamente hizo su irrupción militar en Crimea y un año después tendría acción bélica en Siria enviado por el autócrata ruso para defender la posición de Bashar al Assad ante los insurrectos.

Ese mismo hombre, que llegó a vender perritos calientes y cocinó para Putin y para sus invitados, creador de un grupo paramilitar, está hoy exiliado en Bielorrusia tras protagonizar 24 horas trepidantes que la televisión estatal rusa calificó de intento de motín contra el poder del Kremlin. Siendo además medios oficiales los que difundieron las imágenes de Prigozhin y de sus hombres.

La rebelión

Una rebelión de la tarde-noche del viernes 23 de junio, al sábado 24 de junio, llena de interrogantes: ¿por qué frenó Prigozhin a sus mercenarios a 300 kilómetros de Moscú? ¿Cómo es que el presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, terminó mediando y hablando con Prigozhin para que él y sus milicianos no llegasen a la capital rusa? Y ¿dónde estaba el dictador ruso al momento de los acontecimientos?

Desde Moscú, la historiadora y socióloga rusa, Elena Bogush, reitera en sus apariciones en vivo en la televisión española que durante el supuesto asedio no tenían más que la información oficial, por lo que no había forma de contrastar lo que estaba pasando: “El alcalde Serguéi Semiónovich Sobiani, a través de los medios de comunicación, nos dijo que había sido activado el código de alerta antiterrorista por lo que pedía a la población que, sin alarmarnos, nos quedásemos en nuestras casas”.

La alerta fue desactivada 48 horas después. Putin en una intervención de emergencia en la televisión para informar a la población de lo acontecido, el sábado 24 de junio, dijo que haría pagar a todos los que estuvieran detrás del motín.

“Hago un llamamiento a los ciudadanos de Rusia, al personal de las fuerzas armadas, a los servicios policiales y de seguridad, a los combatientes y comandantes que actualmente luchan en sus posiciones repeliendo los ataques enemigos, haciéndolo heroicamente. Hago un llamamiento también a aquellos que fueron engañosamente arrastrados a la aventura criminal, empujados hacia un grave crimen de motín armado”, destacó con la voz atropellada.

En su breve discurso, Putin refirió que estaban repeliendo “la agresión de los neonazis y sus manipuladores” y llegó a mencionar a Occidente de estar detrás.

“Es una batalla donde se decide el destino de nuestro pueblo y requiere la unión de todas nuestras fuerzas, consolidación y responsabilidad. Todo lo demás que nos debilita debe ser empujado a un lado”, mencionó.

Putin habló de “traición interna” pero nunca mencionó a Prigozhin y subrayó el peligro de que sucediera un derramamiento de sangre de rusos luchando contra rusos.

Para el lunes 26 de junio un nuevo mensaje de Putin escaló en los acontecimientos y denunció la intención de los rebeldes de provocar una guerra civil y agradeció al mandatario Lukashenko su interés por mediar con los rebeldes de Wagner.

Además, anunció que cumpliría su promesa del fin de semana de permitir que las fuerzas Wagner llegasen con toda seguridad a Bielorrusia; de hecho, perdonó a los golpistas a quienes pidió entregar sus armas, irse a sus casas o bien unirse al ejército ruso tras anunciar la disolución del Grupo Wagner, aunque mantendrá sus operaciones en África.

En un acto con militares, Putin rindió homenaje a los pilotos caídos en combate durante la rebelión sin llegar a esclarecer cuántos fueron, en dónde sucedieron los hechos, ni darse a conocer sus nombres y refirió que tan solo en un año el Estado ruso dio mil millones de dólares al Grupo Wagner.

¿Qué ha pasado en Rusia? Mientras los expertos en geopolítica y análisis militar piden cautela, en Ucrania, su presidente Volodímir Zelenski, habla de la debilidad de Putin y de las grietas que asoman en su cúpula militar.

Por su parte, Josep Borrell, alto representante de Exteriores de la Unión Europea, expresó su preocupación porque “una potencia nuclear” como lo es Rusia no debería enfrentar graves inestabilidades políticas.

Desde Estados Unidos, el presidente Joe Biden puntualizó que su país no estaba detrás de los hechos y condenó las acusaciones de Putin contra la Unión Americana y sus aliados de la OTAN. El propio John Kirby, portavoz de Seguridad Nacional, negó que EU intente cambiar el gobierno ruso.

Más agorero resultó Lukashenko tras desvelar que calmó a un Prigozhin con el que apenas se podía hablar —“lo hicimos a gritos”— para convencerlo de que parase un derramamiento interno de sangre. “Si colapsa Rusia moriremos todos”, declaró el dignatario bielorruso, quien recibió el agradecimiento de Putin.

PUTIN

Pugnas entre la cúpula militar rusa

Los propios corresponsales extranjeros en Rusia no tienen la certeza de qué pasó: para Antón Troianovski, corresponsal de The New York Times, lo acontecido es fruto de las ambiciones y del enorme poder militar amasado por Prigozhin con Wagner y las pugnas de él con el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú y Valeri Guerásimov, jefe del Estado Mayor, por ver quién controlaba la logística de la invasión en Ucrania y la apropiación de los territorios.

Troianovski aclara que no tiene la suficiente información para definir si fue una rebelión real o un autogolpe orquestado por Putin. Los últimos acontecimientos en Rusia no dejan a nadie indiferente y hay que ser prudentes a la hora de analizarlos, comenta a Vértigo Raúl González, coronel del ministerio de Defensa de España.

El experto miembro de IDITESDE, un think tank especializado en temas militares, recuerda que Prigozhin era un ala radical alrededor de Putin que representaba una serie de intereses ultranacionalistas: muchos de ellos militares y oligarcas que llevaban tiempo pidiendo mayor contundencia en la invasión de Ucrania.

“Dentro de ese ideario del imperialismo ruso, Putin parece ser la figura más moderada; la extrema más nacionalista dentro de ese neoimperialismo ruso son figuras como Prigozhin. Con lo acontecido, Putin tendrá el pretexto de renovar su cúpula militar y veremos qué pasa en los próximos días con Shoigú y Guerásimov. Al parecer tienen más peso en la Duma de lo que suponíamos y en cierta forma habrá algún resquicio para hacer responsables de los fracasos en Ucrania a los militares que sean removidos”, anticipa González.

¿Autogolpe orquestado por el propio Putin para sacudirse a Prigozhin y de paso purgar a los militares que llevan tiempo criticándolo y urdiendo contra él? En la opinión de Lucas Martín, analista y estratega militar, que ha realizado diversas misiones con la OTAN, todo apunta hacia esa opción.

“Analizando dicha maniobra, se trataría de un autogolpe para sacar de circulación a gente que tal vez estaba ganando demasiado apoyo en el Kremlin o en la misma Duma, y de esa forma acusarlos del desastre de Ucrania”, reflexiona Martín.

Estados Unidos esperaba que con las sanciones contra Rusia y sus oligarcas, aunado al apoyo militar y económico a favor de Ucrania, tarde o temprano salieran a la luz las grietas alrededor del poder omnímodo de un Putin con mentalidad imperialista.

Desde el Pentágono aventuraban que parte de la cúpula de Putin, harta de la guerra y de sus consecuencias, diesen un golpe de Estado o inclusive que los propios rusos se echasen a la calle para desmantelar la autocracia que tienen encima.

Incluso, en la prensa norteamericana, llevaban meses especulando con la posibilidad de que Putin fuese traicionado y asesinado. Lo que a todos sorprendió es que se utilizase a Prigozhin, cabeza de Wagner, señalado por su animadversión contra el titular de Defensa, a quien llegó a responsabilizar de la falta de suministros bélicos durante la toma de Bajmut.

La resistencia este invierno de las valientes tropas ucranianas en Bajmut ha sido un punto de inflexión: se ha convertido en una de las batallas más largas desde que inició la invasión y ha sucedido en una ciudad de 41.6 kilómetros cuadrados que antes de la guerra tenía casi 78 mil habitantes y que se convirtió en un territorio necesario para los rusos, por encontrarse en el Donbás y también por sus características industriales.

Después de la fallida toma de Kiev, recién iniciada la invasión, las voces de estrategas militares, miembros muchos de ellos de la OTAN, mostraron su asombro por todos los problemas logísticos, armamentísticos y en las cadenas de mando en el ejército ruso. Siendo uno de los ejércitos vencedores en la Segunda Guerra Mundial y temido tras adquirir la tecnología de la bomba nuclear, hablar de las tropas rusas significaba hacerlo de uno de los ejércitos más poderosos del mundo.

La invasión dejó expuestas todas sus debilidades. Hace algunos días Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, hacía mofa pública de los errores del Kremlin para dirigir a sus tropas y llegó a subrayar su capacidad para fracasar.

Tanto González como Martín llevan tiempo reiterando que alrededor de Putin hay dos facciones con tensiones internas respecto de la invasión: un ala más dura que quiere a un Putin más contundente capaz de activar el botón nuclear.

Con la opacidad con la que se mueve el Kremlin, la prensa rusa habla de amotinamiento y resalta la pronta intervención de Putin para desactivar una potencial guerra civil que ha sembrado el temor entre la población.

Las negociaciones son también de lo más extrañas: se permitió la salida intacta de Prigozhin para exiliarse en Bielorrusia; sin cargos, sin pena de muerte y hasta con el perdón para los mercenarios que participaron en la rebelión.

¿Qué frenó a Prigozhin para no tomar Moscú? ¿Dónde está la familia del exlíder de los Wagner y sus cuentas bancarias, su dinero dónde está? ¿Para qué escenificar una rebelión con miles de hombres, con sus tanques y sus armas, si no se iba a llevar a término?

A Prigozhin, señala off the record un experto del ministerio de Defensa de España, le han tendido una trampa: “Lo han invitado a regresar a Rusia con sus miles de mercenarios y su equipo, y ya adentro lo han cazado. Ha terminado exiliado en Bielorrusia, con Wagner desintegrado y los mercenarios obligados a entregar sus armas para salvar la vida. Putin desintegra ese punto de conflicto y tiene además la oportunidad de identificar a los militares que llevan tiempo apoyando a Prigozhin y que le creen débil. Vendrán purgas y persecuciones”, afirma.

“Para un analista militar hay cosas muy llamativas en este supuesto amotinamiento. Para mí lo es que ninguna unidad militar saliera al paso de la columna de Wagner y que Putin ordenase retirar todos los cargos”, confiesa Martín.

Caza a los traidores

El presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko, declaró a la prensa de su país que Prigozhin ya se encuentra en su territorio y confirmó que acogerá a cientos de sus paramilitares del disuelto Grupo Wagner.

Lukashenko ha revelado que Bielorrusa construirá unas instalaciones con fines militares para albergarlos.

En tanto, en Rusia circulan rumores sobre la detención de Sergei Surovikin, comandante de las fuerzas rusas en Ucrania y que, al parecer, estaba enterado de las maniobras de Prigozhin.

De acuerdo con The New York Times, citando a fuentes del Ministerio de Defensa de Rusia, Surovikin estaría bajo arresto tras la sospecha del Kremlin de mostrarse contrario a los planes estratégicos de Putin sobre la invasión de Ucrania y brindar su apoyo al líder de Wagner.

A su vez, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, declaró a la prensa de su país que esperaba “mucha especulación en torno a estos eventos”, y pidió a los periodistas que escribieran al ministerio de Defensa para solicitar información al respecto de la situación del general Surovikin.

Ucrania, moral alta

De acuerdo con el Pentágono, dentro de las tropas rusas desplegadas en su invasión de Ucrania subsiste un halo de incertidumbre y expectación acerca de los recientes sucesos en Rusia. En cambio, en el ejército ucranio permanece la moral alta. Desde Kiev, el gobierno de Volodímir Zelenski defiende la desintegración de Wagner como una victoria que anticipa, según él, la caída de Putin.

A partir de ahora ¿qué puede pasar con el rumbo de la guerra? ¿Cómo han sido los avances de las tropas ucranias? Para hablar al respecto Vértigo contactó a María Senovilla, corresponsal de guerra de la revista Atalayar y de Onda Madrid, desplegada en el frente en Ucrania.

—¿Cómo van los avances en el frente ucranio?

—Desde hace varios días nos van llegando noticias de avances y éxitos del ejército ucranio, por ejemplo, en Bajmut donde las tropas ucranias han vuelto a entrar por los barrios del oeste y han hecho avances en la región de Zaporiyia. Incluso el ejército ucranio estaría controlando uno de los tres puentes que unen la orilla del Río Dniéper en la provincia de Jersón.

Respecto del ánimo de las tropas ucranias, Senovilla comenta que siguen muy positivos: “Vienen con la moral alta desde otoño cuando recuperaron los territorios ocupados de Járkov o Járkiv. Ellos saben que defenderán a sus hogares, así que su moral no ha decaído a lo largo de estos meses y a pesar de las durísimas batallas que han librado en lugares como Soledar o el propio Bajmut”.

Mientras Putin habla de traiciones en sus filas, el mandatario Zelenski ha visitado y condecorado a sus tropas que resisten en Bajmut y ha anunciado que en dos días han logrado avances en todo los frentes.

“Son siete los asentamientos liberados en los últimos días, sobre todo en la región de Donetsk y de Zaporiyia. El avance de las tropas rusas ha sido de 6.5 kilómetros frente a los 90 kilómetros de territorio recuperado por las tropas ucranias”, según Hanna Malyar, viceministra de Defensa ucraniana”.

¿Qué puede pasar con el derrotero de la guerra? Senovilla cree que los últimos acontecimientos en Rusia no tendrán un impacto espectacular con los planes de recuperación de las tropas ucranias.

“Yo he hablado con diversos comandantes ucranios en el frente y me dicen que no se fían de las escenificaciones, ni de los teatrillos que se montan Prigozhin o el propio Putin, y que ellos seguirán concentrados en su contraofensiva porque puede que sí sea cierto que lo sucedido en los últimos días desestabilice a las tropas rusas; pero por si acaso, ellos no se fiarán y seguirán peleando sin importar las decisiones tomadas desde el Kremlin”.

Por otro lado, la Casa Blanca está a la expectativa de los movimientos que Putin llevará a cabo para reforzar su cúpula militar, tanto en Rusia como en su base de mando de las tropas rusas en combate en el este de Ucrania.

Desde el transcurso de la invasión, el 24 de febrero de 2022 a la fecha, el gobierno de Zelenski ha informado que las tropas ucranias han asesinado a 14 generales rusos. Sin embargo, el Kremlin solo ha confirmado cinco bajas.