La jornada de votación lo tuvo todo en contra: un verano ardiente, vacaciones estivales, el puente de Santiago y un sufragio postal que no llegó del todo a tiempo para los solicitantes del mismo.
En la democracia española, caracterizada por una monarquía parlamentaria donde la cabeza es el rey Felipe VI, para ser presidente no basta con ganar en las urnas: hay que obtener una mayoría absoluta de 176 escaños de 350 que conforman el Congreso, un sistema que hace que las matemáticas sean un asunto de coaliciones entre partidos con intereses divergentes.
Las más recientes elecciones generales, celebradas el 23 de julio, dieron al Partido Popular (PP), con Alberto Núñez Feijóo, el triunfo en la contienda por mayoría de votos: un total de 136 escaños contra los 122 que obtuvo el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que abandera el presidente Pedro Sánchez en su afán por quedarse cuatro años más en La Moncloa.
Después de siete años, desde su último triunfo en las generales, el PP logró recuperar terreno consiguiendo ocho millones de votos y un total de 47 escaños más respecto de las elecciones de 2019; sin embargo, la suya es una victoria amarga porque a Núñez Feijóo no le alcanza con dichos escaños para investirse como presidente en la primera vuelta con la mayoría absoluta.
“Hemos pasado de menos de 21% de voto a 33% y creo que nuestra obligación ahora es que no se abra un periodo de incertidumbre en España. Como candidato del partido más votado mi deber es abrir el diálogo para intentar gobernar nuestro país”, afirmó a medianoche del domingo 23, mientras miles de personas lo coreaban como presidente.
Mucho antes que él, salió el todavía presidente Sánchez y lo hizo en medio de un aire festivo, como estrella de rock, rodeado de cientos de corifeos que agitaban las banderas del PSOE como si hubiesen arrollado en la contienda electoral. No había tristeza, ni caras largas. Sánchez perdió las elecciones, pero tiene muchas más probabilidades de salir investido como presidente otra vez, que el ganador de la justa electoral.
Al PSOE lo favorecieron siete millones de personas en una jornada que lo tuvo todo en contra: el verano ardiente, las vacaciones estivales, el puente de Santiago; una avería de los trenes de alta velocidad de Madrid-Valencia que dejó a 15 mil personas sin poder sufragar y un voto postal que no llegó del todo a tiempo para los solicitantes del mismo.
En comparación con las generales de 2019 el PSOE obtuvo dos escaños más al pasar de 120 a 122 y de las 52 provincias que conforman España solo ganó en doce porque el resto del mapa es totalmente azul del PP.
“Hace unas semanas convoqué a elecciones anticipadas porque creía que teníamos una sociedad que decidía qué rumbo tomar: o un rumbo de avance o de retroceso. Y esta vez España ha sido clara; el bloque involucionista que planteaba una derogación total de todos los avances que hemos logrado estos cuatro años ha fracasado”, destacó un Sánchez sonriente y convencido de que su estrategia funcionó.
Luego de la resaca electoral España se levanta con el susto en el cuerpo respecto de quién terminará finalmente gobernándola: Núñez Feijóo, el candidato que triunfó, que representa políticas de centroderecha y que podría terminar pactando con la ultraderecha de Vox, o la continuidad con Sánchez y otra reedición del llamado “gobierno Frankenstein”, porque el PSOE también necesitaría aliarse con otros partidos, no solo de la izquierda y la ultraizquierda, sino también nacionalistas, y estaría por verse si en ese grupo entran igualmente los escaños aportados por los grupos independentistas catalanes.
Lo que ha sido un fracaso estrepitoso son las encuestas de las diversas casas de sondeo, que fallaron en todos sus pronósticos demoscópicos: ni el PP arrolló por encima de los 150 escaños, ni el PSOE sufrió un batacazo por debajo de los 110 escaños.
La prensa internacional ya hace eco de “las siete vidas de Sánchez”, un político de fondo, muy resistente y astuto, quien ha terminado quitándose todos los obstáculos políticos que han intentado frenarlo desde dentro del mismo PSOE.
En estos últimos años ha resistido como un monolito: se sacudió el poder de la socialista Susana Díaz en Andalucía, eso sí, a costa de perder el tradicional feudo del PSOE reconvertido en nuevo eje del PP; a Albert Rivera, el entonces líder de Ciudadanos, partido que en su momento llegó a ilusionar en España a los electores de centro y a quien también venció con su obstinación y resistencia.
La ya histórica negativa de Rivera para darle los votos de Ciudadanos a fin de crear una coalición de gobierno PSOE-Ciudadanos deja cuatro años después un escenario político en el que Ciudadanos prácticamente ha desaparecido de la esfera nacional. Rivera salió del partido el 11 de noviembre de 2019 y en estas elecciones Ciudadanos ni siquiera obtuvo alguna representación.

Lo que pasa en España “es un golpe maestro” de la izquierda contra el partido conservador, según el periódico británico The Guardian, que además refirió que Sánchez les da una lección a los otros gobernantes europeos.
En los últimos ocho años el país ibérico ha vivido cinco elecciones generales. De acuerdo con el analista político Eoghan Gilmartin el socialista Sánchez es el político de centroizquierda más exitoso de Europa en la última década.
“Mientras que otros partidos socialdemócratas tradicionales en Europa se han enfrentado al declive o la polarización, el PSOE ha sido relativamente estable, incluso cuando la política española ha estado en continuo flujo y crisis. Cuando se hizo cargo del partido por primera vez en 2014, Sánchez fue descartado como una cara bonita y tachado de político insípido, pero ha demostrado ser un táctico brillante capaz de hacer maniobras políticas audaces”, a juicio de Gilmartin.
No son pocos los especialistas políticos que reconocen la personalidad rocosa del actual mandatario: Sánchez incluso se ha quitado de en medio a Pablo Iglesias, quien en su día llegó a ser su vicepresidente y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, entre 2020 y 2021; ha sido llamativo que Iglesias dejase de presidir a Podemos.
¿Por qué Sánchez no se ha desplomado en las urnas en estas elecciones? Al respecto Gilmartin destaca que en esta campaña reciente el PSOE jugó hábilmente “la carta antifascista” avisando del impacto de la entrada del partido de extrema derecha Vox en una serie de gobiernos de coalición municipales y regionales y ahora con la posibilidad de entrar en coalición con el PP en el gobierno de España.
“A medida que se retiraban las banderas del orgullo de los ayuntamientos de todo el país y se suprimían las iniciativas de igualdad de género, Sánchez enmarcó la votación como una elección binaria entre una coalición similar de extrema derecha a nivel nacional y su propia marca de socialdemocracia moderada”, asegura el analista político.

Investidura o nuevas elecciones
Mientras corren los días y sigue sin aclararse el panorama político poselectoral, la bolsa española se mantiene tibia sin mucho movimiento y en más de una sesión el IBEX-35 ha caído en terreno negativo, aunque sea de forma marginal.
Hay preocupación entre los empresarios, que no ven muy claro, primero, que Feijóo pueda formar gobierno a pesar de haber ganado; ni que Sánchez lo intente sumando apoyos bastante cuestionables. Lo que en su mayoría piden es evitar el bloqueo institucional y que crezca una ola de incertidumbre nada buena para hacer negocios, ni sana para la economía en general.
Así se pronunció José María Bonmatí, director general de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC) ante la complejidad señalada por él en el actual escenario español.
Un bloqueo institucional en España sería muy perjudicial para los fondos NextGeneration que desde la Unión Europea (UE) deberían llegar al país, advirtió Sebastián Molinero, secretario general de la Asociación Nacional de Distribuidores de Cerámica y Materiales de Construcción.
“Recordemos que las políticas de rehabilitación de inmuebles son de luces largas, que es fundamental planificar más allá de la recepción de fondos europeos hasta 2026 y que 82% del parque edificado español tiene una baja calidad energética”, reiteró.
Por su parte, la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones abogó por una política industrial fuerte con un presupuesto claro y vigoroso: “Si queremos que España sea el segundo fabricante europeo de vehículos en 2035 y atraer inversiones de las grandes multinacionales, hemos de mantener una política industrial activa y con fuerte apoyo presupuestario. No hay que olvidar que el sector aporta más de 10% del PIB y el 9% del empleo”.
No será fácil el camino, afirma Gilmartin, porque a su juicio España parece encaminada a meses de estancamiento institucional: “El inesperado aumento del PSOE asegura que el bloque de partidos de izquierda y regionales que respaldan a Sánchez en el Parlamento tenga un escaño más que los de la derecha, pero el equilibrio de poder depende de los separatistas catalanes de derecha de JuntsXCat”.
En el panorama inmediato está la calculadora electoral: ya sea buscar la investidura de Feijóo o de Sánchez o nuevas elecciones generales en diciembre próximo.
Los partidos indistintos al PSOE y al PP saben bien que cada uno de sus votos traducidos en escaños valen su peso en oro y las negociaciones tendrán un costo político.
Así está el mapa en número de escaños tras las elecciones: PP 136 diputados; PSOE 122; la ultraderecha de Vox 33; la ultraizquierda Sumar 31; los catalanes de ERC siete; el independista catalán JuntsXCat siete; el partido vasco filoetarra Bildu seis; el Partido Nacionalista Vasco cinco; los gallegos del Bloque Nacionalista Gallego (BNG), la Unión del Pueblo Navarro (UPN) y Coalición Canaria un escaño cada uno.
Núñez Feijóo, quien se ve a sí mismo como un político de Estado, insiste en la necesidad de que el PP y el PSOE logren un acuerdo en el que se respete que gobierne la lista más votada; pero el socialista Sánchez no está dispuesto a ello: no pretende regresar a las viejas reglas del bipartidismo y quiere reeditar su coalición de gobierno, esta vez sin Unidas Podemos y hacerlo con Sumar que ha surgido en sustitución del espacio ocupado por los podemitas.
¿Qué pactos podrían darse? El margen de maniobra del PP pasaría por una coalición con la ultraderecha de Vox, lo que darían 169 escaños; más los escaños de UPN y Coalición Canaria e intentar convencer al PNV de aportarle sus cinco escaños y así lograr los 176 de mayoría absoluta. No obstante, de momento los nacionalistas vascos dieron un portazo a Núñez Feijóo. Además, el PP en campaña dijo que no estaría dispuesto a una alianza de gobierno con la ultraderecha de Vox, que en estos momentos es la tercera fuerza política en España, aunque ha perdido 19 escaños en estas elecciones en comparación con los 52 escaños de las elecciones de 2019.
De aliarse para gobernar sería la primera vez desde el fin de la dictadura de Francisco Franco que un partido ultranacionalista de derecha entrase al gobierno español.
Luego está la sumatoria que hace el propio Sánchez para volver a investirse: a los escaños del PSOE, añadir a Sumar, a ERC más Bildu, al PNV, al BNG y necesitaría a los independentistas catalanes de JuntsXCat para lograr 179 votos.
¿Qué sigue?
Luego del escrutinio la ley electoral marca cinco días para que los parlamentarios puedan empezar a acudir al Congreso y al Senado a entregar las credenciales de las juntas electorales provinciales. Así, a partir del 31 de julio y hasta el 16 de agosto diputados y senadores podrán hacerlo.
El 17 de agosto quedará constituido el nuevo Congreso y se constituye la mesa de edad entre los parlamentarios más jóvenes y los de mayor edad; quedará elegida la Mesa de la Cámara, su presidente o presidenta, que además deberá ver al rey ese mismo día en el Palacio de la Zarzuela.
Después de esta visita oficial el rey Felipe VI, como jefe de Estado, convocará a la formación de gobierno a partir del 21 de agosto para que los candidatos se presenten a una sesión de investidura.
En las dos siguientes semanas a la sesión constitutiva en el Congreso se llevará a cabo la sesión de apertura de la Legislatura, así es que el debate de investidura podría celebrarse a finales de agosto, o bien, a principios de septiembre.
Las votaciones para investir al nuevo presidente son primero por mayoría absoluta buscando los 176 votos a favor en una primera votación de 350 parlamentarios; o bien, dos días después, en una votación por mayoría simple.
Habrá otras elecciones si en el lapso de dos meses no se logra una investidura por mayoría absoluta o simple. Entonces el rey Felipe VI disolvería las Cortes en noviembre y habría que acudir a las urnas otra vez en plenas navidades.