Israel, Hamás y Donald Trump aplican los acuerdos que pondrán fin a una guerra de dos años y 67 mil muertos.
Durante más de dos años Gaza ha sido testigo de una tragedia humana de dimensiones monumentales: ciudades reducidas a escombros, severas crisis humanitarias y decenas de miles de vidas perdidas.
En medio de ese dolor persistente, surge un atisbo de esperanza: Israel, Hamás y el presidente estadunidense, Donald Trump, impulsan un acuerdo que aspira a transformar el conflicto en paz: un alto al fuego, intercambio de rehenes, retirada militar progresiva y un plan de reconstrucción bajo supervisión internacional.
Este pacto, considerado hasta ahora el esfuerzo más estructurado para detener las hostilidades desde el inicio de la guerra, trae consigo promesas, riesgos y urgencias. Analistas internacionales lanzan varias interrogantes: ¿podrá resistir la presión de múltiples intereses?, ¿quién gobernará Gaza después del conflicto?, ¿logrará esta tregua detener el ciclo de violencia que ha marcado a ese territorio?
Orígenes y estructura
El punto de inflexión llegó tras el desgaste acumulado desde la ofensiva israelí posterior al ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023.
El conflicto dejó más de 67 mil muertos —según estimaciones de la Organización de Naciones Unidas (ONU)— y una franja convertida en ruinas.
A lo largo de 2024 varias propuestas de cese al fuego fracasaron, en parte por la desconfianza mutua y la falta de mediadores creíbles.
Frente a ello Trump, buscando reposicionar su influencia internacional, presentó en septiembre pasado su Plan para la paz y la prosperidad en Gaza, una hoja de ruta de 20 puntos que integra elementos de seguridad, reconstrucción y gobernanza.
En esencia, el plan propone tres fases: el cese de hostilidades, la estabilización mediante una fuerza internacional y, finalmente, un proceso político para definir la administración del territorio.
El 9 de octubre último Israel y Hamás firmaron la primera fase del acuerdo, que incluyó el retiro parcial de tropas israelíes, la liberación de rehenes vivos y la devolución de cuerpos. El alto al fuego entró en vigor al día siguiente, con el compromiso de ambas partes de cesar operaciones ofensivas.
Una Fuerza Internacional de Estabilización (ISF, por sus siglas en inglés) integrada por Egipto, Jordania, Emiratos Árabes Unidos, Francia y Estados Unidos supervisa la retirada militar y coordina la entrega de ayuda humanitaria.
Este componente internacional fue clave para convencer a Israel, que exige garantías de seguridad frente a una eventual reactivación militar de Hamás.
Paralelamente, se estableció un Consejo de Administración Temporal de Gaza, compuesto por tecnócratas palestinos y observadores árabes, encargado de gobernar el territorio durante el periodo de transición, en espera de elecciones locales bajo supervisión de la ONU.
Impulso
El 13 de octubre, en un discurso ante el Knéset en Tel Aviv, Trump pronunció palabras que marcaron el tono político del nuevo proceso. “Israel, con nuestra ayuda, ha ganado todo lo que se puede ganar por la fuerza de las armas. Ahora es el momento de traducir esas victorias en el premio final: la paz y la prosperidad para todo Oriente Medio”, declaró ante legisladores que lo recibieron con ovaciones y gorras rojas con el lema “Trump, el presidente de la paz”.
El mandatario norteamericano exhortó a los líderes israelíes a “trabajar hacia la paz” y pidió al presidente de Israel indultar al primer ministro, Benjamin Netanyahu, acusado de corrupción. “No tienen más que ganar en el campo de batalla. Han ganado. Ahora deben construir un futuro”, aseveró.También extendió un gesto diplomático inusual hacia Irán, con quien Estados Unidos e Israel se enfrentaron brevemente meses atrás. “La mano de la amistad y la cooperación siempre está abierta”, aseguró.El mandatario prometió contribuir a la reconstrucción de Gaza y pidió a los palestinos “alejarse para siempre del camino del terror y la violencia”.
Durante ese mismo día Hamás liberó a 20 rehenes israelíes como parte del cumplimiento de la primera fase del acuerdo. Trump anunció que se reuniría con algunos de ellos y con sus familias en el Centro Médico Sheba, en las afueras de Tel Aviv. “Dentro de generaciones, esto será recordado como el momento en que todo comenzó a cambiar”, manifestó.
Avance y tensión
En los primeros días de implementación el acuerdo mostró señales alentadoras: los rehenes liberados regresaron a Israel y se permitió el ingreso de los primeros convoyes humanitarios al sur de Gaza.
Sin embargo, la fragilidad del pacto quedó expuesta poco después, cuando una disputa por la entrega de cuerpos provocó el cierre temporal del cruce de Rafah y la suspensión de parte de la ayuda internacional.
También se registraron enfrentamientos aislados en la frontera. El ejército israelí informó haber repelido intentos de infiltración, lo que resultó en seis muertos, mientras que Hamás, debilitado, respondió con arrestos internos y ejecuciones públicas de supuestos colaboracionistas.
Los observadores internacionales consideran que estos hechos reflejan la desconfianza estructural entre ambos bandos, incluso en el contexto de un cese al fuego.
En paralelo, las potencias regionales desempeñan un papel decisivo. Egipto y Catar actúan como garantes del proceso, mientras Turquía y Arabia Saudita presionan para que la tregua se transforme en una negociación política más amplia que reactive la idea de un Estado Palestino viable.
Costo y reconstrucción
La devastación humanitaria es inmensa. Según la ONU, más de 80% de las viviendas en Gaza resultaron dañadas o destruidas. En ciudades como Khan Younis o Rafah los habitantes regresan a lo que antes fueron vecindarios y hoy son montones de ruinas.Los hospitales operan al mínimo, la red eléctrica apenas funciona a 10% de su capacidad y el desempleo alcanza niveles récord.
El Banco Mundial (BM) estima que la reconstrucción requerirá entre 60 y 80 mil millones de dólares. Estados Unidos, la Unión Europea y países del Golfo han comprometido fondos iniciales, pero la entrega efectiva dependerá de que la tregua se mantenga. Se prevé que Naciones Unidas coordine la reconstrucción a través de un Fondo Internacional para Gaza.
Riesgos y desafíos políticos
Aunque el pacto ha traído alivio momentáneo, su sostenibilidad es incierta. Israel insiste en el desarme completo de Hamás, punto que el grupo islámico evita aceptar abiertamente. Trump advirtió: “Si Hamás no se desarma voluntariamente, la comunidad internacional tendrá que hacerlo”.El futuro político de Gaza también es incierto. Si el Consejo de Administración no logra legitimarse, podrían resurgir disputas entre facciones palestinas. Además, Irán podría intentar socavar el proceso mediante apoyos indirectos a grupos insurgentes.
Las divisiones políticas en Israel son intensas: los sectores de ultraderecha rechazan cualquier concesión, mientras el presidente Isaac Herzog defiende la tregua como “un paso hacia una paz imperfecta, pero necesaria”.
En Washington, la “paz de Trump” ha polarizado opiniones. Algunos la ven como un movimiento electoral; otros, como un logro diplomático sin precedentes desde los Acuerdos de Abraham.
Lo cierto es que la Casa Blanca ha logrado reposicionar su influencia en una región que parecía girar hacia China y Rusia.
Por su lado, la ONU ha retomado protagonismo. Su Consejo de Seguridad aprobó por unanimidad una resolución de apoyo al plan, algo inédito en años de parálisis diplomática. Europa —con Alemania y Francia a la cabeza— colabora en el desminado y la reconstrucción hospitalaria.El Vaticano, junto con líderes religiosos musulmanes, celebró la tregua como un “gesto de humanidad”.
Sin embargo, organismos como Médicos Sin Fronteras advierten que sin un levantamiento gradual del bloqueo y un proceso político real la paz será solo temporal.
Señales de esperanza
El pacto entre Israel, Hamás y Estados Unidos marca un punto de inflexión. A diferencia de treguas anteriores, esta incluye mecanismos verificables, cronogramas claros y compromisos de reconstrucción.
Pero la paz aún depende de la voluntad de las partes.En las calles destruidas de Gaza, la población civil, que ha soportado el peso de la guerra, observa con escepticismo, pero también con un deseo profundo de estabilidad. Un grafiti expresa el sentimiento general: “No queremos venganza, queremos volver a vivir”.Por primera vez en años, el mundo observa con cautela, pero también con esperanza.
Cronología del conflicto
(2023–2025)
Octubre 7 de 2023 Hamás lanza un ataque sorpresa en el sur de Israel; mueren más de mil 200 personas.
Octubre 10 Israel declara “estado de guerra” y lanza bombardeos masivos sobre Gaza.
Diciembre 2023–marzo 2024 Invasión terrestre israelí; Hamás se repliega en túneles.
Junio Primera tregua fallida mediada por Egipto y Catar.
Enero 2025 Canje parcial de rehenes bajo un plan tripartito de mediación.
Septiembre Donald Trump presenta su “Plan para la Paz y la Prosperidad en Gaza”.
Octubre 9 Israel aprueba el plan; Hamás acepta las condiciones iniciales.
Octubre 10 Entra en vigor un alto al fuego de 72 horas.
Octubre 13 Trump viaja a Tel Aviv, habla ante el Knéset y anuncia la liberación de 20 rehenes.
Octubre 16 Inicia la retirada militar parcial y la fase de reconstrucción bajo supervisión internacional.
El plan de Trump
Cese de hostilidades con supervisión internacional: fin de ataques, liberación de rehenes, retiro parcial de tropas.
Retirada gradual de tropas israelíes de áreas densamente pobladas.
Estabilización internacional: despliegue de la Fuerza de Estabilización (ISF) y apertura de corredores humanitarios.
Reconstrucción y gobernanza: creación del Consejo Temporal de Gaza, elecciones locales supervisadas por la ONU y fondo internacional de reconstrucción.
Fuente: AP
Cifras de la devastación
Muertos estimados (2023–2025): 67 mil.
Viviendas destruidas o dañadas: más de 80 por ciento.
Costo de reconstrucción: de 60 a 80 mil millones de dólares.
Hospitales operativos: 25 por ciento.
Desempleo en Gaza: 85 por ciento.
Refugiados desplazados: 1.7 millones.
Fuente: ONU