EL PUMA, BUQUE DE LA UNAM, EXPLORA LAS ENTRAÑAS DEL PACÍFICO

“Afecta directamente a los patrones de precipitación en los trópicos”.

Martha Mejía
Nacional
BUQUE UNAM

Busca elementos que permitan una mayor comprensión del fenómeno conocido como El Niño.

El conocimiento es la clave para poder reaccionar a los eventos extremos naturales que ocurren cada vez con mayor intensidad y frecuencia. Si bien actualmente lo que sucede en la superficie del océano se puede valorar con imágenes de satélite, lo que pasa bajo la superficie durante estos fenómenos requiere de observaciones oceanográficas directas.

De ahí la relevancia de la expedición científica a bordo del buque El Puma, que concluyó recientemente a cargo de especialistas de los institutos de Ciencias del Mar y Limnología (ICML), Geofísica (IGf) y la Coordinación de Plataformas Oceanográficas de la UNAM con el objetivo de estudiar in situ los eventos relacionados con el fenómeno El Niño-Oscilación del Sur (ENOS o ENSO, por sus siglas en inglés).

Hoy en día un evento ENSO está en pleno desarrollo y se predice que alcanzará su máxima intensidad durante el invierno de 2023-2024.

Para entender a El Niño

El Niño es un calentamiento temporal y natural de zonas del Pacífico ecuatorial que provoca sequías, inundaciones y olas de calor en diferentes partes del mundo.

Se trata de un fenómeno global recurrente pero muy variable, que ocurre cada dos a siete años e implica cambios en el patrón del viento, así como en la temperatura superficial en el Océano Pacífico central y oriental.

“Para poder generar estrategias de adaptación y mitigación a estos eventos y cambios necesitamos tener tanto una comprensión profunda y modelos de lo que ocurre, como monitoreos en tiempo real que permitan anticipar lo que ocurrirá mejor que hasta ahora. Como triste ejemplo está el caso del huracán Otis. Y no solamente es Otis, también Patricia en 2015 y Paulina en 1997 ocurrieron durante eventos intensos de El Niño”, explica Martín Merino Ibarra, investigador del ICML y uno de los líderes de la investigación.

Por ejemplo, agrega, “sabemos que el crecimiento potencial de un huracán depende de la cantidad de calor acumulado en el océano por donde viajará el huracán. Pero para cuantificar esa cantidad de calor, dado que no solamente depende de la temperatura superficial del mar, sino de la profundidad hasta la que se extiende la capa caliente (la profundidad de la termoclina), para poder calcular ese calor se requieren observaciones en tiempo real en el lugar, que es justamente lo que solamente se puede hacer con expediciones oceanográficas y el apoyo de boyas”.

Con las predicciones que emanen de estas observaciones, indica el especialista, se pueden mitigar los daños modificando las actividades humanas relacionadas con el mar y la costa (pesquerías, turismo, conservación ecológica, entre otras) con cierta anticipación y reducir los daños humanos y costos económicos.

La UNAM, agrega, cuenta con personal académico, laboratorios y equipos para estudios oceanográficos, así como con el Buque Oceanográfico El Puma, diseñado y equipado para este tipo de expediciones, por lo que era obligación de la Máxima Casa de Estudios atender esta emergencia de una manera en la que muy pocas instituciones nacionales podían.

Cómo impacta

En general, El Niño afecta directamente a los patrones de precipitación en los trópicos e influye en el clima de todo el mundo.

Los primeros indicios de la presencia de este evento son el aumento de la temperatura superficial del mar y la disminución de la concentración de clorofilas respecto de los valores normales. Este cambio llega como una onda que se desplaza desde el Ecuador hacia el norte, recorriendo las costas de Centroamérica y México.

Merino explica que, aparentemente, El Niño puede tener dos tipos de impactos en la temporada de lluvias, dependiendo de su intensidad. “En años con Niño leve o moderado el país suele recibir más lluvia de lo normal; mientras que en un ENSO extremo la precipitación nacional se desploma y ocurren fuertes sequías de verano, como sucede este año”, puntualiza el especialista.

Inicialmente se pensaba que durante años con presencia de El Niño las lluvias de invierno se intensificaban en el norte de México y que disminuía hacia el sur, pero con el cambio climático la situación parece más compleja e impredecible.

“Esa es la importancia de investigar lo que ocurre en tiempo real: para una mayor comprensión y herramientas de predicción y mitigación”, explica.

Los efectos de El Niño en el mar también son muy importantes. “Más que afectar la biodiversidad en sí (en términos de extinguir o eliminar especies), lo que sí hace es modificar la distribución y abundancia de estas, en particular en los mares frente a las costas mexicanas”.

De acuerdo con el líder de la investigación el principal efecto a nivel biológico es una disminución de la fertilidad marina. “Las aguas del Pacífico mexicano son en general de una alta producción marina, con muy diversas pesquerías, sobre todo hacia la parte del Golfo de California. En este sentido, la disminución de la fertilidad marina ocasionará una baja considerable en las pesquerías de la región del Pacífico mexicano, con los consecuentes costos económicos y sociales derivados”, dice.

En la medida en que conozcamos más sobre la forma en que esta disminución de fertilidad ocurre y su relación con las particularidades de cada evento de ENSO podremos tomar mejores decisiones de adaptación y mitigación para minimizar los impactos negativos.

Misión

La expedición, que concluyó el 9 de febrero, se dividió en dos etapas. Abarcó la región del Pacífico mexicano, extendiéndose hacia el sur hasta la costa frente a Acapulco, y hacia el norte al interior y el exterior del Golfo de California.

“Es un crucero de investigación, pero también de docencia. Un tercio más o menos de nuestro personal a bordo (caben 20 científicos en el barco) son investigadores con mucha experiencia; otro tercio son investigadores jóvenes haciendo su doctorado; y la tercera parte son alumnos de la nueva licenciatura de Ciencias de la Tierra de la UNAM, que están en su primera expedición oceanográfica”, explica el investigador.

Otro dato importante acerca de la tripulación es que hubo 53% de mujeres en toda la campaña y 55% en la Fase I, que llevó a los estudiantes más jóvenes. “Paridad a 50% en la Fase II, con científicos más experimentados. Un crucero mayoritariamente de mujeres, lo cual nos da mucho gusto”, indica el líder de la investigación.

Finalmente, Merino Ibarra comparte los retos y los alcances de la expedición. “Académicamente se aprobaron 28 días, pero al final, en términos de factibilidad de recursos, terminó en 14 días. Esperemos entender suficiente con eso. Creo que ninguna otra institución hubiera podido hacerlo. Pienso que era nuestra obligación obtener información para decidir de una mejor forma”.