REGENERAR LOS SUELOS PARA GARANTIZAR LA SEGURIDAD ALIMENTARIA

“Se pospuso la eliminación total del uso del glifosato”.

Martha Mejía
Nacional
BIOFERTILIZANTES

Aplicaciones biotecnológicas como los herbicidas biológicos y los biofertilizantes representan una oportunidad para regenerar las tierras agrícolas.

El crecimiento de la población mundial (para 2050 llegaremos a nueve mil 600 millones de personas), particularmente en las zonas urbanas, demanda gran cantidad de alimentos sanos, inocuos y nutritivos, al tiempo que la degradación de los ecosistemas, el cambio climático y la contaminación afectan las tierras de cultivo e incrementan los daños ocasionados por plagas, reduciendo así la producción alimentaria.

En este contexto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala que cada año a nivel global se pierden 24 mil millones de toneladas de suelo fértil.

Y en el caso de México más de la mitad del territorio nacional presenta algún nivel de degradación física, química o biológica.

En este sentido, los herbicidas desempeñan un papel importante en el ámbito agrícola, pues permiten controlar la maleza de los cultivos y al mismo tiempo reducen y evitan las pérdidas en la producción del campo, además de contribuir al control de enfermedades y de insectos vectores, que en algunos casos se alojan entre la maleza.

Sin embargo, debido a sus propiedades tóxicas y la persistencia de sus ingredientes activos la utilización de herbicidas puede resultar altamente riesgoso.

“En México tenemos al menos 50 malezas resistentes a los herbicidas. Estas sustancias (herbicidas) son biocidas; de acuerdo con la OMS pueden tener un efecto probablemente cancerológico y disruptor endócrino”, explica a Vértigo Angélica del Carmen Ruiz Font, profesora-investigadora en el Centro de Investigación en Biotecnología Aplicada (CIBA) del IPN.

La especialista señala que hemos reducido la agricultura a un paquete de agroquímicos, lo cual tienen consecuencias como intoxicación de los mantos acuíferos, pérdida de nutrientes en el suelo, pérdida de biodiversidad microbiana, además de productos del campo con una menor calidad nutricional.

Glifosato

A nivel mundial uno de los casos más emblemáticos es el glifosato, por ser considerado el herbicida más usado en todo el planeta.

Grupos ecologistas afirman, de hecho, que aun cuando este sea un herbicida “de amplio espectro, no selectivo y sistémico”, hay estudios que comprueban que algunas especies de plantas desarrollan resistencia en su contra, lo que provoca que las malezas se hagan más fuertes y los agricultores incrementen el uso para eliminarlas, además de fuertes señalamientos como presunto agente cancerígeno.

En México el glifosato fue introducido al mercado por la empresa Monsanto en 1974 con su formulación más conocida, el Roundup. No obstante, se empezó a utilizar de manera extendida hasta 1981, principalmente en el sureste.

Hasta 2000 Monsanto mantuvo la patente, por lo que después de esa fecha se sumaron más compañías para fabricar el herbicida, como Dow Chemical-Dupont y Syngenta-ChemChina.

En este contexto, recientemente el gobierno federal dio a conocer que pospuso la eliminación total del uso del glifosato, prevista para el 31 de marzo de 2024, por lo que su uso se encuentra vigente.

“Las secretarías de Economía (SE), de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) informan que, en virtud de que no se han concretado las condiciones para sustituir el uso del glifosato en la agricultura mexicana, debe prevalecer el interés de salvaguardar la seguridad agroalimentaria del país”, argumentaron las dependencias.

Alternativas

Dadas las condiciones, tanto el gobierno federal como diversas instituciones públicas y privadas trabajan actualmente para encontrar opciones que estén disponibles en las cantidades necesarias, asociadas a las cadenas de comercialización a nivel nacional y que sean accesibles en costos para todo tipo de productor.

Una de ellas es la que actualmente desarrolla Ruiz Font desde el CIBA del IPN. “Lo que hacemos es una solución de control de malezas; se trata de biotecnología mexicana que nombramos TALARIA Bioherbicida”.

El objetivo, explica, es que agricultores que en algún momento dejarán de usar herbicidas como el glifosato o el 2, 4-D tengan “un producto que les garantice productividad, porque si dejas esas malezas te pueden quitar hasta 50% de la productividad en tu parcela de cultivo”.

Agrega que esta aplicación biotecnológica ha sido reconocida por el programa LIF GLOBAL de la Royal Academy of Engineering de Reino Unido para buscar apoyos económicos que permitan el escalamiento industrial del proyecto ambiental.

Recientemente el proyecto también se incluyó en la premiación de 25 Mujeres en la Ciencia, Sustentabilidad Ambiental, organizado por la Fundación 3M.

Biofertilizantes

Otro insumo importante para sumar en la recuperación de los suelos son los biofertilizantes. Estos permiten regenerar suelos y proporcionar mejores nutrientes a los cultivos; propician un uso más eficiente del agua y brindan a la planta mayor resistencia a condiciones de sequía, lo cual se traduce en mayor productividad y rentabilidad para el productor.

“No obstante, se requiere de políticas públicas de fomento para su adopción y masificación”, señala en entrevista el director de Biofábrica Siglo XXI, Marcel Morales Ibarra.

Puntualiza que el uso de microorganismos benéficos rompe todos los paradigmas de la producción convencional, sobre todo si se plantea que este insumo ayudará a fijar el nitrógeno atmosférico.

“No es fácil que el productor acepte de manera inmediata este tipo de propuesta, por lo que se requiere un proceso de transferencia de tecnología con capacitación y establecimiento de parcelas demostrativas. Estamos hablando de dimensiones de política pública, no de esfuerzos individuales”, dice.

Por ejemplo, señala, los resultados que ha tenido la aplicación de biofertilizantes en caña de azúcar en Morelos es de 30 a 40%, un mayor rendimiento en relación con las plantas que emplearon fertilización química. “Esto en gran medida por la mayor capacidad del bioinsumo de retener humedad y nutrientes, hacer un uso más eficiente del agua y resistir al estrés hídrico”, indica.

El uso de biofertilizantes en el caso del maíz, agrega, también ha dado resultados positivos en Morelos e incluso en medio de la sequía más severa de los últimos 50 años, que se registró en 2023, los productores que usaron este bioinsumo obtuvieron rendimientos de entre cinco y siete toneladas, pero quienes siguieron con la fertilización química cosecharon solo dos o tres toneladas, en el mejor de los casos, o reportaron siniestro total.

El también especialista en temas de desarrollo rural anota que el uso de biofertilizantes se hace extensivo a cultivos como sorgo, trigo, arroz, papaya o cítricos y se ha aplicado en entidades como Morelos, Veracruz, San Luis Potosí y Campeche, entre otras.